Domingo 18 de noviembre de 2001

 

La música que nos conmueve

 

El Cuarteto Almerares dio el primer concierto de la Semana Musical Llao Llao.

 
"La música que no me estremece no me importa", decía el filósofo rumano E. M. Cioran, quien declamaba un amor furioso por Bach y el tango. Al que de paso le reprochaba haberse vuelto en los "80 un poco blando.
Y para qué negarlo, la aseveración es cierta. Nos hemos acostumbrado a tomar las mismas frutas del menú que cada día nos ofrecen las cadenas de distribución.
Unos pocos sabores de la inmensa gama que posee el universo musical. Razones de mercado, dirán algunos. Educación, exterminio de ciertas libertades, holgazanería, podrían argumentar otros.
El punto es que aquí estamos en una apabullante sala del de por sí atractivo y majestuoso Hotel Llao Llao de San Carlos de Bariloche a punto de iniciar una semana con opciones sonoras, rítmicas y estéticas de otra índole. Despojadas de las estructuras de mercado. Simplemente buena música, sin maquillaje (salvo el que usen las damas), sin videoclips, sin Emilio o Gloria Estefan haciendo los arreglos.
Un grupo de gente, su alma, los músicos y la suya, es decir: aquello que sale mansamente de sus instrumentos.
La Semana Musical del Llao Llao es un posibilidad rara, maravillosa en un país en crisis. Del clásico al tango, ida y vuelta, aunque con más clásico que otra cosa. Con la vibración, las formas y las tormentas que son capaces de transmitir las cuerdas. ¡Cuánto amamos a los violoncellos! Algunos recordarán lo capaces que son estos instrumentos de ejecutar la "suavidad del peligro", como decía el poeta español Panadero.
Hace un tiempo unos chicos noruegos se empecinaron en llevar a sus violoncellos la telúrica doctrina de Metallica y bautizaron su primer CD "Apocalíptica". Un estatuto demencial para todas las fronteras generacionales.
Precisamente ayer por la noche se presentó el Cuarteto Almerares que, claro, no optó por el metal, pero sí por el "Cuarteto en Do mayor" de Mozart, la "Serenata en re mayor" de J. Turina y el "Cuarteto en Sol" de Debussy. Fue otra experiencia excitante. Cioran no se hubiera sentido decepcionado, tal como lo evidenciaron el aplauso y el clima de la noche.
Después de que las luces bajaron, el espíritu que no se ve pero se siente en la piel tomó las riendas de nuestros destinos. ¿Quién resistirá cuando el arte ataque?, cantaba Luis Alberto Spinetta hace unos años y él también, cuánta razón tenía en este punto. Héctor y Francisco Almerares (violines), Guillermo Jakubowicz (viola) y Jorge Almerares (violoncello) nos abrieron una puerta al reposo de los números en rojo y del cansancio de estar cansados.
Afuera, las calles de Bariloche lucían algo vacías. El clima tenía un rostro caprichoso. Tal vez la guerra acabe, tal vez las predicciones se cumplan y la Patagonia, por fin, tenga el reconocimiento que tanto espera por parte de esos millones de turistas que, seguro, encontrarán aquí una parte olvidada de sí mismos.
"No me lo voy a perder, de una u otra forma iré en la semana", dice Alejandra, tratando de hacer un espacio en su poblada agenda profesional para poder, ella también, hacer uso de su derecho al arte.
Hoy a las 20 en la Catedral habrá además un encuentro de Coros, organizado por la agrupación Melipal. La música nunca sobra, pero tampoco alcanza. En especial ésa que nos conmueve y que nos importa.
Claudio Andrade
   
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