Lunes 26 de noviembre de 2001

 

Bailando con los sueños

 

Aprendió el arte del "dos por cuatro" en el estudio de Margarita Casares de su cuidad natal, Neuquén. Poco tiempo después su carrera tendría un salto cualitativo que no había imaginado. Por estos días Lautaro Cancela es compañero de baile de Julio Bocca. "Al principio me sentí bastante intimidado. Creo que cualquier bailarín, más allá de la disciplina en la que esté, sentiría que llegó a lo más alto bailando con Julio", le contó en una charla a "Río Negro".

 
Hasta agosto el neuquino Lautaro Cancela jamás había visto bailar a Julio Bocca. El arte del tango, que aprendió apasionadamente en 1995 en el estudio de Margarita Casares de su ciudad natal, le permite trabajar y conocer lugares, tan exóticos como el emirato árabe de Dubai, donde vivió durante 7 meses. Pero un día su destino cambió, y mucho tuvo que ver el hecho de que su pareja de baile optara por irse a vivir a Italia y él se viera necesitado de nuevos proyectos. Hoy Lautaro es participe clave de un éxito que lo tiene como compañero de baile del mismo Julio Bocca.
-¿Habías imaginado alguna vez un presente como éste, bailando con Julio Bocca y ante 700 personas en cada función?
-La verdad que no. Cuando yo vine a Buenos Aires, en el "97, venía a ver si mi locura por el tango podía dar algún fruto. Por suerte conseguí pareja ni bien llegué y en menos de dos meses había empezado a trabajar en un bar de San Telmo. Pero de ahí a pensar en algo así hay un largo trecho.
-¿Incidió esa suerte en tu llegada a "Bocca Tango Maipo"?
-Tal vez la suerte pasó por haberme incorporado como aprendiz Tangoquinesis, la compañía de Ana María Stekelman, la coreógrafa de la mayoría de las obras de Julio Bocca. Ella fue la que me hizo audicionar para Bocca Tango Maipo.
-Al presentarte a esa audición, ¿sabías exactamente para que papel era?
-No, no lo sabía. Yo suponía que era algún papel de acompañamiento. Recién me enteré de que se trataba al presentarme en el primer ensayo, tras haber superado la selección.
-¿Cómo reaccionaste cuando supiste que bailarías con Bocca?
-Al principio me atemorice, me sentí bastante intimidado. Creo que cualquier bailarín, más allá de la disciplina en la que esté, sentiría que llegó a lo más alto bailando con Julio porque es el referente máximo de la danza argentina. Encima a mi me toca bailar sólo con él en el escenario. Por otra parte todo se hace con tanta profesionalidad, con semejante grado de organización y coordinación, que no queda demasiado espacio para pensar en lo que está pasando, si es difícil o no. De un día al otro tuve que ponerme a bailar, adaptarme a él y listo. Además si me pusiera a pensar mucho en donde estoy, no podría hacer nada porque es una experiencia muy fuerte para sobrellevar como si nada.
-Más allá de su figura, tuviste que empezar a bailar en pareja con un hombre, con todo lo que implica.
-Los primeros días fue muy difícil y confieso haberme sentido incomodo, no sabía como resolver algunas situaciones. Con una mujer se generan ciertos movimientos, ciertos silencios, otro tipo de abrazos, elementos muy utilizados, que al espectador le transmiten una carga emocional muy fuerte. En cambio con un hombre todo cambia, deben buscarse nuevas formas, como por ejemplo la proyección de la mirada, y si bien durante los primeros días las coreografías eran impecables, ahora nos vamos naturalizando y salen cosas nuevas que armonizan la estructura. Pero igual continua siendo difícil.
-Una vez superada la incomodidad inicial, ¿cómo te fuiste vinculando con él ?
-Julio es una persona llevadera, abierta, y eso facilita la relación laboral. Además ayuda el hecho de que no se involucra en la dirección de nuestras piezas, hay una asistente encargada de eso. También es cierto que mi relación con él es distinta a la de los integrantes del ballet. Igualmente, después de terminar mi parte, me cambio lo más rápido posible para ir a verlo bailar, porque siento como si estuviera haciendo un curso acelerado de danza.
-¿Cómo lidias con esa responsabilidad?
-Ante todo aprendo de ella. La responsabilidad que recae sobre mi me está enseñando mucho, porque no permite lugar para el error y porque al bailar con Julio Bocca todo es tan perfecto que uno necesita estar constantemente atento. La mínima duda te mata y cualquier equivocación tiene una repercusión única, incomparable con la de cualquier otro lugar donde haya bailado.
-Pero tenías la experiencia de haber bailado en el Teatro Cervantes y en el Alvear.
-Sí, pero aquellas veces fui como partícipe de distintos ciclos o como acompañante de orquestas. En cambio en el Maipo estoy en el centro de las miradas y acá tenemos cinco funciones semanales a sala llena, cosa que jamás me había sucedido.
-Lo cual habla de un éxito importantísimo.
-Por eso hubo que agregar un mes más de funciones. Y, por suerte, además las crítica han sido excelentes, tanto en lo referido a la generalidad de la obra como a la pequeña parte que me toca.
-¿La idea de la obra surge a partir del prototipo clásico del tango entre hombres, de la época en que se bailaba en los prostíbulos?
-En realidad no, existe un diferenciación clara con aquel modelo. No se busca mostrar a dos "malevos" bailando juntos, como si estuvieran jugando o peleando. Simplemente se optó por tomar la imagen de dos hombres y agregarle una serie de elementos modernos. Además se quiso armar algo elegante, de ahí los detalles como el de bailar la primera pieza vestidos con galera y frac.
-Obviando la concentración necesaria para bailar a la que hacías referencia anteriormente, ¿qué más modificaste en Bocca Tango?
-Un montón de cosas, vinculadas sobre todo a lo corporal. En un teatro como el Maipo es necesario canalizar las expresiones de una forma distinta a la de un lugar más chico. Todo tiene que ser más marcado, más fuerte, debe ser visto hasta por el último espectador. Y esto cambia todos los movimientos, los vuelve más definidos. Además aprendí a contemplar al otro de una manera diferente, a darle una importancia distinta a su presencia.
-La mayor parte de tus estudios los hiciste con Roberto Dinzel, conocido por tener una forma de enseñar distinta a la de la mayoría de los maestros. ¿Porqué elegiste estudiar con él?
-Ante todo porque no tenía referencias de otra persona. Después, cuando conocí mejor el ambiente, no me arrepentí de haberlo elegido. Hoy puedo afirmar que él fue mi maestro, y lo sigue siendo aunque ya no tome clases con él. En cuanto a su metodología de enseñanza Roberto prepara a sus alumnos en una serie de aspectos que van más allá de lo netamente estructural. Trabaja mucho desde lo esencial, como por ejemplo haberme tenido una semana y media haciendo el paso básico. Con él se vive un aprendizaje lento, muy lento. Pero tiene que ver con la importancia que le otorga a la búsqueda de la combinación entre lo físico y lo emocional. Te hace trabajar con lo que llevás adentro tanto o más que con el cuerpo, para poder así formar un todo. También trabaja mucho el tema de la conexión entre la pareja. Son elementos que hacen al baile, porque la mecánica del tango no sirve si no se complementa con los sentimientos.

