Domingo 21 de octubre de 2001

 

Una radiografía sentimental muestra qué tienen las madres en la cabeza

 

Obsesiones, deseos, preocupaciones, placeres, luchas, constancias. Presencias con ausencias; soledades y compañías; lágrimas y risas; luces y sombras. Todas éstas fueron parte de las respuestas escuchadas a la pregunta "qué tienen las madres en la cabeza". Hablaron ellas mismas, más hijos y maridos. Una disección "especial", para un día tan especial.

  Primero el pecho, cuando bebé; después el muslo de la pierna para sostenerse antes de dar los primeros pasos y finalmente el hombroel muslo de la pierna para sostenerse tiempo después . Todos lugares que una madre brinda siempre y ante cualquier situación para que el hijo apoye su cabeza y pueda sentirse contenido, estimulado, protegido. Si bien con el paso del tiempo el cuerpo de una madre comienza a postergarse y a ser reemplazado como espacio de refugio y contención, difícilmente caiga en algún olvido. Siempre está ahí.
Pero si se deja de lado por un momento el mítico "mi mamá me mima", ¿qué queda?, ¿cuáles son los miedos, las preocupaciones, las ilusiones que tienen las madres?, ¿cómo viven el día a día?, ¿la magia y los malabares son un arte natural en ellas para dar respuestas? En definitiva... qué tienen en la cabeza.

Qué tienen las madres en la cabeza.
Todos los consultados rieron primero. Irremediablemente seguían con un "¿quéééééยด?"
"Va en serio la pregunta", se les aclaraba. Entonces sí surgían las respuestas.
Tienen obsesiones, decían; deseos, preocupaciones, placeres, luchas, constancias. Presencias con ausencias; bajezas con nobleza; soledades y compañías; horarios y más horarios. Poesías y puteadas; lágrimas y risas. Gozos y dolores. Hablaron ellas mismas, sus maridos, hijos, amigos y amigas. Quienes las aman y las detestan (por momentos). Quienes las tienen y quienes las recuerdan.
Esta es la disección que logramos armar.

María Rosa Muga es actriz. Tiene 29 años, un hijo, una mirada llena de brillo y manos que parecen de muñeca: la palma chica, los dedos cortos y las uñas que apenas se ven. Vive en el barrio 14 de Octubre, en Neuquén capital. Asegura que "como madre uno siempre tiene la preocupación de saber si está haciendo bien las cosas como tal. Ésta comienza con el embarazo. Uno está cautivada, asombrada, inquieta, llena de vida. Inevitablemente comienza a dar vueltas la pregunta ¿seré una buena madre?. El instinto dice que sí. Después viene el nacimiento, el primer contacto, darle el pecho (momento único), la primera sonrisa. Una va aprendiendo junto a su hijo pero la pregunta sigue dando vueltas".
"Con el tiempo obviamente aparecen los cambios" dice, "del pañal al calzoncillo, de la cuna a la cama, de las canciones de cuna a los cuentos; otro lenguaje, otra expresión, otra persona con quien relacionarse. La pregunta sigue ahí, pero a esta altura no sólo el instinto dice que sí, que soy una buena madre: ahora viene acompañado por una mirada profunda, por el abrazo más tierno y con un "te quiero mamá"... y ésa es la mejor respuesta".

"Me revisa los oídos por la cera, me huele el aliento, me sigue de cerca las pupilas, me revisa los números telefónicos, me pregunta a dónde voy. Es tan hincha pelotas que si no la tuviera moriría, creo". José Pérez, 14 años, de Roca. Con novia, de 16, a quien la madre de José también huele, disecciona, indaga y persigue, según el testimonio de José, quien jura hablar en serio.

"Que mi hijo sea libre, creador y crítico,a la vez que un alumno impecable. Que se divierta todo lo que pueda pero a la vez que no gaste tanta plata. Que conozca mucha música y muchos libros pero que lea lo que yo leí y que baje el volumen de esa porquería. Que cada paso que dé lo haga más feliz pero que me avise adónde va, con quién salió y qué hora vuelve. En fin, contradicciones". Fabiola Etchemaite, al referirse a su cabeza. Es docente universitaria, alumna de la maestría de Planificación y Gestión de las Organizaciones en la UNC de Roca.

