Domingo 21 de octubre de 2001
 

Adjetivos digestivos

 
 
Hablar y comer, tratamos de no hacerlo al mismo tiempo por dos motivos. Primero porque es mala educación. Y segundo porque no se entiende demasiado y si nos acercamos podemos manchar a nuestro interlocutor. La función hace al órgano y la boca es el lugar donde confluyen y conviven atropelladamente palabras y sabores. Las palabras pueden ser dulces, amargas o tiernas e incluso los vegetales funcionan como sustantivos o adjetivos.
Se nos puede hacer agua la boca de solo hablar, masticar un insulto, tragar una mentira o nos podemos comer algunos acentos y alguna que otra hache intermedia.
Hay palabras picantes y son aquellas inmunes para el aparato digestivo pero de efecto altamente ofensivo sobre el aparato auditivo en estado de pacatería. Tienen su icono espejado en los ajíes "putaparió", un vegetal insultante, donde la semántica y su efecto también son irritantes y se expresan en un territorio común, la lengua. De hecho las "picardías" se denominan así no tanto por analogía del picor, sino por los insultos que generan.
Todavía no se sabe porque los "salames" son los mas frecuente destinatarios de las picardías. Se podría generar un grueso debate, o fino según el caso, sobre porqué se denomina "salame" a los "zapallones". De hecho el salame es un viril chacinado que también porta pimienta y no se merece ese apócope. Tan contradictorio quizás como la inocente berenjena que su agresiva forma de cachiporra y su agresivo color negro violáceo se contrapone a un suave e inocente sabor de dieta . No cabe duda del apelativo "Zapallo" por ser una hortaliza inocua, de menú cuasi-hospitalario, barata, dulzona y que no sacia el hambre. "Zapallito" y "Zapallón" conforman un gradiente apto para todas las edades.
Convengamos que las frutas y verduras, salvo excepciones, han servido de comparaciones no muy honrosas: "Melonazo", "Buena mandarina", "Perejil", ¨Zanahoria¨", "Chauchón", "Chauchas y palitos" y el nombrado "Zapallo". Quizás estas nuevas épocas de reivindicación vegetariana sirvan también para valorizar sus apelativos. De las excepciones podemos nombrar a la cebolla y el ajo como no utilizadas y coincidentemente las verduras de sabor mas característico y fuerte.
La papa es un sustantivo tubérculo y peculiar. Está en la frontera de las verduras permitidas y es la más simpática a los carnívoros. Quizás por estos amores "non sanctos" y excesos de almidones queda excluida del aura saludable de las verduras y de las dietas fundamentalistas. Es la más camaleónica de las solanáceas tanto en la cocina como en la gramática. De día puede ser una inocente papa hervida y de noche transformarse en una seductora "papa gratinada a los tres quesos".
Qué "papita" espeta el caballero mientras hace un travelling libidinoso sobre la muchacha que lo mira despreciativa y le endosa un ¡papafrita!. Encarar aquella mujer hace unos minutos resultaba "una papa" y terminó en un fatal "papaso". Indudablemente en esta esquina "no pasa Naranja" pensará el hombre mientras ve alejarse a aquella mujer que estaba "un kilo y tres pancitos".
La vida está llena de frustraciones y a veces nos pone entre el tenedor y la heladera y aunque estemos "recalientes" nos la tenemos que "comer" y aceptar el destino dual de las empanadas: o "el horno no está para bollos", está para nosotros o decididamente "estamos fritos".
La monserga periodística no es ajena a construir diccionarios con la literatura de los bodegones. Siempre es bueno tener alguna nota de "parrilla", es decir de reserva por si en el "destripe" de páginas tenemos la mala leche de tener que hacer más páginas que las pensadas. Sobre todo si no podemos usar aquella nota que alguien nos vendió como buena data y resultó ser "carne podrida". Que vamos a hacer, "refritamos" aquella vieja nota y la dejamos más fresca que una lechuga.
La picardía de los feriantes, aquellos almaceneros y verduleros nómades del siglo pasado, bautizaron todo con lo que mostraban sus escaparates. Entre estos acuñó también en misterioso origen etimológico, el "pan dulce" y "el pavito" como sinónimos magnéticos de signo femenino. Atraen al signo opuesto o masculino e inevitablemente nos hace darnos vuelta y caminar contrariados. Es decir, hacia delante, pero mirando al lado contrario, hasta que la fuerza atractora se diluya - de forma directamente proporcional con la distancia - o nos llevamos por delante una viejecita.
¡Zapallón! Nos dice la ancianita, cual pasa de uva, mientras se aleja con una canasta de frescos insultos de la huerta.

Horacio Licera
hlicera@rionegro.com.ar
   
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