Sábado 22 de setiembre de 2001 | ||
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Picadas a la cubana, pero sin ron |
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En La Habana también se han hecho populares las "picadas" entre los jóvenes. |
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Los vecinos de la calle 26 de La Habana están más que molestos. En verdad protestan sin cesar por el ruido generado por competencias automovilísticas de velocidad a partir de la media noche, en especial los fines de semana. Tal actividad ha sido promovida por jóvenes cubanos entre 16 y 25 años, calificados por los indignados vecinos como "hijitos de papá". A la hora señalada -12 de la noche- comienzan a llegar modelos Lada "remodelados", Mitsubishi, Nissan y, en ocasiones, algún Mercedes Benz o Audi, conducidos por adolescentes que emulan las carreras de Fórmula 1, sólo que lo hacen en una vía pública demarcada en seis cuadras, con partida en la calle 26 y Zapata y llegada en el Puente Almendares de la capital cubana. Paradójicamente, los "bólidos" circulan apenas a una cuadra del Cementerio Colón, una de las joyas arquitectónicas de la ciudad. "Hay cierto peligro, pero no tanto, pues competimos pasada la medianoche, cuando los semáforos ya no funcionan y tenemos vía libre", declaró un joven, que conservó su anonimato "para evitar problemas con la familia". "Es una experiencia única. Medimos fuerzas y nunca baja la velocidad a menos de 120 kilómetros por hora, de lo contrario estás perdido", añadió otro corredor acompañado por su novia, que sin animarse a competir, se desempeña como co-piloto. "Se han producido pequeños roces entre los autos, nunca accidentes graves. Evitamos conducir luego de tomar alcohol. Por el contrario, después de correr, nos vamos a celebrar a las discotecas y pagan los que pierden", agregó otro entusiasta de la velocidad. A pesar del peligro que representan para el tránsito, afirman ser "originales a la hora de divertirse", según coinciden estos jóvenes cubanos que lucen cabellos teñidos de amarillo, jeans de marcas reconocidas a nivel mundial y aritos en las orejas. Las novias o acompañantes exhiben los más diversos tatuajes (culebras, escorpiones, dagas y puñales) en los hombros, tobillos y vientre. "A mi me encanta venir los fines de semana a ver competir a mi novio. No me asusta la velocidad y creo que no le hacemos mal a nadie. Los vecinos se pueden quejar, pero éste es el mejor lugar para correr", declara Sandra, una hermosa rubia de 18 años. La idea surgió de un grupo de jóvenes amigos que, luego de salir de una discoteca en el noreste de La Habana, iniciaron el juego en la Quinta Avenida de la capital y les resultó "simpático". (ANSA) |
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