Domingo 21 de octubre de 2001

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Dal Masetto

 

Los laberintos que conducen al libro

 
 
Después de cuatro cinco años de terminada la Segunda Guerra Mundial su familia emigró a Salto, pequeña localidad bonaerense donde aprendió el castellano a duros golpes de "cocoliche" leyendo en la biblioteca del pueblo que manoteaba casi al azar de los estantes. Antes de instalarse definitivamente en el oficio de escribir recorrió los distintos rubros de la vida: desde trabajar en la albañilería hasta empleado público. La destreza con la pluma recién la consolidó a los 43 años, tras varios años de vivir en Buenos Aires, ciudad donde conoció en la enseñanza de la noche, a Osvaldo Soriano, entre otros escritores.
Escribió novelas como "Siete de oro" (1963), "Fuego a discreción" (1983, edición definitiva en 1991) "La tierra incomparable" (1992), relato vinculado estrecha con otro "Oscuramente fuerte es la vida" que a flor de piel relata las vivencias bajo la temática inmigratoria y que recibió el Premio Planeta Biblioteca del Sur en 1994, "Siempre es difícil volver a casa" (1992), "La tierra incomparable" (1994), "Demasiado cerca desaparece" (1997) y "Hay unos tipos abajo" (1998). Luego prosiguió con los cuentos "Lacre" (1964), "Ni perros ni gatos"(1987), "Reventando corbatas (1987), "Amores" (1981) y "Gente del Bajo (1995).
En "Bosque" cuando Muto un poco vacilante lanza la primera de las mentiras a una conserje del hotel del pueblo, la verdad malnacida se apoderó temporariamente de los habitantes. Todo un extranjero que espía y extraño como Mersault recorriendo la angustia de Argel, avanza sin límites v para la imaginación entre las páginas.
Ya en "Siembre es difícil volver a casa", Dal Masetto había anticipado ese escenario misterioso que llamó Bosque. Hace unos días, "Río Negro" conversó con Dal Masetto en Roca.
-General Roca, setiembre, 2001, Un bar, por la tarde.
- "Bosque" es el nombre de un pueblo. Supuestamente con las características del los de la provincia de Buenos Aires. Por la geografía es un nombre que lo busqué para que no exista, con la llanura y una plaza en el centro. Es la continuación de otra de mis novelas que se llama "Siempre es difícil volver a casa", seguramente el nombre suena porque fue llevada al cine terriblemente mal.
-Hablando de cine, las primeras páginas del libro tienen una estructura de guión cinematográfico. Y más adelante, nos encontramos con la sorpresa de que el personaje testigo de la historia es un falso guionista. Esa conexión llama la atención.
-Está bien, eso habla bien del libro desde el punto de vista de una narrativa visual clara, y de la acción, de palabras sencillas.
-¿Qué representan para usted las palabras sencillas?
-Tiene que ver con una elección y un trabajo a lo largo de los años, de poder llegar a decir lo que uno tiene realmente ganas de decir con menos palabras.
-Pero eso nunca es nada sencillo.
-Limpiar la prosa es el gran trabajo del escritor, uno se va enderezando en esa dirección. A "Bosque" lo comparo con "Siempre es difícil volver a casa", no habla del mismo tema pero se desarrolla en el mismo lugar y sí, hay un trabajo de pulido mayor. Los que leyeron la novela me dicen los mismo: me dicen lo mismo: empiezo a leer a las diez de la noche y no puedo abandonar la lectura.
-Tiene que ver con que en todo momento hay acciones que se postergan y no se resuelven en la escena y que no nos deja que conciliemos el sueño. Parece un cuento corto de efecto único, como los de Poe.
-Dada las circunstancias, yo creo que lo ideal es que haya una especie de anzuelo que atrape al lector y no lo suelte hasta el final. Al menos esa es mi filosofía en el estilo narrativo.
-Hay algo que no está escrito en el libro y que es la verdadera vida de Muto. La semana que se instala en "Bosque" es un artificio construido desde un "querer ser". En realidad, nadie sabe quién es, sólo cómo se comporta en un determinado lugar y tiempo, que es Bosque.
-Es que la novela es toda una mentira, está llena de personajes y falsedades que mienten todo el tiempo. Y tiene que ver con lo que la novela quiere contar y no con el personaje de Muto que llega al pueblo. El es un personaje bisagra. Si bien es el ojo que mira, el testigo y todo pasa a través de la mirada, creo que el personaje principal es ese pueblo. Muto es un accidente, es el que a través de una acción casual desencadena una serie de cosas, la hipocresía, el crimen y la violencia contenida en ese pueblo. Una violencia que puede ser más visible en los lugares chicos.
