Jueves 1 de noviembre de 2001 | ||
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Michael Douglas ante la peor pesadilla de un padre |
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Título original: "Don"t Say A Word" . Dirección: Gary Fleder. Producción: Anne Kopelson, Arnold Kopelson, Arnon Milchal
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NEUQUEN (AN).-Luego de los trágicos ataques terroristas, se pensaba que el público norteamericano todavía no estaba de humor para películas oscuras. Sin embargo, el éxito que tuvo el thriller "Ni una palabra" en su fin de semana de estreno fue considerado por la crítica como una muestra de que las cosas vuelven a la normalidad.
Un renombrado psicólogo (Michael Douglas) se ve envuelto en un grave problema. Su hija de ocho años es secuestrada, él tiene una oportunidad para salvarla, sólo que de acceder a los reclamos de los captores, tendrá que quebrantar su ética profesional y además, librar una lucha contra el tiempo, pues sólo le dan ocho horas para escudriñar la mente de una mujer. La historia está basada en el libro de Andrew Klavan, que recibió el Premio "Edgar", otorgado por los escritores de misterio de los Estados Unidos, a la mejor novela de misterio del año por "Don"t Say A Word", emplea una variedad de fuentes para inspirarse en sus historias de aventuras desgarradoras, incluso a su bebé recién nacido. Después del nacimiento de su hija, tras unas cuantas horas de sueño se despertaba cada noche para revisarla. "Una noche", Klavan recuerda, "me pregunté, ¿qué pasaría si me asomo y no estuviera ahí?". A partir de este pensamiento perturbador -que representa la pesadilla de cualquier padre- "los aspectos fundamentales de la historia comenzaron a desarrollarse justo enfrente de mí". A pesar de la mortificación de su esposa, Klavan situó la historia en su propio departamento de Nueva York. Cuando Klavan terminó "Don"t Say A Word", los derechos cinematográficos fueron adquiridos por los productores Arnold y Anne Kopelson. Michael Douglas le imprime un dramático estilo a su actuación como el psicólogo Nathan Conrad, pero además el director tuvo el acierto de rodear a su protagonista de verdaderos actores que transforman el guión en horas de angustia y desesperanza, aunque al final, el ritmo se pierde. Su fuerza radica en las cualidades inesperadas de sus personajes. Por ejemplo, el psicólogo es alguien que parece tenerlo todo. Repentinamente, es despojado de lo que más ama en su vida y lucha en contra del tiempo para recuperar a su hija. Nathan deberá pasar por el mundo de lo insano (el ficticio hospital psiquiátrico Bridgeview, diseñado exactamente según la arquitectura del afamado hospital Bellvue de Nueva York) y de la muerte (un gigantesco cementerio), para salvar a su hija. Su viaje lo lleva a sufrir cambios radicales. "Nathan nunca tuvo que ensuciarse las manos", indica Patrick Smith Kelly. "Para el final, se ha convertido como en un hombre primitivo, determinado a recuperar a su hija a cualquier precio. Piensa que estaría mejor muerto que dejar que su hija sea asesinada". Nathan, se encuentra en el lugar equivocado en el momento equivocado, involucrado en circunstancias extremas más allá de su control y forzado a buscar en sí mismo la fuerza para superar a sus adversarios. |
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