Viernes 26 de octubre de 2001

 

Lo declararon inimputable por su borrachera

 

Un joven causó gravísimas heridas a otro, en el Parque Industrial, lesionó al padre de la víctima y a otra persona. Los jueces dijeron que el estado de ebriedad le impedía comprender.

  NEUQUEN (AN)- "Se me borró la película", dijo ante los jueces Horacio David Cifuentes, sin encontrar explicación a lo que había hecho ni poder recordarlo siquiera. Lo que hizo fue apuñalar en el cuello a un joven en abril pasado, al término de un cumpleaños en el barrio Parque Industrial. Pero se encontraba en tal estado de ebriedad que lo declararon inimputable, resultó absuelto y recuperó de inmediato su libertad.
Cifuentes (26 años) tuvo sus cinco inexplicables minutos de furia el 13 de abril pasado a las 8 de la mañana, después de una maratón de alcohol que había comenzado doce horas antes y durante la cual ingirió sin pausa cerveza, vino y sangría.
Víctima de su furia fueron el parapsicólogo Mario Nicolás Acuña y su hijo Cristian, a quien Cifuentes ni siquiera conocía. Le clavó en el cuello un cuchillo de grandes dimensiones provocándole gravísimas heridas que hoy muestran sus secuelas: el joven sufre hemiplejía del sector izquierdo de su cuerpo y una afección en las cuerdas vocales que le impide hablar con normalidad.
Según estableció la justicia, víctima y victimario estaban reunidos con otras personas en la ca-sa de la familia Loy festejando un cumpleaños. La reunión empezó a las 20 del 12 de abril; para las 3 de la mañana del día 13, Cifuen-tes estaba muy borracho. Se puso pesado con bromas y frases hirientes dirigidas al parapsicólogo. "¿Vos te crees que sos la muerte porque tirás las cartas?", le dijo. También le reprochó que cobrara 10 pesos la visita.
Un amigo apartó a Cifuentes y lo llevó afuera de la casa para que se calmara. El imputado dijo que estaba todo bien, regresó a la reunión y siguió bebiendo.
A las 8, cuando los asistentes al cumpleaños se retiraban todos en estado de ebriedad, ocurrió la sangrienta pelea. Armado con un cuchillo de cocina de grandes dimensiones, Cifuentes atacó a los Acuña sin ningún motivo.
A Cristian le hundió el arma en el cuello; cuando el padre intentó auxiliar a su hijo también lo lastimó con el cuchillo, y a un tercer joven que trató de separarlos también lo atacó. Cifuen-tes estaba agresivo, fuera de sí, una actitud que nunca había tenido en sus anteriores borracheras. En ese momento, según la conclusión de los jueces, no era capaz de comprender la criminalidad de sus actos.
El imputado ni se resistió a que lo detuvieran. Hubo que llevarlo hasta el patrullero casi a la rastra tomándolo por los brazos porque no se sostenía en pie, y repetía "yo no hice nada, no hice nada". Después tuvo gestos de arrepentimiento y se preocupó por la salud de quienes había agredido.
Los exámenes médicos determinaron que en ese momento tenía una elevada concentración de alcohol en sangre (4 por ciento).
Los jueces cuestionaron los informes de los forenses que indicaron que el imputado comprendía la criminalidad de sus actos, porque "se contradicen con todas las pruebas reunidas", en especial las declaraciones de los testigos.
El fiscal Jorge Otegui había pedido una pena de cinco años de prisión por "tentativa de homicidio y lesiones". El defensor Eduardo Goncevatt, en cambio, había invocado la inimputabilidad para reclamar la absolución.
Este fue el criterio de los jueces Cecilia Luzuriaga, Roberto Fernández y Jorge Sommariva. En fallo unánime, absolvieron a Cifuentes y dispusieron su inmediata libertad.
   
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