Jueves 15 de noviembre de 2001 | ||
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Un mosaico étnico explosivo |
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Análisis |
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El fin de una guerra suele significar en Afganistán el comienzo de una nueva. Incluso si la guerra de Estados Unidos y la Alianza del Norte contra los talibán acabara pronto, esto no traería automáticamente la paz al país. Existe el peligro real de que estalle la violencia entre las milicias pashtun del sur y las tropas tayikas, uzbekas y chiítas que conforman la Alianza del Norte. Nombres de ayer y anteayer de repente vuelven a sonar. -En 1973, el rey Zahir Shah, de 87 años, fue derrocado por su primo. Ahora, el ex monarca pashtun podría ser el as en la manga de Occidente para un futuro gobierno de unidad nacional. - Desde hace años, el tayiko Burhanuddin Rabbani, de 61 años, es un presidente sin tierra. Ahora quiere desempeñar el mismo papel que tuvo antes de ser expulsado por los talibán. - También parecía que hubiera pasado definitivamente el momento del uzbeko Abdul Rashid Dostum, de 47 años. Dirige unas tropas que han cometido numerosos asesinatos y violaciones, pero se ha convertido en un aliado de Estados Unidos. En los 22 años de guerra civil que ha sufrido Afganistán, las brechas entre los distintos grupos étnicos se han profundizado cada vez más. Los muyahidin armados por Occidente se dividieron según criterios étnicos y, tras la salida de los soviéticos, comenzaron a luchar entre sí. Los talibán son pashtun. Esto ha tenido consecuencias sobre la población, algo que se pudo ver claramente en Kabul en los últimos años. Antes, los habitantes de esta ciudad se sentían ciudadanos de la capital, y el origen e idioma de cada uno sólo tenía un papel secundario. Hoy los tayikos desconfían de los pashtun, y los chiítas hazara, identificables por su rasgos mongoles, tienen miedo de todos. Oficialmente, nadie quiere dividir Afganistán, aunque tampoco se descarta la opción. Pero si el sur del país se transforma en un "Pashtunistán", las consecuencias para el vecino Pakistán, donde el 15% de la población es pashtun, son impredecibles. Una y otra vez se habla de la "Loya Jirga" -el Gran Consejo de jefes tribales, ulema y otros representantes- como de una especie de asamblea constituyente para el futuro Afganistán. Pero este país nunca ha tenido un gobierno centrista. Cuanto más fuerte es la presión para unificar Afganistán, más rápidamente podrían revivir los viejos conflictos, temen los escépticos. |
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