Lunes 3 de setiembre de 2001

 

Se pueden adoptar ballenas para ayudarlas

 

La propuesta es del Instituto de Conservación de Ballenas. Hay ocho ejemplares de ballenas francas claramente identificables, para ser adoptadas. Lo recaudado se usará para su estudio.

  Una organización ecológica internacional que cuenta con representación en Argentina promueve una campaña de adopción de ballenas para colaborar con su estudio y conservación. Actualmente, el Instituto de Conservación de Ballenas (ICB) cuenta con 500 socios que realizan su aporte monetario anual y que dividen su voluntad de adoptar entre ocho ejemplares de ballenas francas australes previamente seleccionadas por la organización.
Las ballenas francas arriban cada año, cada vez en más número y por más tiempo, al Mar Argentino, en la zona de Península Valdés, en Chubut.
Roxana Schteinbarg de Taboada, coordinadora ejecutiva del ICB, explicó que la adopción del primer ejemplar de ballena se produjo en 1993, y desde entonces el organismo recibió la colaboración de 1300 personas, que abonaron entre 25 y 100 pesos al año, dependiendo de su categoría de aportante, entre "adoptante", "protector" o "benefactor".
En la sede de la entidad, por vía telefónica o a través de internet (www.icb.org.ar), los que quieran colaborar con la entidad y su labor pueden optar por adoptar a Mario, Docksider, Josephine, Stare, Cassiopeia, Gabriela, Troff o Antonia, que fueron seleccionadas por presentar características físicas claramente identificables, y no coincidentes entre sí.
"Adoptando a una de ellas se participa de sus comportamientos e historias de vida fascinantes, se está actualizado sobre nuestros más recientes estudios y sobre todo, se aportan fondos que contribuirán a la protección de esta especie tan amenazada", indicó la especialista al referirse al programa, uno de los tantos que a nivel educativo desarrolla el Instituto.
Cada adoptante recibe un "Certificado de Adopción" con una foto color de la ballena elegida y su nombre impreso, además de una biografía del ejemplar, información general sobre la especie y un reporte anual elaborado por el organismo.
El Programa Ballena Franca Austral, en el que se inscribe la campaña de adopción, consiste en el monitoreo de su población en las aguas patagónicas, "a partir del seguimiento de individuos identificados".
Schteinbarg de Taboada explicó que a través del programa "se incrementa el conocimiento acerca de las ballenas con el fin de poder comprender sus necesidades e incorporar los hallazgos a planes de protección tanto en el ámbito nacional como internacional".
"A partir de la consolidación de nuestra organización con base en Argentina estamos avanzando en la implementación de programas educativos, acciones de concientización pública y, desde este año comenzamos a intervenir más activamente en el área de conservacionismo con el fin de encontrar soluciones participativas de los problemas que se enfrentan las ballenas y su hábitat", contó.
Este plan de trabajo se inició en 1970, de la mano de Roger Payne, el fundador y titular del Whale Conservation Institute (órgano padre del ICB argentino), por lo que se transformó en el estudio de mayor continuidad efectuado sobre ballenas basado en la identificación de individuos."Con esto se transformó en el estudio más importante realizado a largo plazo sobre una especie animal, y solo se lo puede comparar con uno realizado sobre chimpancés en la reserva Gombe Stream", detalló Schteinbarg de Taboada.
Un elemento fundamental para identificar a los distintos ejemplares desarrollado por Payne fue la visión de las callosidades que se desarrollan en la superficie de las cabezas de las ballenas.
Las ballenas francas, que todos los años son avistadas por miles de turistas en Península Valdés, permanecen en esa zona entre dos y cuatro meses, durante el invierno y la primavera, y se transforman en la principal atracción turística de la zona. La población de ballenas francas que arriba a las costas del país es la segunda del mundo, sólo superada por las que se asientan en las inmediaciones de Nueva Zelanda, en Oceanía. 
(AUNO) Universidad de Lomas de Zamora

Las ocho que están en la lista

El Instituto de Conservación de las Ballenas ofrece en adopción, para quienes deseen colaborar con la entidad, a ocho ejemplares que fueron seleccionados por presentar características fácilmente identificables, y que no coinciden entre sí.
Hasta el momento, la ballena más elegida por adoptantes es Antonia, que desplazó del podio de las preferencias a Mario.La siguiente es la descripción de cada uno de los ejemplares:
• Mario: originalmente se llamaba Mary, hasta que se determinó su sexo. Mario es uno de los muchos ballenatos blancos que nacieron en la península. Cuando era joven se caracterizaba por su hábito de "salto de espía", sacando la cabeza del agua para observar qué pasaba alrededor.
• Docksider: Aunque se lo identificó desde su nacimiento, en 1989 sorprendió a los investigadores, que lo vieron descansando cerca del desembarcadero de una planta de aluminio de Puerto Madryn. Es hijo de Antonia.
• Josephine: Fue observada regularmente en Península Valdés desde 1973, y tuvo por lo menos dos crías en este lugar. En 1987 fue vista junto a un pequeño grupo de ballenas en el sur de Brasil, a más de 2.000 kilómetros al norte de nuestra área de estudio. Solo otras cinco ballenas identificadas en la Península fueron vistas en otros lugares.
• Stare: Muestra el comportamiento común de la mayoría de las madres, cuando los buzos se le acercan. Se orienta de modo de poder observar al objeto que se acerca y usa su cola para proteger a la cría. Sin embargo, los ballenatos suelen escaparse de la atención de su madres y salen a explorar.
• Cassiopeia: Su nombre se debe a las marcas que presentan su lomo, semejantes a la constelación de estrellas "Casiopea". Estas manchas se han estado esparciendo entre los individuos del grupo desde 1982, constituyendo un gran misterio durante años. Después de varias hipótesis, la continua y sistemática observación permitió arribar a la conclusión de que se deben a lesiones ocasionadas por las gaviotas en el intento de alimentarse de su grasa subcutánea. Esto es preocupante, ya que el hostigamiento que sufren las ballenas afecta su patrón de comportamiento.
• Gabriela: Se la ha visto regresar a Península Valdés durante 18 años. Identificada por primera vez en 1978 con su cría, desde ese año tuvo cuatro crías más, la última en 1990.
• Troff: Es una dama muy elegante. Harta del continuo tormento de los machos tratando de aparearse con ella, busca evitarlos poniendo su cola en forma vertical fuera del agua, lo que impide la copulación. A pesar de ello, Troff ha tenido muchas crías desde que fue identificada.
• Antonia: Tiene unas marcas blancas muy atractivas sobre su lomo, que han heredado dos de sus tres hijos. Esto indica que estas manchas se transmiten a su descendencia. +
   
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