Jueves 22 de noviembre de 2001
 

El sonido que vive en las diferentes formas del silencio

 

El martes brindó su recital Antonio De Raco.

 
Dicen que alguien se lo mencionó ya tarde en el restaurante del Llao Llao y que no le gustó. A los maestros no les hacen gracia las comparaciones. Aunque ésta es obvia. Cuando Antonio De Raco se adelanta sobre el teclado en una posición de respeto y constricción hacia su instrumento, recuerda la propia constricción de otro músico brillante, Claudio Arrau. Más fuerte se hizo el paralelo al escucharlo ejecutar una pieza de Beethoven. En vida, Arrau fue uno de los mayores intérpretes que tuvo el compositor.
La jornada estuvo señalada por la emoción que empieza en la música pero termina en cuestiones que finalmente la exceden. Temas del alma.
No resultó por tanto un encuentro tradicional. Antonio De Raco desarrolló un programa que requiere de una sensibilidad extrema. "La Sonata N 17, op. 31, N2, en re menor ("La tempestad")" de Beethoven y las "Fantasías op.116" de Brahms, tienen momentos en los que la digitación debe reflejar imágenes sumamente frágiles.
De Raco ha llegado a esa frontera privilegiada en la cual puede sentirse cómodo con el silencio. Hoy su interpretación descansa sobre esos espacios virtuales entre las notas. Menos que el sonido y más que el silencio.
Extraña forma de sabiduría que ya cultivaron los maestros zen, capaces de integrarse a la naturaleza y reflejarla sin adjetivos en sus poemas -sólo con su respiración- una vez que han alcanzado la Iluminación.
El ritmo de los corazones, de las idas y venidas de los pechos que se estremecieron en la sala, se ralentizaron. Los espectadores descubrieron que había otras velocidades en el ciclo de su ser.
En el momento más alto del recital, De Raco ejecutó "Fantasías op. 116" de Brahms, donde estas virtudes, esculpidas por la experiencia y la lucidez, se pusieron en indiscutible evidencia.
Sus dedos apoyados delicadamente sobre el piano, el cuerpo utilizado como una prolongación de la madera y el marfil, casi encogido, y un sonido perfecto, tan suave que deberíamos redimensionar los alcances de ese adjetivo. Un universo sin dimensiones precisas escapando hacia la sala.
De Raco fue homenajeado por la organización de la Semana Musical Llao Llao, la que le entregó una clave de sol, en un premio simbólico por su trayectoria. "Esto me obliga a hacer un bis", dijo apenas el pianista.
Llegó Chopin, un nuevo aplauso cariñoso y las comparaciones molestas entre un grande y otro.


Claudio Andrade

Foto: Dos momentos de la noche del martes, en pleno concierto de Antonio de Raco.

   
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