Martes 30 de octubre de 2001 | ||
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Las fronteras de la búsqueda |
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Después de cuatro años Juan Gelman acaba de volver a la poesía con el libro "Valer la pena" (Seix Barral). Una obra que se puede definir desde la búsqueda, tanto la artística como la terrenal de su nieta nacida en cautiverio. |
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Buenos Aires (Télam).- Hacía 4 años, desde "Incompletamente" que Juan Gelman no editaba un nuevo libro de poesía; ahora, "Valer la pena", se agrega a su obra dilataba y reconocida con este título que podría sintetizarse con una palabra abarcadora de su escritura y su experiencia de vida: búsqueda. Porque a la búsqueda de lo inapresable de la poesía, se ha ligado en los últimos años una búsqueda terrenal, la de su nieta nacida en cautiverio y la de su nuera Claudia Iruretagoyena, secuestrada por la dictadura militar. Gelman adentra al lector en su respiración ondulante y naufraga con él, como esos prestidigitadores que se apoyan en el atisbo y se asombran junto al espectador.
Y lo inesperado remite a una frase suya -confiar en el misterio- que es a la vez una propuesta: internarse en esa selva de palabras que palpita y se renueva en cada lectura, con la pasión de quienes dialogan, autor y lector, envueltos en una red de interrogantes. Así, este nuevo libro ya desde el título propone lecturas diferentes. "Valer la pena" dice que lo que cuesta vale, y su precio es la pena. Dice: uno anda penando por aquello que vale la pena. Uno a veces consigue su propósito, a duras penas. Dice que el alma en pena, quiere trascender la pena. Y que valer la pena es encontrar un sentido a las cosas, a la vida. Remite a merecer. Lo que vale la pena, para Gelman asume siempre un lenguaje de riesgo. El poeta trata de eludir una retórica cristalizada y ante la hoja en blanco desbarata sus propias certezas. Autor de una obra que "desarma los jamases del mundo" (la frase le pertenece y está dedicada a Olga Orozco), lejos de apoyarse en fulgores pasados, sigue magnetizado por aquello que se presenta como desafío, a sabiendas, como él mismo sostiene, de que "la poesía es lenguaje calcinado". La contundencia de sus imágenes se da en un marco de despojamiento; como si los grandes ademanes que a ratos tiene la poesía pudieran interferir sobre aquello que quiere expresar. Lenguaje calcinado, entonces, que remite a búsqueda de lo esencial, de decir solamente aquello que valga la pena. Si una imaginación tiene la capacidad de poner a trabajar a otra imaginación, esa imaginación vale la pena. Expresa Gelman que la relación entre imaginación y memoria es tan intensa que crea otra memoria. De este modo, esa imaginación frondosa es la herramienta con la que interroga pasado, presente y al porvenir. Las formas expresivas que le son propias a su poesía, van montadas en pelo sobre la obsesión y dan, según estén orquestadas, un libro distinto cada vez. Lozano y todo, este nuevo título, más que integrarse a los últimos, retoma una producción anterior que no privilegiaba un tema único y un rasgo formal determinado (el exilio, la poesía sefardí, los místicos españoles, etc.) sino que nombra desde una atmósfera cotidiana. Entre retratos, nietos y vecinos, aparecen Kosovo, los compañeros muertos, el amor, el otoño, la lluvia, los gatos, los agujeros de la palabra. En "Valer la pena" están todas las marcas de su poesía, se juntan todos los Gelman: el que reflexiona preguntando, el que compendia en un remate sorprendente esos versos que eran apenas un temblor, el que introduce imágenes fulgurantes en un aire de conversación informal, el tanguero. Jorge Boccanera Foto: Gelman en la búsqueda de lo esencial. |
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