Ojos tremendamente grandes, claros y llorosos tiene Cristina Farías. Acaba de perder a su madre (de más de 70 años) días atrás, en Roca. Desde hace varios años es sostén de hogar; tres hijos (de 10, 8 y 6 años); docente. Confiesa que por estas horas, como nunca, los miedos ocupan casi toda su mente. "A la adolescencia, al futuro tan incierto, a no comprender alguna necesidad que mis hijos tengan y no darme cuenta de ello. A equivocarme". Se siente sola, pero no está sola. Fatiga cuatro décadas en sus espaldas.
Desde Viedma, Betty Lavayén -ex funcionaria de Educación en Río Negro- coincide con Cristina: "la incertidumbre nos mata. ¿Encontrarán trabajo, podrán estudiar, se tentarán con las drogas?". En fin, "ellas son sus hijos: no hay vuelta", sentencia Oscar Guiñazú, pediatra de Roca.

Cristina Nieto tiene 42 años, dos hijos y vive en Alta Barda. Empleada estatal. Habla con seguridad, ejemplifica en todo momento, no duda. "Las madres ante todo son mujeres", asegura: "mujeres trabajadoras, desocupadas, cabeza de familia, que son madres. Mujeres que han dejado de lado sus sueños, sus deseos y su individualidad para ocuparse de los problemas de provisión y supervivencia de su hijo, de su marido o de alguna hija embarazada". "Las madres piensan en horarios, vencimientos, reuniones con maestras, medicamentos, acompañamiento en el desarrollo personal y físico de su hijo, etcétera. Esto hace que una olvide lo que era y quería hacer en la infancia, cuando nos preguntaban: ¿Qué vas a ser cuando seas grande? Creo que ninguna contestaba "mamá". Pero eso fuimos todas, más que ninguna otra cosa".

"El turno del dentista, la tarea, si tienen natación, llevarlos a la escuela, si la plata alcanza, los zapatos que ya no le andan, que sean felices, que puedan elegir, que puedan laburar y vivir de lo que les gusta. Pienso en el padre que les dí, en su falta de compromiso, en...". Pará Liliana, docente universitaria, en los pasillos de la facultad de la UNC de Cipolletti: ya está. Listo.
Horarios, insoportables horarios. "Me preocupa resolver los pequeños problemas cotidianos, llevarlos a natación, a inglés, ¡¡a horario!! Que lleven a la escuela lo que la maestra les pidió, que cumpla con sus responsabilidades. Me preocupa mucho "educarlos", acompañarlos, ayudarlos a crecer. Ser mamá separada, que su padre sea un abandónico, no es poca cosa". Denisse, agotada de tanto llegar a tiempo, también en Cipolletti.

La mañana de Eliana Fernández no ha sido buena. Ya casi es mediodía y aún no ha podido vender una sola lata de gaseosa. Trabaja diez horas por día en un carrito de panchos, es viuda, tiene 51 años y seis hijos. Los tres menores viven con ella en el barrio Islas Malvinas, de Neuquén. Los tres mayores están casados y trabajan como lavacoches. "Hoy en día me resulta difícil ser madre: la plata no me alcanza, no puedo mandar mis hijos a la escuela y no los puedo controlar y acompañar como quisiera"asegura con la mirada perdida en la tapa de aluminio del carro "A veces mis hijos salen de mi casa un viernes y regresan el domingo a la tarde, y yo no puedo hacer nada, salvo preocuparme y esperar a que vuelvan en condiciones, sin que les haya pasado nada".
Le angustia saber que por una cuestión natural algún día sus hijos no la tendrán y que es muy poco lo que les va a dejar. Sueña con la posibilidad de que sus hijos puedan terminar el secundario y algún día llegar a la universidad"; de esa forma, dice, "se van a evitar atravesar por todo lo que estoy pasando yo. Ojalá algún día pueda tener esa satisfacción y tranquilidad ".

Entrar al consultorio de la kinesióloga Marcela Fortuni (33, divorciada con dos hijos, de Roca) es la mejor posibilidad de "escuchar y estudiar" el alma maternal. Por allí desfilan cientos de madres de entre 25 y 40 años que terapéuticamente comparten, en la sala de espera, la vida cotidiana. Compartida y charlada la respuesta con las madres de sus pacientes, Marcela sintetizó: "Nuestras cabezas están centralmente ocupadas por la búsqueda de un sano equilibrio entre ser buenas madres, ser sostén económico y ser profesionales aceptables. En esta pelea, que lleva y necesita del placer de vivir, también está la búsqueda de fórmulas nuevas para resolver el presente: cómo contener, cómo poner límites, cómo acompañar....porque evidentemente las recetas de nuestras abuelas y madres no van más, en cierto sentido....los tiempos que corren son otros".
¿Y el placer? "Siempre está", acota Cecilia Guaragna, pintora, bibliotecaria, 30 y pico, mamá de "La Guille". ¿Hija única? Sí, "todo un tema". Ha comprobado que de todas las dificultades se sale, aún de las más dolorosas pero sabe que enloquecería si le pasara algo malo a la nena.

