Lunes 19 de noviembre de 2001

 

Los climas y los afectos del sur profundo

 

El sábado por la noche realizó una notable presentación el Cuarteto Almerares. Hubo aplausos y bises. Ayer fue el turno de Susana Moncayo, Fernando Pérez y el Trío Argentino.

 
Hay quien ha visto en el sur profundo llover mientras el sol puja por hacerse de un lugar entre las nubes. Rara sensación la de sentir el calor en el rostro a la vez que nuestra sorprendida nuca recibe un chaparrón de agua fresca. Y esto en primavera, mejor no hablar de los fenómenos del invierno o del verano que está por llegar a la región.
Acerca de los raros acontecimientos climáticos nos quedamos reflexionando la noche del sábado, después del recital que brindó el Cuarteto Almerares en el marco de la Semana Musical Llao Llao.
La premeditada acción del recital. Su juego, su entrega a pesar de los peligros que implican ciertas opciones, estaban conectados -Dios o Sartre sabrán de qué manera- con este asunto del clima y la temperatura.
El Cuarteto Almerares optó por revolucionar nuestro termómetro interno a fuerza de fríos y calores que estuvieron yendo y viniendo durante toda la noche. Fueron generosos y, en una jerga futbolera (perdón puristas), no se guardaron nada a pesar de lo complejo de las obras que interpretaron.
Primero la acción densa, reptante de Mozart cayendo sobre las vidas de los que allí estaban (si esperaban un rato de oxígeno, lo obtuvieron). Un inicio que desde las sombras se eleva hasta la construcción de un edificio sonoro indescifrable. Es el compositor desterrado a un compartimento de su mente y que logra salir y devolver su conflicto al mundo en la forma de una tormenta. El Cuarteto se hace fuerte cuando llama la intensidad sobre el costado sutil de las notas, en ese instante en que la partitura pide un susurro.
De ese paisaje saltamos al otro (por suerte estábamos avisados por el programa), la "Serenata en Re mayor" de Turina. No nos queremos poner pesados, pero ahí fue cuando brilló el sol. Sentimos esa sustancia española que atraviesa gran parte de lo que hoy la tecnología nos lanza por la radio: desde Paco de Lucía, pasando por Alejandro Sanz, hasta el barítono Carlos Alvarez. En rigor, Turina se inspiró en el folclore andaluz para componer música sinfónica y obras para piano.
El "Cuarteto en sol" de Debussy no cerró la noche pero la cerró. Nos explicamos: era el final del programa estipulado por el grupo y también la última pieza de ese interesante rompecabezas armado para la ocasión. Luego vendrían tres obras más en homenaje al público que quería prolongar la noche.
Pero Debussy sí fue un cierre afectivo. Resultó el momento más alto de la noche. El Cuarteto Almerares dio pruebas de que deseaba hacer el recorrido completo por la cuerda levantada a gran altura por sobre nuestras cabezas. La de Debussy, una composición sugestiva, perturbadora como una mujer y extraña como su mente. Así sucedió. Todos las cartas fueron puestas sobre la mesa: el sombrío espectáculo de los sentimientos, la luminosidad de una tarde andaluza (y por lo tanto universal) y el viaje de Dante entre paraísos, infiernos y purgatorios.

Claudio Andrade

   
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