Lunes 1 de Octubre de 2001

 

Mucho ritmo y poco argumento

 

"Blow, profesión de riesgo", otro intento fallido de Johnny Depp.

 
Johnny Depp piensa mucho antes de elegir participar de algún proyecto. El prestigio del que goza se lo permite, pero esto no quiere decir que todas sus elecciones sean las mejores. Como lo demuestra su participación en "Blow, profesión de riesgo", un filme más sobre las drogas.
Basado en una historia real, y con una adaptación de Nick Cassavettes junto con David McKenna, lo que más sobresale en este filme son las actuaciones de Depp y el ritmo impuesto por el montaje, uno de los pocos aciertos del director Ted Demme.
En esta película moralizante al protagonista casi todo le pasa por casualidad, salvo su decisión de no padecer penurias económicas después de haber sufrido en su infancia las peleas constantes entre sus padres por la falta de dinero. Casualidades que quedan en sólo eso por la falencia en el guión al no contextualizar debidamente los hechos que cuenta dentro del contexto histórico en que se desarrollan.
Así por casualidad su protagonista George Jung decide convertirse primero en un dealer y luego en un traficante de alguna importancia en la costa oeste de los Estados Unidos cuando advierte la creciente popularidad del consumo de marihuana en las playas de California. Por casualidad también lo encarcelan y termina en la misma celda que un colombiano que lo conecta con el mismísimo zar de la droga Pablo Escobar, del que se convierte en el principal contacto para el tráfico de cocaína en los Estados Unidos. Para consolidar esa posición se casa, enamorado, con Mirtha, una colombiana con conexiones en el mundo de los narcos y adicta.
Tanto poder lo llevará también a ser traicionado por los que cree sus amigos a ser atrapado por la policía, escaparse y finalmente caer preso varias veces.
La nota sensible del filme es la de sus relaciones con su padre y su hija. Con un padre que lo perdona constantemente y que lo ama a pesar de todo, aunque esto le cree problemas con su esposa, quien prefiere denunciar a su hijo por lo que dirán los vecinos. Con una hija a la que ama y por la que daría todo pero a la que las circunstancias lo llevan a decepcionar.
Desubicada queda Penélope Cruz, quien contrasta demasiado con la correcta performance de Franka Potente -quien interpreta al gran amor de George-, en el papel de Mirtha, sobreactuada e histérica, en un trabajo que no augura que su paso por Hollywood pueda ser muy brillante si no hay un director que la marque un poco.
Poco eficiente es también el trabajo de maquillaje que convierte al rostro de Johnny Depp en una máscara casi circense cuando lo quieren convertir en un hombre ya mayor que en la prisión alucina la visita de su hija.
Mucho ritmo para una historia con cabos sueltos que convierte a muchos de sus personajes sólo en muñecos.
   
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