Miércoles 21 de noviembre de 2001
 

Del vértigo a los fiordos del sonido

 

El lunes se presentó en el Llao Llao el Trío Argentino. Fue un recital de emociones encontradas, que en su primera parte terminó con varios miembros del público de pie y aplaudiendo.

 
Hace unos cuantos años ya, Vicente Huidobro inventó el diálogo de pájaros. El poeta, uno de los más exquisitos creadores de imágenes que ha dado la literatura universal, ideó un conjunto de palabras y sonidos que se escapaban de sus obras con formas de árboles e iglesias, cuando las que conocía, y Huidobro conocía muchas, se le antojaron pocas. Aun así, quien lea los relatos de estos plumíferos Huidobrianos, encontrará coherencia en la expresión y la rítmica de las frases. Buscando lo nuevo encontró lo eterno.
Hay instantes en la obra "Trío en re menor N1 op. 49" de Mendelssohn en que los instrumentos mantienen un sigular diálogo entre sí. En especial las cuerdas. Cuando el violín dice y el violoncello acota. Uno interroga, el otro responde. Entre ambos arman el puente por donde pasan los afectos. Diálogo de otros seres, no menos talentosos que los pájaros de Huidobro.
El final de la obra de Mendelssohn interpretada por el Trío Argentino calentó el ambiente. Elevó las sensaciones, provocó los primeros gritos de la Semana Musical Llao-Llao. El "¡bravo!" necesario que a veces se escapa detrás de los aplausos.
El Trío Argentino -Elías Gurevich en violín, Jorge Pérez Tedesco en violoncello y Fernando Pérez en piano- consiguió allí una de las altas cumbres. Un lunes, sí, un lunes, llegaron a un pico que revolucionó el alma de unos cuantos de los más de 300 espectadores que presenciaron el recital.
Se fueron pero debieron volver antes de comenzar un breve descanso. La gente se notaba alegre, alguno apuró, todavía levantándose de su silla, el categórico: "Esto fue lo mejor".
Ese final, tan heroico, conducido sin fisuras por el temple apasionado de un sólido violinista como el Elías Gurevich, acaso quede como uno de los grandes momentos de este año. Por qué no.
En la segunda parte, el Trío Argentino hizo el "Trío en la menor" de Maurice Ravel. Fue una sensación poco común. En parte porque el público volvía con el ánimo caldeado, en el mejor de los sentidos, después de la plenitud lograda con la anterior obra. Pero Ravel, aunque famoso y conocido en un rango casi pop por los amantes de la música, tenía guardados otros sueños. "El Trío en la menor" es una pieza compleja. A ratos arisca, exigente para los que la hacen y los que la escuchan. Un segundo de desconcentración y ya puede quedarse uno viendo hacia otro norte.
La ejecución del grupo semejó a un barco bien capitaneado que navega por los fiordos de Tierra del Fuego. Intensa pero sobre todo muy cuidada. Cada oleaje podía significar una cosa distinta, allí, negociando con la precisión y los matices de la composición de Ravel, el Trío Argentino mostró un nivel rotundo. Claro, no era una pieza para bailar sobre las sillas sino para escuchar como si el delicado equilibrio del planeta dependiera de su comprensión.
Lo más árido del cruce entre un océano y otro no se resolvió sino hasta el último segundo: tensión, encrucijadas entre nota y nota.
Una milinésima de tiempo después de que el sonido se apagó, se podían percibir algunos gestos de alivio, respiraciones entrecortadas, manos sudorosas. No es por nada, músicos y espectadores habían atravesado un nuevo estrecho. (C.A.)

Antonio, el maestro

Ayer por la noche se presentaba el maestro Antonio de Raco. El programa incluyó "Fantasía en re menor" de Mozart, "Sonata N17, op.31, N2, en re menor ("la tempestad")" de Beethoven y "Fantasías op. 116" de Brahms. Raco, artista de fama mundial, ha tocado en distintos países de latinoamérica, Estados Unidos y Canadá. También realizó diversas presentaciones en Europa. Ha sido jurado de concursos nacionales e internacionales.

La milonga de Stampone

Hoy es el turno de Atilio Stampone y su Quinteto. Stampone, uno de los grandes de la música tanguera, presentará un repertorio apasionante para los amantes del dos por cuatro. La milonga "La Puñalada", "El Choclo", "Taconeando" y "El día que me quieras" son algunas de las obras que interpretará con su quinteto.

Postales de una semana de música

Los detalles hacen al conjunto. Y algunos ni siquiera son detalles.

* Se repitió este año la experiencia de la Orquesta de Cámara Juvenil "Cofradía", dirigida por Diego Díaz y Kioko Kurokawa. El sábado pasado los jóvenes se instalaron en el aeropuerto de San Carlos de Bariloche y le cantaron a los primeros participantes del encuentro pero también a muchos de los pasajeros que fueron llegando en el transcurso de la tarde desde distintos lugares de la Argentina y el mundo. Una forma de decir ¡aloha! con estilo patagónico.

* Al festival de música asisten turistas de Córdoba, Rosario, La Plata, Buenos, Aires y el Alto Valle. También hay numerosos turistas europeos y americanos.

* Los jóvenes de la Orquesta de Cámara Juvenil "Cofradía" tienen la posibilidad de asistir a los conciertos mediante una donación voluntaria y simbólica que ponen dentro de un sobre cerrado. Los músicos de la zona acceden a entradas con interesantes descuentos.

* Entre el público ha estado Leo Sujatovich, ex-tecladista de Spinetta Jade, productor de Los Enanitos Verdes.

* El piano, Boston, fue traído desde Buenos Aires para la ocasión.

* El violinista Rafael Gintoli adelantó especialmente su viaje para poder presenciar (y según rumores participar en lo que será una sorpresa para el público de esa noche) el recital del maestro Atilio Stampone y su Quinteto.

* El domingo se realizó una cena de gala de la que participaron en su mayoría turistas, durante la cual se promocionó la música local. En esta oportunidad estuvo el grupo La Fragua, que interpreta música de The Beatles con instrumentos andinos.

* También estuvo el mago Julián capaz de hacer múltiples trucos, aunque esa noche buscaba con desesperación hilo y aguja para coser un botón de su traje.

Opinión: Excelencia

Lo que sucedió el lunes tiene que ver con la excelencia. Artistas y obras en una conjunción maravillosa. Una posibilidad para este concierto era poner en la segunda parte del programa el "Trío en re menor" de Mendelssohn y concluir el encuentro con un clima caliente, dado por ese final vertiginoso y virtuoso. Era una opción. Pero también había otra, y es la que adoptamos. Pusimos a Mendelssohn al principio, con lo cual ganamos atención, en el buen sentido de la palabra, para esa segunda parte que era la más compleja. Menciono la palabra excelencia porque con estos músicos y las explicaciones de Abel López Iturbe, tuvimos la oportunidad de escuchar mejor predispuestos una obra sumamente compleja como "El Trío de Ravel". Llegamos al final de la primera parte con un clima de fiesta y nos preparamos luego a escuchar esta obra maestra del siglo anterior. Una composición donde confluyen diferentes culturas que reflejan la estética de la época. Son notorias las reminiscencias españolas, los modos griegos y los detalles de Oriente. Esta obra nos pone en otro lugar, un sitio más ambiguo que el de la obra de Mendelssohn. Vivimos el diálogo maravilloso de los instrumentos en la primera mitad y luego la convergencia de civilizaciones. La experiencia nos enriqueció a todos.
Martín Nijensohn

   
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