Pánico de una pareja de jubilados en un ascensor

Ocurrió el domingo en un edificio del IPVU en Neuquén. La terrorífica caída se produjo entre los pisos 12 y 8º. Anteriores problemas habían hecho reemplazar los artefactos.

NEUQUEN (AN).- Fueron apenas unos minutos. Amanda y Arnaldo subieron al ascensor alrededor de la una y media. Iban a votar, con algún desgano pero decididos. La puerta del recinto de acero inoxidable se cerró hermético y crujió una o dos veces. El habitáculo corcoveó y se deslizó un metro. Y otro. Amanda gritaba desesperada. Imaginaba el recorrido en caída libre desde el piso doce hasta el subsuelo. Con cuatro o cinco golpes en el recinto rectangular, con su mujer histérica y sudando frío, Arnaldo pensó lo peor. "Me acordaba del otro ascensor, que quedó como una lata de cerveza", recuerda el jubilado bancario, de 69 años. Tocaron todos los botones habidos y por haber. "No se podía respirar, y ella tenía la presión por el techo", describió Arnaldo.
El recorrido tétrico se detuvo entre los pisos 8 y 9. "Yo quería salir, quería salir de cualquier manera y pensaba en todos los pisos que quedaban para abajo", cuenta Amanda Ibarroule, de 62 años. Por fin, con ayuda del portero, salieron por un hueco, de unos cincuenta centímetros de alto, por el ancho de la puerta.
El hecho se produjo el domingo en un edificio ubicado en pleno centro de esta ciudad, donde temen que en cualquier momento pase algo irreparable.
"No sé cómo pude salir", admite Amanda quien hace cinco años cayó desde el primer piso hasta el subsuelo con dos de sus nietos, su nuera, una embarazada y otras dos personas.
La mujer tenía motivos para justificar la histeria. Una ambulancia la trasladó hasta la guardia del hospital regional Neuquén donde la atención no fue inmediata porque unos minutos antes habían llegado al nosocomio tres ambulancias con las víctimas del accidente de Picún Leufú. "Acá están los muertos", escuchó decir Amanda quien desde la camilla vio a dos de las víctimas fatales.
"No ve que tenemos una urgencia", le dijeron sin prestarle mucha atención. Amanda quedó atragantada y la atención profesional lejos estuvo de ser una ayuda.
"Los bomberos llegaron rápido, también vino la Policía, de eso no nos podemos quejar. Lo que nosotros queremos dejar en claro es que acá en cualquier momento vamos a tener una desgracia", explicó Arnaldo Ibarroule ayer a la tarde.
El matrimonio vive en la torre A 2 de Santa Fe al 740 de esta ciudad. A unos pocos pasitos "de todo". Se trata de un complejo de 252 departamentos construidos por la empresa Riva para el Instituto Provincial de Vivienda y Urbanismo (IPVU). Desde que los vecinos -casi todos de clase media- recibieron los departamentos se encontraron con que los ascensores eran usados y que andaban día por medio. Tuvieron que producirse algunos accidentes serios para que se definiera el reemplazo de los artefactos. Entre ellos el mismo en que sufrió Amanda el incidente con sus nietos el 15 de mayo de 1996. Por ese accidente, los chicos estuvieron varios meses sin querer acercarse siquiera a la casa de sus abuelos. "Parece que estos, que son de marca Otis (con capacidad para 600 kilogramos), son más chicos que lo que tendrían que ser para el hueco, entonces tienen problemas", comentó Arnaldo quien pidió que se realice un peritaje.
El tema es que por los ascensores cada una de las 86 familias tiene que pagar 50 pesos mensuales hasta llegar a los 2.500 pesos. "¿No pagamos ya los que había antes y en los que casi nos matamos?, pregunta Amanda. ¿Cómo puede ser que los otros hayan sido usados? ¿Quién se tiene que hacer cargo: la constructora (Riva), la administradora (la inmobiliaria Fabal) o el Instituto (IPVU)?, volvió a interrogar el matrimonio.

Foto: Amanda creyó que había llegado su fin. Ahora, ella y su esposo esperan respuestas.