Sábado 13 de octubre de 2001

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Escenario: Volver al siglo del barco y el tren

 
  Se trata de una verdadera zambullida en el pasado la que Manhattan vive en estas semanas, después de los atentados del 11 de setiembre contra el World Trade Center, que provocó más de 5.000 muertos y desaparecidos.
El transporte urbano vio sacudido sus fundamentos, porque la gente prefiere no volar, no tomar los subterráneos -porque se expone a riesgos de ataques químicos-, ni subir a un taxi, por temer a los conductores de origen árabe.
Y de las páginas amarillentas de la historia, reaparece impetuosamente un sistema antiguo como el trasbordador.
El transporte masivo por mar es una tradición que data del 800 en la isla de Manhattan y que alcanzó su culminación en 1908, año en el que alcanzaron los 201 millones los pasajeros que utilizaron el trasbordador.
Más tarde, tras la construcción de puentes y túneles, lentamente se vio la declinación. En 1936, los usuarios cayeron a 112 millones, y en 1970 a 20 millones.
Pero después de los atentados contra las torres gemelas, el número volvió a crecer. Si antes del 11 de septiembre los pasajeros eran unos 26,8 millones, desde la fecha del ataque en adelante fueron 35,6 millones.
"El transporte de pasajeros sobre el río aumentó en forma drástica, dijo Teddy Terzakos, quien conduce el trasbordador Henry Hudson que atraca en la parte baja de Manhattan, muy cerca de Wall Street, donde antes se veía una que otro barco perdido cada cuatro semanas.
Ahora, se observan por lo menos una decena al día. Decenas de trasbordadores se agrupan también en Brooklyn y de New Jersey .
En los días en los que reinaba el estado de alerta en la ciudad, con frecuencia los puentes y túneles para llegar a Nueva York estaban cerrados para automóviles y autobuses, y los trasbordadores representaban el único medio de transporte. De esta manera, llegaron al lugar del desastre los equipos y brigadas de rescate. De allí que el uso de barcos se haya transformado en una alternativa habitual.
Los puertos a lo largo de la orilla de Manhattan, sobre el East River y sobre el Hudson, han vuelto a una nueva vida, y se transformaron en lugares de febril actividad. Además del movimiento de pasajeros, instalaron sus carpas las agencias federales y comunales que presiden los trabajos en el downtown de Nueva York, donde se estacionan grúas y camiones utilizados para transportar los escombros desde el Ground Zero, los automóviles de la policía y los permanentes controles de las naves de la Guardia Costera.
Se vuelve a un hábito de fines del siglo XIX, de la misma manera que los neoyorquinos se están volcando masivamente por los trenes.
El Amtrak, el servicio público de transporte ferroviario de la ciudad, informó que su expreso Acela aumento en un 35% el número de pasajeros, respecto a 2000. El servicio de alta velocidad que une Nueva York con Boston y Washington es el que más recibió el impacto por las reducciones de vuelos tras los ataques. (ANSA).
     
     
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