Sábado 15 de setiembre de 2001

 

Grave situación atraviesa una joven madre con sida

 

Denunció que en Puerto San Antonio muchos la discriminan.La mujer, que no presenta síntomas, quiere trabajar para tener su dinero. Ha recibido alguna ayuda, pero lo que más le falta es aceptación.

  PUERTO SAN ANTONIO ESTE (ASA)- Un dramático caso de desprotección, pobreza, marginación y enfermedad atraviesa una joven madre habitante de esta pequeña villa portuaria. Luisa, una chica de 27 años que hace dos meses dio a luz a su bebé, es portadora de VIH. En diálogo con este medio denunció que a raíz de su mal mucha gente de la comunidad la discrimina.
Recientemente autoridades locales comenzaron a gestionarle un subsidio, a partir de la inquietud de la edila justicialista Nilda Molinari que tomó conocimiento de la penosa situación que atraviesa la mujer.
Luisa habita junto a su bebé una precaria pieza de apenas cuatro metros cuadrados. Una cama, un moisés, una estufa, algunos bolsos y unos pequeños estantes donde reposan dos evangelios, una imagen de Jesucristo y tres velas, son todo lo que existe entre esas cuatro paredes que ni siquiera son propias. Se las prestó su mejor amiga que vive en la casa que se ubica al frente del mismo terreno.
La joven está al límite de sus fuerzas, no por los síntomas de la enfermedad que aún no se le declararon, sino por la discriminación de la que se siente objeto, por parte de muchos integrantes de la comunidad. "Yo no los juzgo, porque tal vez sea porque no saben, por falta de información, por eso quiero que la directora de sida de Salud Pública venga a dar una charla", dice cansada de recibir malos tratos.
"Da mucha bronca, a veces no la puedo contener", admite. Recuerda cuando por ejemplo reaccionó indignada en la salita de Primeros Auxilios de la villa, debido a que el odontólogo que en ese momento estaba atendiendo dejó su turno para el final y luego no la revisó porque según le dijo, faltaban pinzas.
Discutió con una enfermera y se fue hacia el comedor comunitario. Allí continuó manifestando su bronca, hasta que la titular del lugar le pidió que se retirara porque había chicos. Luisa cree que en realidad fue una excusa para que no volviera a ir a comer allí, ya que según dice, muchos padres pidieron su exclusión.
El marido de la encargada del comedor, David Feltaño, no quiso hacer declaraciones sobre el tema, ya que después de la discusión entre su mujer y Luisa, el matrimonio presentó una denuncia penal por agresiones. "Eso ya está en la Justicia", dice y luego agrega que "en realidad esto es porque me quieren perjudicar a mí porque soy bien radical y bien veranista". Feltaño descarta que haya habido algún grado de discriminación en su actitud ante Luisa a quien calificó de "chilena indocumentada y enferma mental a la que habría que internar".
La mujer llora cuando piensa en su futuro. "Yo estoy condenada a muerte, espero poder dejarle algo a mi hijo, quiero poder disfrutarlo todo el tiempo que me quede, pero no pierdo las esperanzas de curarme", dice.
Sus necesidades son totales. De a poco, desde que su caso empezó a divulgarse ha comenzado a recibir tarros de leche S 26 para el niño, módulos alimentarios de Acción Social, algo de ropa y un colchón que le entregaron en la delegación. "Todo es facilitado, busco un trabajo para comprarle alguna ropita al bebé. Me gustaría lavar ropa o hacer la limpieza en alguna casa", dice como quien sueña con una vocación por poco inalcanzable. Y tal vez esas labores sean sólo una quimera en una comunidad que por lo pronto la mira de reojo y no la contiene.

Una vida signada por el dolor

PUERTO SAN ANTONIO ESTE (ASA)- El de Luisa es el único caso de VIH que se difundió masivamente en la villa. Sus propios comentarios en una comunidad pequeña, ágil en el "boca a boca" hicieron que la enfermedad, una cuestión completamente privada, personal e íntima, se conociera rápidamente.
Al dialogar con este medio la mujer no dudó en mencionar su mal en ningún momento. Sabe que no es menos que nadie ni tampoco nadie debe temerle. Tampoco tuvo empacho en relatar dramáticos sucesos de su vida pasada, como que se crió en una cárcel de mujeres -porque en Coyhaique, la localidad de Chile donde nació no había hogares de guarda- luego de que su padre la violara a los seis años.
"En Chile es peor, conozco el caso de una chica con Sida que pusieron su foto en los negocios para que la gente se cuidara de ella", cuenta.
Tiene otras tres hijas de 11, 8 y cuatro años. La más grande fue dada en adopción y las más pequeñas viven con sus padres. "A mi hijo no lo quiero perder, quiero darle todo mi amor y poder disfrutarlo", cuenta la joven. En el único momento que duda es cuando se le pregunta acerca de su trabajo anterior. Tarda en reconocer que fue "una chica de la noche" hasta hace un año, pero luego se suelta y lo confiesa. Trabajó en Madryn, Neuquén y en esta villa, en uno de los tantos cabarets que existen en el lugar.
La vida la marcó para siempre. Los golpes fueron muy duros, más duros que los que cualquiera podría soportar. Ya sufrió lo suficiente y ahora no solamente pide un mejor lugar donde vivir y criar a su hijo, algo más que esa pieza fría, extremadamente estrecha y precaria. Pretende contención, tal vez cariño, pero del que no se compra ni vende.

   
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