La ansiedad por aprender

-¿Tenés ya planeado el futuro después de la finalización de Bocca Tango Maipo?
-No del todo, por ahora sigo ensayando con mi compañera y supongo que en su momento volveré a trabajar como lo hacía antes, en confiterías o restaurantes.
-¿Cuáles son tus vínculos, hoy por hoy, con Neuquén?
-Allá están mis padres y parte de mi familia, así que esporádicamente vuelvo, pero por ahora no volvería a vivir allí porque no podría dedicarme a lo a que hago. Yo vine a Buenos Aires a ver si mi locura del tango derivaba en algo y por suerte pasó lo que quería y más.
-¿Qué opinión te merece el nivel del tango regional?
-No es demasiado alto, pero la última vez que fui sentí que había mucha gente ansiosa de aprender, de incorporar cosas nuevas y eso es muy importante.
-¿Escuchas mucho tango en tu tiempo libre?
-La verdad que optó más por Serrat, Pablo Milanés o algunos otros músicos cubanos, pero no porque no me guste escuchar tango. Sucede que al trabajar con esta música es necesario abstraerse un poco.

La opción vital

Vive con 2 hermanas, Laura (estudia abogacía) y Lucia (estudia psicología). Tiene un hermano, Lisandro, que está en el secundario. Su padre, Ricardo, es abogado y su madre, Graciela, es maestra jardinera. Ninguno de los dos desarrolló actividades artísticas. Su presencia en esta obra revolucionó a la familia, vinieron a verlo sus padres, pero también sus abuelos y tías y durante un mes fue el tema de conversación de la familia. Al principio, cuando vino a Buenos Aires pensaban que lo hacía por hobby. Él dice que nunca hizo nada por hobby. Cuando vino a Buenos Aires, vino a estudiar Comunicación Social y después cambió por Sociología, pero llegó un momento en que tuvo que decidir entre bailar y estudiar y optó por bailar. Antes de venir acá estudió tango poco más de un año en Neuquén. Empezó a bailar tras haber hecho un curso gratuito de una semana organizado por la municipalidad de Neuquén y que dictó un ex alumno de Dinzel.

Rodrigo Orihuela

   
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