Martes 30 de octubre de 2001 | ||
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El actor que desnuda al virrey |
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Franklin Caicedo interpreta en "Sobremonte, el padre de la patria" de Ignacio Apolo, al complejo personaje. Del poder en el Río de la Plata a la angustia del descrédito en Cádiz. |
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Buenos Aires (Télam).- El actor Franklin Caicedo se presenta por primera vez en su carrera en el porteño Teatro San Martín en el rol protagónico de "Sobremonte, el padre de la patria", obra de Ignacio Apolo que se estrenó el fin de semana en la Martín Coronado, una de las salas que integran aquel complejo. Dueño de una larga trayectoria teatral que se remonta a tierras chilenas, cuando integraba el elenco de la Universidad de Chile, Caicedo ha encarnado a importantes personajes del teatro clásico y contemporáneo.
Entre sus unipersonales resultan inolvidables las interpretaciones de Peer Gynt o su abordaje del tango (del que se ha declarado fanático), así como el rescate teatral de la poesía de Pablo Neruda. Ahora el actor chileno asume el rol del tan discutido virrey marqués de Sobremonte en la puesta casi operística de Sergio Rosemblat. Sobremonte ejercía la titularidad del virreinato del Río de la Plata cuando, en 1806, una expedición británica ocupó la ciudad de Buenos Aires, de la que el funcionario -avisado de la proximidad del enemigo- había huido, llevándose los tesoros e instalándose en Córdoba. De retomar la capital del virreinato de manos de los ingleses se encargó Santiago de Liniers. Cuando Sobremonte regresó a Buenos Aires, había caído en desgracia y ya no recuperaría el cargo de virrey. "Sobremonte es un ser bastante discutido -comentó Caicedo hablando del personaje-. Yo creí que todos pensaban que era un traidor pero me encontré con muchos que estaban de acuerdo con varias de las cosas que hizo". "Incluso sostienen que varias de sus actitudes consideradas como grandes maldades respondían a la necesidad del momento, como el hecho de abandonar Buenos Aires al atacar la flota inglesa", comentó. En efecto, de acuerdo a lo sostenido por el actor, muchas opiniones reconocen el valor estratégico de trasladar la capital al centro del territorio por razones defensivas. Los ingleses podían tomar Buenos Aires pero les habría resultado difícil llegar a Córdoba. La obra se basa en hechos históricos pero no cae en el regodeo documentalista y el autor busca mostrar no solamente la figura del virrey sino la posición de los distintos sectores de la sociedad porteña. Estructurada en pequeñas escenas que en la puesta se separan con apagones, el autor muestra como estampas una serie de acontecimientos que abarcan distintos escenarios y tienen diferentes protagonistas. Desfilan así escenas de prostíbulo, muestra la actitud de la iglesia de entonces, señala el comportamiento de la aristocracia en los salones y pone de relieve la decisión popular al recuperar el Fuerte de Buenos Aires expulsando al invasor, en una de las escenas mejor logradas del espectáculo. Para encarar la representación de la multiplicidad de ámbitos que requiere el texto, el equipo técnico que acompaña al director desde hace doce años utilizó una enorme pantalla que, mediante proyecciones, superposición de imágenes y aproximaciones, reemplaza a todo tipo de estructura escenográfica. Los personajes abarcan, de acuerdo con lo ya expresado, un amplio abanico que va desde personalidades históricas como Sobremonte o Mariano Moreno a otros más populares en tono poético como El Buho (con la destacada interpretación de Pompeyo Audivert), pasando por algunos de corte simbólico como Juan Cabeza de Vaca. Caicedo fue uno de los que tuvo que abordar en la obra a un personaje histórico, del que la mayoría de los argentinos tiene una imagen acabada. "En estos casos -comentó- el actor puede encarar distintos caminos pero el más eficaz es no quedarse preso de lo histórico. Pensé que si me convocaron es porque no estaban tratando de hacer una representación del que fue Sobremonte, sino más bien un enfoque espiritual del personaje. Compuse el trabajo teniendo en cuenta el ángulo de los autores y la visión del director". "Yo creo que es un personaje teatralmente muy rico -terminó por definir-, muy conflictivo. Durante su gestión recibió premios y honores pero terminó preso en España, despojado de todo poder". Esta característica que obligó a Caicedo a pasar de un período a otro, del hombre maduro que ejerce el virreinato al anciano que muere en tierras de Cádiz, es uno de los logros actorales más significativos del intérprete chileno. A lo largo del espectáculo, Caicedo va descorriendo telones y develando facetas desconocidas del que, con un lacerante sentido crítico, el autor llama "el padre de la patria". La insinuada homosexualidad, el alarde de poder, los síntomas de cobardía, la angustia frente al descrédito que no alcanza a comprender, son algunas de las facetas de Sobremonte que el actor despliega . Foto: El destacado actor dice que desarrolló un enfoque espiritual del personaje. |
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