Sábado 20 de octubre de 2001

 

Hace 25 años, la redonda se rindió a sus pies

 

Maradona estaba en Argentinos Juniors. Ingresó en el segundo tiempo del partido con Talleres y deleitó a la gente con toques y gambetas.

  BUENOS AIRES (Infosic, por Horacio Guisande).- En aquella primavera de calor los pantalones le pesaban toneladas al pibe de rulos, que jugaba como pocos al fútbol en las divisiones inferiores de Argentinos Juniors.
De martes a sábado el viaje en tren y colectivo desde Villa Fiorito a La Paternal costaba como el dinero que escaseaba en la familia Maradona, pero se conseguía para que el pibe pudiera jugar a la pelota con camiseta y todo.
El 20 de octubre de 1976, bajo un sol a pleno, once jugadores de Argentinos ingresaron a su cancha para enfrentar a Talleres de Córdoba, por la octava fecha del Nacional, sin darse cuenta que un minutos después entrarían en la historia.
Eran las cuatro y media de la tarde, y mientras los diez mil hinchas discutían en el entretiempo sobre lo mal que jugaba el equipo, en el vestuario local el entrenador Juan Carlos Montes le preguntaba al pibe de 15 años, 11 meses y 20 días si estaba preparado para entrar a la cancha.
La respuesta de Diego Armando Maradona es conocida porque nunca le escapó a las emociones fuertes, y cuando recibió la señal del capitán del equipo saltó al campo para reemplazar a Rubén Giacobetti.
El juvenil, que avergonzaba a sus compañeros en los entrenamientos, el que la gente ese miércoles reclamó después del gol de los cordobeses, no podía esperar más en el banco de suplentes, jugó con el número camiseta número 16 y fue el mejor de la cancha.
¿Qué podría haber hecho Maradona para que al día siguiente todo el mundillo futbolero hablara de él con apenas 45 minutos en el terreno de juego? Un caño en la segunda jugada que protagonizó en Primera División.
Maradona tomó la pelota en la mitad de la cancha, levantó la vista, giró la cabeza hacia los costados y cuando tenía decido a quién darsela, apareció Juan Domingo Cabrera. Diego pasó la pelota entre los pies del volante salteño.
Otra jugada, según los memoriosos de la época: Diego le hizo un sombrero a Luis Galván, pasó entre dos jugadores y sacó un zurdazo que pasó cerca del palo del arco de Oscar R. Quiroga.
Las crónicas de la época dicen que Maradona "hizo dos o tres jugadas más que merecieron el aplauso no sólo de los simpatizantes locales, sino también de los hinchas cordobeses".
El pitazo final marcó el fin del principio de la historia del más grande fútbol de todos los tiempos con un Maradona que se fue la cancha con una mezcla de alegría y fastidio.
Alegría por el debut en la máxima categoría del fútbol del argentino y fastidio por la derrota ante Talleres (1-0), uno de los mejores equipos de aquel tiempo.
Todo el que pasó esa tarde por el vestuario felicitó al pibe de rulos, luego se aferró a la camiseta 16 la puso en el bolsito y junto a su padre de fueron a Villa Fiorito.
Era el comienzo de la historia.

"Ese día toqué el cielo con las manos"

El momento sublime, ese que nadie que jugó al fútbol olvidará aunque se quede sin memoria, llegó cuando después de una breve charla en el entretiempo, Maradona salió a jugar la segunda etapa en lugar de Giacobetti.
"Nos estaban dando un toque bárbaro y a los 27 minutos el "Hacha" Ludueña hizo el gol. Antes del final del primer tiempo, Montes, que estaba en la otra punta del banco, giró la cara hacia mí y me clavó la mirada como preguntándome: "Se anima?". Yo le mantuve la mirada y esa, creo, fue mi respuesta".
"Enseguida empece el calentamiento y en el arranque del segundo entré. En el borde de la cancha, Montes me dijo: "Vaya, Diego, juegue como usted sabe. Y si puede tire un caño. Le hice caso: recibí la pelota de espaldas a mi marcador, que era Juan Domingo Patricio Cabrera, le amagué y le tiré la pelota entre las piernas; pasó limpita y enseguida escuché el oooole de la gente, como una bienvenida".
"No estuvieron todos los que dicen haber estado, pero las tribunas estaban hasta la manija, no se veía ni un pedacito de tablón. Me acuerdo de que lo que más me llamó la atención fue la falta de espacios; la cancha me pareció chiquita al lado de las de inferiores".
"Siempre digo que futbolísticamente, ese día toqué el cielo con las manos", aseguró. (Infosic).

"Aquel Diego me gustó más"

El primer gesto de Diego Maradona al debutar en la primera división fue cuando "mostró su clase y su genio", según el periodista chileno José Antonio Prieto, que vio el estreno del "Pelusa" en "la cancha chiquita de la calle Boyacá".
"Ese día, como en otros partidos que se jugaban a mitad de semana, no había nadie disponible en la redacción y me mandaron a mí", recordó el actual periodista de la radio Cooperativa.
"Maradona apareció tras el descanso, no tenía el pelo ondulado como ahora, sino lacio y largo eso sí. Cuando le tocaron la pelota, en vez de pasarla atrás a un compañero, como se hace casi siempre, se fue para adelante, vino un rival y le tiró un túnel", indicó Prieto. "Para mí, con ese gesto, demostró todo. Jugó mucho para la tribuna, mostró toda su técnica, hizo varios túneles, sombreros, jugadas de lujo, estuvo cerca del gol, participó bastante en el juego, le causó problemas a Talleres, que hasta ese minuto controlaba el juego cómodamente. Fue muy aplaudido", añadió.
Prieto recordó que Maradona se impuso en una época en que en Argentina había muchos futbolistas de gran calidad y sobre todo, "números diez, como Bochini y Alonso". Opina que Maradona es tal vez el mejor futbolista que ha visto en sus 25 años de trayectoria, pero recuerda con especial placer al Diego de esos primeros años, cuando le correspondió ver muchos partidos de Argentinos Juniors, "una época de la que desgraciadamente quedan muy pocos testimonios gráficos". Era la época del Maradona "más crudo", despreocupado, más "irresponsable" dentro de la cancha, "el Diego que jugaba para deleitar a la galería, sin la permanente presión de nubes de admiradores y periodistas que vino después", destacó.
"Ese Diego es el que más me ha gustado. Hacía jugadas excepcionales, imposibles, goles desde ángulos increíbles, dejaba a cinco ó seis en el camino, se atrevía a todo y lo mejor, es que daba la sensación de que se divertía en grande", subrayó. (EFE).
   
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