Sábado 24 de noviembre de 2001
 

¿Qué sentías mientras escuchabas a Chopin?

 
 
Un poema viene a cubrir el espacio que queda entre nuestro deseo y el acto que lo convertiría en realidad. El hecho anularía el verso. Parafraseando a Pierre Rey, el autor de "El Griego" -y vaya a saber uno a quién parafraseó él porque la historia del arte, como dijo Peter Gabriel, es también la historia del robo-, el arte siempre es una carencia.
No hay poema ni música posibles sin la sonrisa de la chica de ojos tristes que asiste a los conciertos. No hay escultura ni ópera, sin los amores contrariados, el hastío, el desengaño y el engaño de los protagonistas de este curioso caldo llamado vida. Y aunque el arte sirve en muchos casos para alimentar vanidades -las de los que saben o dicen saber, las de los que lo hacen, las de los que pueden permitírselo-, su función más adecuada es salvarnos de la ordinaria locura.
La nostalgia permanece allí después de escribir o leer ese poema, pero ya podemos mirarla con otros ojos. Más en sintonía con el universo, y esto parafraseando a la New Age. En su poesía Oliverio Girondo era capaz de perdonar narices como zanahorias, pero no el que una mujer no supiera volar. De tal agobio, el de la búsqueda sin suerte, nació su obra.
"¿Qué te pareció?", preguntan todos una vez que las luces se han prendido para ya no apagarse. ¿Qué te pareció? También podríamos preguntar ¿qué sentiste?, pero la respuesta vaya si sería un tanto engorrosa. ¿Qué sentiste con Rembrant? ¿Qué sentiste con Tom Waits? ¿Qué sentiste con Fernando Pessoa? Y una pregunta realmente complicada sería ¿qué pensabas cuando escribías lo que escribías ayer por los sueños que has perdido y los ojos que no conquistarás? ¿Qué sentías mientras escuchabas a Chopin?
En la lucha diaria nos olvidamos de que las obras son, por lo general, la necesidad de otro que explica la nuestra. El arte no está reservado a los genios o a los entendidos. En un momento de la charla, Lavandera dijo: "La música es libre". Antes que nada la música debe quedar libre de prejuicios.
Cada cual puede ejecutar sus propias obras y establecer los parámetros de su crítica. Escribir el poema de los futuros imposibles nos aquietará la desesperación de sabernos mortales. Medio segundo después de que la última palabra sea dicha habremos conquistado esa libertad. (C.A.)
   
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