Jueves 25 de octubre de 2001
 

"El espinazo del diablo": Miedos que no vienen sólo de fantasmas

 

Dirección: Guillermo del Toro. Intérpretes: Marisa Paredes, Eduardo Noriega, Federico Luppi, Irene Visedo, Fernando Tielve, Iñigo Garcés. Estreno: Sábado a 20.45 y domingo a las 16.40 en Village Cines Neuquén

 
NEUQUEN (AN).-España, finales de los años 30. Carlos, un niño de 12 años, es abandonado por su tutor en el orfanato de Santa Lucía, una construcción imponente aislada en medio de un páramos desolado.
El colegio esconde, a lo largo de sus lúgubres pasillos, una serie de relaciones viciadas entre los adultos que viven allí. Pronto surgirá una violenta rivalidad entre Carlos y Jaime, un adolescente de carácter tortuoso y hostil que ejerce de líder natural para el resto de los alumnos. Inmerso en este universo cerrado cuyas normas desconoce y rodeado de muchachos abandonados o sin familia, Carlos irá vislumbrando poco a poco el trágico secreto que permanece en sus muros.
Lejos de ser -según Joaquín Fernández de "La butaca"- una historia de fantasmas al uso (es decir, "de susto en susto y vuelvo a asustar porque me toca"), "El espinazo del diablo" se presenta más bien como una narración de atmósferas inquietantes y personajes turbadores. Así, el espectador no sabe si le tiene más miedo al fantasma del hospicio de Santa Lucía o, por el contrario, a las circunstancias reales que rodean a los chiquillos del orfanato. Seres atormentados y prisioneros, no sólo de la guerra, sino también de sus propios temores: la directora consumida por un amor no correspondido y humillada al tener que utilizar una pierna ortopédica para poder caminar; Jacinto, atrapado por una crueldad de la que no quiere liberarse; Casares, acobardado por su incapacidad para luchar por aquello en lo que cree; y los niños, que pierden su inocencia nada más traspasar las puertas de aquel centro que es su único hogar. Al respecto, ver cuando Carlos es abandonado en el orfanato por su tutor o, más explícito, el momento en el que los muchachos clavan las lanzas de madera a su enemigo.
La labor del director Guillermo del Toro, que parece decidido a alternar sus películas en inglés y español, es impecable. Ayudado por la exquisita fotografía de Guillermo Navarro, el realizador agobia con ambientes inquietantes y situaciones de tensión, bien sean éstas producidas por las apariciones del fantasma (algunas se hacen un tanto largas) o bien debidas a la mano del hombre (el incendio o el bombardeo). Eso sí, hay cierta irregularidad en la trama, es como si ésta estuviera construida a través de fragmentos independientes a los que luego se les ha dotado de un nexo común. En todo caso, la dirección de Guillermo del Toro es portentosa.
   
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