"Mi vieja tiene fatiga en la cabeza, por las noches de lujurias que le da mi pa". Así habló con indisimulable y arrebatador complejo de Electra, Elena, de 15 años, en una hamburguesería de Roca, junto a sus amigos. Sin ponerse roja, insistió: "en serio, lo digo. Se le nota en la cara. Se lo merece. Todo joya, man".
La sintonía de la desenfadada Elena sirve para trasparentar una sensación que dejaron casi todas las entrevistas: muy pocas madres hablaron del placer. Queda una duda, al menos: todo lo que dejan y entregan por la maternidad, algún goce intenso y tremendo debe tener. Y de eso no se habla mucho. ¿Por qué? "Uno las deja de ver santas cuando pasa a ser madre, también. A partir de ahí yo la empecé a entender más, a tener casi el mismo código; pero eso sí, la onda sacrificada se la saqué de un plumazo", expresó una madre que por estos días no pasa sus mejores momentos. Hecha esta salvedad, sigamos...

"Nueve meses pueden más que toda la historia de la humanidad. No hay con que darle", opina Ebelio Villagra, mecánico de Regina. Más de cuarenta años, soltero, sin hijos. "Lo veo en mis hermanas: los hijos son incondicionales de ellas. Es por el cordón umbilical, creo".

"Ella es mi hija y yo soy su madre. No hubo cordón umbilical de por medio, pero el día que nos conocimos sentí una punzada tremenda en el bajo vientre". Nilda, de Conesa. Más de cincuenta; ahora, también abuela. No cree en el instinto maternal ni que toda mujer deba ser madre alguna vez. Pero reconoce que el día que conoció a su hija el mundo se le apareció distinto.

Vanesa Scheck llegó a Neuquén junto a su hijo hace tres meses de Darregueira, provincia de Buenos Aires. Tiene 22 años, es docente y vive junto a su hermano en el barrio Progreso. "Vine a Neuquén buscando trabajo. Estoy sola y sin dudas cuesta mucho más. El padre me ayuda económicamente, pero cuando hay que salir corriendo al hospital, llevarlo a la guardería o poner la cara debido a algún problema, obviamente tengo que hacerlo yo".
"Una se las rebusca fundamentalmente para que a él no le falte nada. Todo lo hago pensando en los dos. Si yo estuviese sola me podría manejar de otra forma, pero estando con él estoy obligada a hacer algo, tengo que dar respuestas a necesidades básicas que mi hijo tiene y no importa cuándo, cómo y dónde, es algo que tengo que hacer".

Calma. Una sensación de calma total es la que trasmite Blanca Tirachini, defensora del pueblo de la ciudad de Neuquén. Habla en forma pausada, con un tono de voz suave, pensando cada palabra que dice. Tiene 47 años y una hija de quince. "En una madre siempre está presente la imagen del amor, no importa nada más. No interesa lo que pase, una siempre los va a querer y ésta es una referencia fuerte que todo el tiempo está presente".
"Ante la crisis actual y el desempleo la mujer tiene más recursos para enfrentar la situación con más fuerza que el hombre. Por lo general el hombre que pierde un empleo se deprime más fácilmente, le cuesta encontrar una salida. La mujer en cambio hace hasta lo imposible para salir adelante, y esto generalmente crea un peso excesivo sobre su espalda".

"Aprendizaje, paciencia, tolerancia, compromiso y amor. Aprendizaje en el vivir. Paciencia en el dar. Tolerancia en las desavenencias . Compromiso en el florecer. Amor fiel". Textual de Mario Mass, tocoginecólogo de Regina, que peleó con medio mundo para conseguir la legalidad del derecho a la ligaduras de trompas.

"Las madres tienen Alas. Y en ocasiones Anclas. Vientos. Las madres tienen vientos
para poder recoger tempestades. Pañuelos blancos, algunas. Y todas mucho coraje. Dedos, manos, puños, soles (tres en mi caso). Y a veces Nidos. Plenos de ausencias". Marta Gorsky, odontóloga y consejera y miembro fundadora del Consejo de Mujeres de Roca.

