Sábado 27 de octubre de 2001
 

Juan Federico Jusid, carisma más allá de la partitura

 

El joven pianista brindará hoy un concierto y cerrará el ciclo de abono de Casa de la Cultura de Roca

 
Tiene la pinta de un joven actor, y es hijo de la actriz Luisina Brando y del director de cine Juan José Jusid. Pero Juan Federico Jusid es un pianista clásico que visita Roca por primera vez para dar un concierto hoy, a las 22, en Casa de la Cultura de Roca. A los 28 años no sólo se dedica a la difícil tarea con el teclado sino que ama el vóley, juega al fútbol y se apasiona por el cine, la ópera, la música de cámara y el teatro, además de componer música para películas.
Esta múltiple sensibilidad forma parte de su carisma y de un rasgo de libertad y ubicación que bien puede asimilarse a su rol de intérprete de la mejor música. Será por eso que dice "los pianistas tienen que ser buenos trabajadores y, en una de esas, son geniales".
-¿El ser hijo de padres de " la farándula" tuvo que ver con tu vocación?
- Mas o menos, porque en realidad en mi casa la música y la música clásica en particular era algo muy importante, y, además, mi mamá antes de ser la actriz Luisina Brando era pianista. En mi casa había un piano, que ella tocaba cada tanto y que yo de chiquito empezaba a golpetearlo. Por eso mis padres, atentos a lo que me interesaba, me enviaron a estudiar música.
-¿Cuáles fueron entonces tus primeros pasos con el piano?
- A los 7 años, con Sergio Aschero, un excelente pedagogo infantil, el hijo de la bailarina María Fux. Después fui haciendo mis primeras materias en el Conservatorio Municipal hasta encontrarme con Claudio Espector, quién me formó realmente desde el punto de vista pianístico y a su vez había llegado de Moscú de estudiar Tchaikovsky durante diez años. Fue quien me tomó en el período de formación más delicado pianísticamente, porque de los 10 a los 20 años es cuando se puede arruinar o ayudar a una persona en esta carrera.
-¿Tu mamá no fue una maestra hogareña con el piano?
- No quiso enseñarme, lo que hizo muy bien fue enviarme a buscar profesores. Por supuesto que me escuchaba y hablábamos de música, algo que todavía hacemos también con la interpretación y el escenario. Porque en definitiva es lo mismo en su trabajo y en el mío, la única diferencia es que yo tengo un instrumento como el piano y ella tiene su cuerpo. Los actores pueden ser más vagos y seguir siendo geniales, pero los pianistas tienen que ser buenos trabajadores y, en una de esas, son geniales. De movida hay que hacer muchas horas- banqueta.
-¿Cómo siguió tu historia con el piano?
- Se fue dando en forma muy natural. Terminé mi primaria y a la vez que hacía la secundaria tenía mis profesores. Luego del secundario gané un beca de la Fundación Antorchas y tomaba clases con profesores de allí y maestros de composición. Me ganaba la vida como podía, tocando en recitales, como pianista acompañante o tocando música popular. Hacía de todo y a mis padres les parecía bien que yo tuviera una vida profesional independiente. La mía fue una infancia normal. Iba a la escuela y me gustaba mucho el deporte. Tuve que dejar el vóley porque llegaba a las clases de piano con vendas en las manos, y, como dijo mi profesor, si quería ser pianista iba a tener que largar. Ahora hago gimnasia y me gusta mucho el fútbol que juego con mi grupo cuando estoy en Buenos Aires y también en Bélgica, donde vivo, con algunos extranjeros. Ahora las manos están bien, pero tengo esguinces en los tobillos. Estoy viviendo en Bruselas porque gané una beca, también de Antorchas. Volví a Buenos Aires porque fui preseleccionado para el Concurso Argerich, pero no se hizo.
-También compones otro tipo de música como la de películas
- Esa si es una deformación familiar, cuando era adolescente surgió la posibilidad por conocidos de mi padre que filmaban videos y telefilmes y conocían mis trabajos de composición. Fueron mis primeras experiencias para la imagen, que se fueron desarrollando y pude realizar una o dos composiciones para cine por año. Por suerte, entre ellas la que hice para "La Fuga", el filme de Eduardo Mignona con el que nos encontrábamos para un intercambio sobre la base del guión muy estimulante.

Sensibilidad sin divismos

Cuando se le dice que las rionegrinas se van a entusiasmar con su pinta, Federico Jusid se ríe y responde "lamentablemente hay que sentarse y tocar el piano, y ojalá que con la música también ocurra eso".
Esa preocupación por lo que hace se muestra en el programa que presenta en General Roca, por ejemplo con la opus 109 de Beethoven que lo deslumbra, pero le genera muchos interrogantes porque son obras de la época cumbre del compositor que espera retomar pasados los años, seguramente con otro enfoque. Lo mismo le ocurre con las otras obras como "El Valle de Obermann" de Liszt, pieza del ciclo "Años de Peregrinaje", "la Sonata NÂș 3" de Prokofiev, o también de Liszt, "La Consolación" y el "Vals Mefisto". Las fue preparando a todo vapor ya que esta presentación en el Valle lo tomó de sorpresa. De todas maneras también se permitió incluir una obra suya que tuvo mención en Italia que se llama "Fantasías fugaces", " me atreví a ponerla junto a estos compositores fenomenales" dice.
Confiesa sentir a Liszt muy afín a su temperamento, " tal vez porque soy joven", y lo fascina esa paleta de vocabulario del compositor donde concurren lo teatral, circense, poético y lírico.

Julio Pagani

   
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