-¿Qué relación hay entre "Bosque" y el estereotipo de pueblo de inmigrantes?
-Creo que en la Argentina los pueblos son todos iguales. Los que fueron construidos por la inmigración, donde hay españoles, italianos, una clase media acomodada que ha hecho dinero, y los clásicos profesionales que se han repartido roles dentro del mismo.
-Y cualquier espacio de poder es mirado por la gente de estos pueblos con cierta codicia, a veces irracional.
- Sí. Diría que más que codicia, en los pueblos hay como roles que la gente empieza a jugar. Se los adjudica y todos lo permiten. Y durante toda la vida viven así, cumplen ese papel.
- El ejemplo del loco del pueblo.
- Siempre hay un loco en el pueblo y siempre hay alguien que se lo hace saber. El no eligió el lugar y es probable que en un momento ese personaje se sienta importante en el rol que está jugando, y reconocido más allá de las limitaciones físicas y mentales. También se aceptan esos papeles que desde el punto de vista ético son repudiables. Todos sabemos que el escribano fulano roba y sin embargo lo toleramos. Se aceptan los roles que del punto de vista ético son "repudiables".
-¿Puede trazar un paralelismo de personajes entre Salto y Bosque?
-Salto es un pueblo clásico, y los personajes están. Puedo decir que Bosque es Salto geográficamente porque cuando uno escribe copia todo lo que conoce de sus memoria. Hace mucho que vivo en Buenos Aires, y este fue un libro muy postergado. Estuvo unos diez años latente, esperando nacer, y se le cruzaron varias novelas en el camino hasta que un día dije: "basta, a escribir". Fue un trabajo efectivo de diez años de máquina. El tiempo te dice que la escritura es un oficio metódico, por momentos aburrido y que no se diferencia en nada del trabajo de un oficinista o de un empleado bancario en los que hay que cumplir horarios.
-¿Donde está el placer en el oficio de escritor, entonces?
-El placer tiene que ver con los resultados, con lo que te sale bien. Nunca el placer es anterior a la publicación, de pronto no tenés el final de la novela, los personajes no te convencen. El placer siempre es resolver cosas. Escribir un libro es como estar saliendo de un laberinto que uno mismo construyó e inventar caminos.
-Ha mirado mucho cine en su vida.
-He visto mucho cine en mi vida, últimamente no tanto. Sucede que ahora hay una invasión del mercado del cine norteamericano. Muchas veces pura basura. En el cincuenta y sesenta había cosas interesantes, me alimenté mucho de las películas francesas, polacas, italianas, checas y rusas, que hoy suenan extravagantes.
-Hay algo que llama la atención del libro y es la estructura de guión cinematográfico. Hay imágenes fuertes y claras. Un acercamiento entre dos lenguajes distintos como el del cine y la literatura.
-Tuve experiencias con mis libros en cine que no fueron buenas. Lo que aprendés al haber escrito un libro es que simplemente son palabras. Luego cuando aparece un cineasta tenés que saber que es un creador, que con esa base hará su propia obra y que trabaja con imágenes y las palabras. Pero esa obra le pertenece a tal punto que no tiene porqué serle fiel al libro. Un excesivo respeto por un guión puede atentar contra cualquier película.
-Sucede con los libros cargados de teoría "Los Hermanos Karamazov", por ejemplo, fue un fracaso en la pantalla grande y algunas diálogos textuales del guión perdían gracia.
-Claro, lo que pasa es que son grandes obras tan llenas de contenido, con personajes tan complejos psicológicamente que para hacer una gran película como los Karamazov tiene que aparecer un director tan grande como Dostoievsky (Fiodor), no hay otra forma.
-¿Le interesa el periodismo?
-Nunca me interesó el periodismo. Cuando me ofrecieron el espacio en Pagina/12 escribí textos que pudieron funcionar en el diario pero que están más cerca de la literatura que del periodismo. Esto me place y lo hago con gusto, y no se contradice con la vida del escritor que llevo porque lo de trabajar en un diario me da de comer.
-Tuvo una buena relación con Osvaldo Soriano.
-Sí, un entrañable amigo. Una vez en un bar hablando de libros me dijo: "Mirá Antonio, a vos te va a ir muy mal si seguís con tus libros. Por qué, le dije. Porque siempre hay un gato maltratado en las páginas, me respondió.

Adriano Calalesina
adrianocalalesina@entasis.zzn.com
   
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