Inés Ragni, Beba Mujica y Lolín de Rigoni son Madres de Plaza de Mayo. El tercer jueves de cada mes se juntan en el monumento a la madre, en Neuquén capital, y caminan alrededor de éste durante diez minutos. Siete vueltas aproximadamente. No importa la lluvia, el viento, si es verano o invierno. Siempre están. Con la misma convicción que hace 25 años atrás, cuando caminar por plaza de Mayo con un pañuelo sobre la cabeza era considerado por algunos un rito pagano.
Pone la piel de gallina imaginarlas años atrás bordando el nombre de sus hijos en el pañuelo. Probándoselo por primera vez frente al espejo. Buscándole la forma para que mejor se adapte a sus cabezas. Doblándolo por las líneas que el planchado le ha dejado. Sin embargo hoy se les filtra por la voz una fuerza que por momentos se torna conmovedora.
"Nosotras no elegimos ser las Madres de plaza de Mayo" dice Lolín, "fue la dictadura militar la que nos impulsó a la calle y nos hizo jugar este papel que estamos desempeñando hace tantos años".
"Personalmente, agrega, he tratado de hacer un equilibrio entre la madre común y la de Plaza. La Madre de Plaza es totalmente atípica, porque animarse en plena dictadura a enfrentar al poder militar fue algo ilógico. Sobretodo porque fuimos criadas en una sociedad totalmente machista, donde el rol de madre estaba relegado al hogar. Muchas veces nos acusan de ser duras y frías. Es cierto, las Madres de Plaza somos duras de palabra y acción, pero no perdimos la ternura, no dejamos de ser protectoras, no perdimos el amor, nunca dejamos de ser madres como las demás mujeres"
-¿Con qué imagen le gustaría que las futuras generaciones las asocien cuando abran un libro y vean una foto de ustedes?
-A mí gustaría que piense que nosotras siempre fuimos fieles y leales a lo que nos planteamos desde un primer momento. No quiero reparación económica por mi hijo y tampoco quiero la exhumación de su cuerpo. Siempre busqué y sigo buscando justicia, simplemente eso. Una vez que haya justicia voy a preocuparme por tener un lugar para llevarle una flor. Pero quiero que los jóvenes al ver una foto nuestra piensen "estas mujeres vivieron y murieron sin traicionar a nadie.
-¿Qué cosas la ilusionan? ¿Con qué sueña?
-Con contagiar la alegría que nosotras tenemos para luchar. En el ámbito personal lo conseguí, en mi familia el ejemplo mío ha calado hondo. Pero disfrutaría mucho si contagiara a los jóvenes la pasión que nosotras sentimos al hacer las cosas. Ése es el sueño, la ilusión y el desafío también.

Ingrid Manrique quedó viuda hace ocho meses. Su esposo, Rubén Arias, se quemó a lo bonzo -¿se acuerda de aquel dantesco 13 de febrero de este año?- cuando la Policía lo desalojó, junto a su familia, de una vivienda usurpada en el barrio Confluencia, de Neuquén. Tiene 29 años. "Trato de separar mi rol de madre y el de mujer: soy madre todos los días, me levanto a las siete de la mañana y no paro hasta la noche ocupándome de mis hijos. Pero trato de hacerme mis espacios, para tomarme unos mates, ir a ver una amiga o salir a caminar".
Tiene seis hijos que viven con ella y cobra 150 pesos mensuales por participar en un curso dictado por el gobierno provincial para jefas de familia. Su actitud no es la de viuda de un mártir. Todo lo contrario: no vacila al hablar, sabe lo que quiere y como conseguirlo, enfrenta su realidad con dignidad: "no quiero que mis hijos sean canillitas como su padre, y él tampoco lo quería. Ellos van a tener que sacrificarse para poder ser alguien en la vida. La situación que atravesamos no es la ideal, pero se tendrán que esforzar el doble". Y dice sin dejar dudas: "Tengo ganas de vivir, de luchar y de salir adelante, y ellos me van a tener que acompañar".
Como al pasar, acota finalmente: "Me pregunta qué tenemos las madres en la cabeza... creo que eso, le digo: la vida misma".

Horacio Lara
hlara@rionegro.com.ar
Sebastián Lafón
lafonsebastian@hotmail.com
   
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