Jueves 27 de setiembre de 2001

 

En la escuela de Villa Llanquín hay un equipo que sólo hace goles

 

Es uno de los establecimientos rurales con mejor performance.

  SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB) - En abril la escuela hogar de Villa Llanquín cumplió 60 años de vida y tras las largas vacaciones de invierno, la comunidad educativa reanudó sus actividades con el compromiso y la dedicación que la transformó en uno de los establecimientos modelo dentro del área rural.
La escuela mantiene una matrícula estable, cercana a los 60 alumnos, que en los últimos años experimentó un salto cualitativo en el cumplimiento de los objetivos educativos reflejado en la marcada reducción de los niveles de repitencia. Los niños asisten a clases con entusiasmo y el mayor tiene 13 años.
Su directora, María Isabel Righero -Marisa para los alumnos- atribuyó este logro a "la estabilidad de la planta docente", conformada por cuatro maestros de ciclo, uno de Educación Física y tres auxiliares docentes que desarrollaron un vínculo de compromiso muy fuerte con la escuela.
A lo largo de ocho años de convivencia, el plantel docente consolidó un auténtico "equipo de trabajo" que asumió como propio cada uno de los aspectos que hacen a la vida de la escuela, como si fuera "su propio hogar". Sólo les pesan las vacantes producidas en cargos especiales, particularmente en música, cuya designación continúa pendiente.
Al igual que muchas escuelas rionegrinas se encuentran incomunicados desde 1999, cuando se cortó el servicio de telefonía móvil contratado por el Consejo Provincial de Educación para "uso de emergencia", por falta de pago. Por su ubicación geográfica, la carencia de comunicaciones los pone en una situación de virtual aislamiento después del horario de cierre de la balsa maroma utilizada en la Villa para cruzar el río Limay.

Tarea continua

Desde el mantenimiento edilicio -superior al de cualquier establecimiento de la zona- hasta medicamentos y ropa de recambio para los niños, la mayor parte de las necesidades se cubren con donaciones obtenidas por la comunidad educativa.
"Muchas veces la escuela cumple un rol social y asistencial ineludible" indicó la directora, quien explicó que no siempre alcanzan los aportes obtenidos de fundaciones y particulares. Calzado y libros de cuento son las dos demandas más urgentes.
Los mismos docentes de grado, por la tarde, realizan tareas de apoyo escolar en manualidades, carpintería, huerta, jardinería, gallinero, e incluso imparten clases de computación en una salita equipada también con donaciones. (ver aparte)
La producción de los talleres se vuelca a la compra de insumos para continuar la tarea, mientras que parte de la cosecha de la huerta y el invernadero se consume en la escuela.
De sus 57 alumnos actuales, unos 30 se alojan en el hogar previsto para los niños del radio de influencia que están a más de cinco kilómetros del establecimiento. Las instalaciones resultan escasas frente a la demanda que incluso soporta la presión de la justicia.
"En este momento tenemos tres nenes de Bariloche internados por pedido de la justicia de menores" explicó Righero, quien explicó que ha tenido que desestimar el pedido de algunos padres porque "nos queda chico el hogar".

El acceso a la computación

SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB).- Entre los avances inusuales para una escuela rural, la de Villa Llanquín cuenta con una sala de computación donde los niños aprenden matemáticas y lengua a través de juegos interactivos.
Las cinco computadoras TXT 285 que dieron inicio a la actividad fueron donadas por el colegio secundario Virgen de las Nieves, de Liniers (Buenos Aires). El alumnado de los años superiores viaja todos los años a Bariloche, convocados por la patrona del establecimiento, y los mismos jóvenes fueron los artífices de la donación y la puesta en funcionamiento de las máquinas.
"Las computadoras tienen una capacidad reducida, pero nos permitieron desarrollar juegos interactivos donde los nenes hacen sus primeras armas en computación" señaló Marisa Righero.
En abril la apertura de un taller de cerámica en el centro comunitario de la Villa sumó una nueva actividad a los alumnos de la escuela hogar que concurren dos veces por semana. El emprendimiento cuenta con apoyo económico hasta fin de mes y la obtención de nuevos fondos para su continuidad despierta expectativas y preocupación en la comunidad educativa.
El taller que busca "revalorizar la producción artesanal" y fortalecer la realización de ferias en el verano es considerado de particular trascendencia por los docentes que vislumbran un rol integrador para las distintas producciones artesanales de Villa Llanquín.

Los atentados fueron tratados en clases

En estos días en que en todo el mundo se escucha hablar de guerra, ataques, bombas y muertes, los estudiantes de las escuelas de todos los niveles se informaron, opinaron, expresaron sus temores y difundieron sus mensajes de paz en diversas formas.
El 12 de setiembre, un día después del ataque a las Torres Gemelas en Nueva York y al edificio del Pentágono, todas las escuelas de la Capital Federal recibieron una circular de la Secretaría de Educación que recomendaba trabajar el tema.
Para entonces, el tema ya se escuchaba en todas las conversaciones que se daban en aulas, patios y pasillos entre estudiantes, maestros, padres y directores. Por ejemplo, la Escuela 17 "Francisco de Vitoria", del barrio porteño de Villa Crespo, comenzó el día con la lectura de la canción "Imagina", de John Lennon, y más tarde en cada grado se compartieron las informaciones y opiniones.
En la clase de tecnología, los alumnos de tercero pintaron remeras con mensajes de paz. "Cuando las usemos van a ver que nosotros no apoyamos a la guerra", explicó Vanina, de 8 años. "La remera representa que queremos vivir en paz y que cuando seamos grandes no vamos a hacer guerras porque desde chiquitos nos enseñaron que las guerras son malas", completó su compañera Melina, también de 8. Los de quinto grado escribieron mensajes en nubes, palomas y corazones: "Vivamos en un mundo sin guerra ni odio", escribió Manuel, y Daiana apuntó en letra muy prolija: "Ayudemos al mundo a aprender lo que es la paz".
"Las guerras no sirven para nada porque matan gente, falta la comida y los chicos se quedan sin papás", aseguró Nicolás, de 8 años, y Florencia, también de 8, puso en palabras lo que muchos de sus amigos sentían: "yo tengo miedo de que ataquen acá".
Los estudiantes también participaron de una actividad organizada por la Secretaría de Educación porteña junto a otras escuelas. El encuentro se realizó el día de la primavera y participaron unos 2.000 niños que cantaron, rezaron y expresaron sus mensajes por la paz. (Télam)

Foto: Los chicos de la escuela de Villa Llanquín participan con entusias-mo de las activida-des.

   
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