Viernes 30 de noviembre de 2001

 

"Cacique, ¿sabe cómo viene el invierno?"

 

Carlos Casalla, autor de "Los pioneros del sur", presenta oficialmente el mural "El Gran Lago" y un video-documental sobre la obra. Hoy a las 20:30 en el Hotel Nevada de Bariloche.

 
En una postal dentro de la postal, del muchas veces fotografiado San Carlos de Bariloche, Carlos Casalla saluda desde la ventana del café Munich. Lo hace con afecto: "Vaya, vaya, no hay apuro, después nos vemos", nos dice con el gesto. Lleva una camisa blanca y un pañuelo rojo al cuello. Bebé café.
Un año atrás periodista y entrevistado compartían una tarde soleada en un restaurante de Las Grutas. Entonces Carlos tenía un aspecto menos cordillerano y, por lo tanto, recordaba definitivamente a Charles Bukowski, aquel escritor maldito de Los Angeles. Pero a un Bukowski más amable que el original. Será por la barba blanca, el corpachón de leñador, su andar sin premura.
Ahora, la "pinta" es otra. Se lo ve aplomado, como esos jugadores que ya en su madurez encuentran los resquicios de la cancha para proteger la pelota de las generaciones con sed de títulos.
En algo que consideramos un privilegio, visitamos sin ruidos exteriores, un rato después del saludo y un rato antes de la charla, "El Gran Lago", el mural de su autoría colocado en la sala de convenciones del Hotel Nevada. Un empleado prendió las luces y, en esa extraña soledad, el cuadro cobró vida frente a unos ojos curiosos. El mural funciona en muchos niveles. Apenas si comienza en la historia de la región. También refleja la psicología de los protagonistas, sobre un escenario fantástico: su geografía. Un fresco donde el sueño budista de la transmigración se erige como un fantasma de muchas cabezas. Estremecedor.
Hoy a las 20:30 presentará oficialmente el mural en ese mismo hotel con la presencia de amigos y autoridades. Será la oportunidad de dar a conocer además el video-documental "El Gran Lago", una extensión lógica y necesaria de su obra.
"¿Cuál era el andar de los paisanos de entonces?", es una pregunta que se ha hecho Casalla en estos años de intenso trabajo. Para volcar historia y fantasía, cuadro por cuadro, en su tira que publica diariamente "Río Negro", debió encontrar algunas respuestas. "Y... seguro que caminaban distinto, no como ahora", dice en una entrevista de cara al lago Nahuel Huapi.
-Tenemos la impresión de que el hombre de entonces caminaba con las nalgas más cerca de la tierra.
-Es posible, tenía otra relación con la naturaleza.
-Un andar más rudo, cada vez que pisaba la tierra levantaba polvo.
-(Risas)... sí, es buena esa idea. El hombre de hoy vive corriendo y poco le importa dónde pisa. Entonces había tiempo. El hombre de campo no está nunca apurado.
-¿Cómo es la doble tarea de desentrañar la historia y el gesto cuando realiza este tipo de obras o encara una tira de cómics?
-Es complejo. Por un lado está el dato histórico, por el otro los protagonistas. Hay que pensar en sus comportamientos, en sus gestos. ¡Hay que inventar una persona!
Este no es el primer mural que hace Casalla sobre el tema. Tiempo atrás dibujó uno para una empresa privada. Lo curioso es que hoy adorna la oficina de reuniones de un grupo de directivos. Allí descansa en silencio.
-El hombre siempre es la suma de lo que vive. Desde ese lugar establece el vínculo con el arte. En usted confluye el amante del tango, el historiador, el músico, el dibujante de cómics.
-Todo termina relacionándose. Para hacer una obra de este tipo uno debe ponerse en situación, pero también hacer volar la imaginación con los elementos que se tienen. Vivimos en una época totalmente distinta. Piense en que hace 70 años muchas cosas se resolvían dándose la mano y chau. No había papeles ni nada, la palabra bastaba.
-La palabra tenía un valor de cambio distinto. Incluso, creo, se usaba menos que ahora. Bueno, ahora se usa sobre todo la imagen.
-Y el silencio no era considerado una cuestión agresiva. El silencio era un elemento más de la relación entre las personas.
-En "Los pioneros del sur" se nota esa característica. Los personajes dicen menos cosas, pero son claras. No sobra nada.
-Es una tarea que requiere disciplina, como el periodismo. El cronista sabe que deberá viajar, ir de un lado al otro. Y la familia por ahí lo mira como diciendo "¡Estás loco!". Pero el tipo hace su vida, no puede hacer otra cosa.
-Es su karma.
-Sí, es su vida. Yo hago la historieta cada día como si fuera a entregarla mañana. Porque sé que no puedo retrasarme. Sólo la historieta se lleva dos horas y media o más. Luego está el trabajo de investigación.
Dentro de ese andar sin apuros, Casalla tiene una actividad constante. La música, el arte del cómic, el mismo documental que presentará en unas horas, son una parte de su agenda. Tanto como integrar la actividad cultural de Bariloche, que es cada día más fuerte a pesar de la crisis.
En uno de los pasillos del Llao Llao, en el marco del Festival Musical, Casalla recibió con gesto papal los saludos de sus admiradores y con modestia el grabador de un periodista de Buenos Aires. "La Patagonia es una fuente de historias increíbles", dice.
-Siempre se es pionero en esta tierra del fin del mundo. Hay anécdotas fantásticas.
-Dígame una y le doy otra.
-Tengo una del sur de Chile. Era el año 1935 y los anarquistas estaban por marcar un récord de días de huelga en Puerto Natales.
-El movimiento anarquista obrero.
-Exacto. El asunto es que un día, el que me contó la anécdota y sus amigos, que eran unos chicos nomás, estaban en el puerto tirando piedras, cuando apareció un buque de guerra, el "Baquedano", lleno de militares armados. Venían a terminar con la huelga. Pero los pibes, que estaban aburridos, fueron a recibirlos como quien recibe a un turista. El comandante realmente no entendía el júbilo. ¡Venían a masacrarlos! Hay que imaginarse lo que sería una huelga en el año "30 en Magallanes. Producto de esta inocente bienvenida, los soldados bajaran a la ciudad, pero sólo a reconocer el terreno. Natales les dio una fiesta. Estuvieron una semana entera, dejaron varias chicas embarazadas y después se fueron. El comandante alegó: "En Natales la gente es amistosa y no hay peligro de violencia". Fue la primera vez que se hizo el amor y no la guerra.
-(Risas) ¡Muy buena! Increíble. Me hizo pensar en el intercambio de culturas. Resulta que en una parte del sur, un grupo de gringos estaba muy preocupado por el invierno que se avecinaba. Entonces comenzaron a cortar leña a lo loco, el padre, los hijos, los nietos y dele que va con la sierra. Hasta que un día, después de cortar no sé cuanto árbol, dijeron: "¿Por qué no le preguntamos al cacique? El debe saber cómo se viene el invierno". Así que fueron a lo del viejo y le preguntaron: "Usted que tiene tantos años de experiencia cacique, ¿sabe cómo viene el invierno? Y el tipo les responde: "Y... la verdad que no sé, pero si los gringos cortan leña como locos, debe venir bravo".
-(Risas)... ¿Alguna vez se le ocurrió ser una caricatura?
-Sí, pero no cualquier caricatura. Hay personajes que son buena gente y otros que mejor perderlos que encontrarlos.
-Como en la vida.
-Como en la vida.
Claudio Andrade
candrade@rionegro.com.ar
   
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