Lunes 10 de setiembre de 2001 | ||
MAS INFORMACION: |
Alpat, un interés muy particular |
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De cómo Juan de Dios Rodríguez se convirtió en lobbista de Soda Solvay. |
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Juan de Dios Rodríguez participa de las acciones del principal "elefante blanco" que, durante la friolera de 40 años, alimentó las ilusiones de los rionegrinos: la planta de soda solvay que se yergue casi terminada en San Antonio. Alcalis de la Patagonia, como ha revelado el año pasado la investigación de "Río Negro", ha sido la razón de vida de Osvaldo Renato Dagnino. Su monumental obra fundada sobre inversionistas inexistentes, sobrevivió a costa de préstamos, exenciones impositivas y aportes especiales que le costaron al Estado nada menos que 500 millones de dólares. Evidentemente, no se ha abandonado la presión por obtener más gracia estatal. Del "lobby" para que Alpat quedara incluida dentro del plan de diferimientos participaron desde el gobernador hasta los más variopintos políticos, como los senadores Remo Costanzo y Horacio Massaccesi, que en las pasadas vacaciones de verano mataron el tiempo jugando juntos al "rummy" en las playas de El Cóndor. Otro "lobbista" es el diputado peronista Miguel Pichetto, vinculado con el ex titular de la UIA, y amigo de Dagnino, Claudio Sebastiani. El aporte de fondos por parte de Alpat a la campaña de Pichetto a senador nacional exime de comentarios. Para alivio de los exhaustos bolsillos de la sociedad, las autoridades económicas nacionales comprendieron que hubiera sido un escándalo seguir regalando recursos para la planta de soda solvay y no la incluyeron dentro del plan de diferimientos. Se sabe que Juan de Dios Rodríguez es uno de los más entusiastas"lobbistas" de Alpat. Ese objetivo parece haberlo llevado a organizar un encuentro entre Verani y el empresario Enrique Pescarmona en Viedma, en el que estuvo presente. La reunión de Pescarmona, Juan de Dios y Verani aquélla mañana del 22 de agosto de 2000 en la residencia del mandatario, fue un secreto bien guardado por el gobierno. Estuvo también el ministro José Luis Rodríguez. Fue un almuerzo de dos horas, regado de vino Legarde que el visitante aportó de sus bodegas. El gobernador se ocupó de aclarar que fue una amena conversación sobre temas genéricos. El ministro Rodríguez se mantuvo en la línea y sólo admitió una referencia más amplia a la pretendida reactivación de Hiparsa. Pero no se descarta que el tema Alpat haya ocupado los mejores minutos de la sobremesa. El papel de Juan de Dios Rodríguez en relación con Alpat parece ser menos ingenuo del que se puede suponer vinculado a una función de ocasional mediador. De simple accionista, se convierte en "factotum" de Alpat. ¿Cómo se hizo accionista? Ocurre que una de sus empresas, Cristalerías de Cuyo S.A. (en la cual Verani ejerció el cargo de gerente) era seguramente el más fuerte importador de carbonato de sodio. De acuerdo con la ley que permitió un diferimiento de impuestos a cambio de comprar acciones de Alpat, Cristalerías de Cuyo aparece desde su fundación como uno de los socios menores (pero socio al fin) del emprendimiento. Cristalerías de Cuyo tuvo una suerte aciaga. En 1986 presentó concurso preventivo y, finalmente, en setiembre de 1995 le fueron cerradas todas sus cuentas bancarias por emisión de cheques sin fondos. No obstante, las acciones en Alpat parecen haber permanecido en poder de Juan de Dios. Lo concreto es que Rodríguez se ha convertido en el mayor interlocutor de Alcalis de la Patagonia para todos los sectores del gobierno, tanto provincial como nacional. Lo saben muy bien algunos miembros del equipo del ex ministro Machinea. La presión por obtener más oxígeno financiero para Alpat agotó por semanas a la gente del área de Programación Económica y Regional que dirigió Miguel Bein. Uno de sus asesores, más aliviado porque el abrasivo tema había pasado a otra área, dijo en confianza a este diario: "Menos mal que me lo saqué de encima. El lobby estaba pesado. Hasta me llamaba un tal Rodríguez... en una semana me llamó como cinco veces..." ¿Rodríguez el ministro? "No... un empresario... Juan de Dios Rodríguez". Estas evidencias refuerzan la impresión de que, tanto el supuesto principal accionista de Alpat, el francés Marcel Degraye, como el verdadero dueño, el ingeniero Osvaldo Dagnino, optaron por dar un paso atrás y colocar a Juan de Dios Rodríguez como cabeza de Alpat a los efectos de realizar gestiones. Esto se debió básicamente a su estrecha relación con Verani. Y esta relación sin dudas ha determinado la política que siguió el gobierno provincial con respecto de Alpat. Pese a la información que demuestra acabadamente cuál es la función de los accionistas de Alcalis de la Patagonia con respecto a los fondos públicos con que montaron su empresa, el gobierno provincial se convirtió en el más activo y pertinaz abogado de Alpat para conseguir nuevos diferimientos. Algo sorprendente, porque hay vías alternativas. En realidad, el gobierno desechó el camino más obvio que debía seguir para hacer funcionar Alpat, que es el de sugerir al Estado nacional o instruir al mismo Estado provincial a que ejecute las deudas de la empresa, que la libere de los actuales accionistas y que licite la planta para que entre en actividad, si es que eso es posible. Es más, el Estado provincial se ha comportado de una forma sumamente generosa. Todavía sigue invirtiendo en siete kilómetros de caminos y la vía férrea, como parte del acuerdo para compensar una ruinosa operación crediticia contraída y no cumplida durante la gestión de Horacio Massaccesi. El sustento con que el gobierno apoya las gestiones de Alpat para obtener más dinero del Estado se funda en la teoría de que falta poco para terminar la obra, hipótesis que "Río Negro" ha demostrado como infundada, porque el propósito de los accionistas no es poner en funcionamiento la empresa (a partir de ese momento tendrían que empezar a devolver los aportes obtenidos por diferimientos), sino obtener la mayor cantidad posible de dinero del Estado. Meses atrás, Verani -para desestimar otra alternativa- dijo que un cambio en la propiedad de las acciones de la empresa demoraría 10 años la puesta en marcha de la planta. Se trata de una evidente exageración hecha seguramente con el propósito de descalificar, como decíamos, la única postura razonable frente al tema: tratar de excluir a los actuales accionistas y tratar de que la empresa entre efectivamente en funcionamiento. Rodríguez asume un papel de "factotum" de Alpat a partir de su amistad con Verani y en el momento en que Osvaldo Dagnino y sus fantasmales socios veían cerradas sus conexiones para lograr más oxígeno financiero. Su pulso y el del gobernador llevaron a convertir la planta de soda solvay en toda una cuestión de Estado. Del día a la noche, los rionegrinos ven a un personaje en la oscuridad convertido en impulsor de la mayor inversión que, a decir verdad, no la ha hecho una empresa privada sino el Estado a través de ella. Probablemente la iniciativa más audaz en la historia de la Patagonia y seguramente del país. Un increíble gesto de generosidad descompensado por el escaso o nulo aporte privado. foto: 1) Arriba: la eternamente inconclusa planta de soda solvay en San Antonio. La presión por obtener beneficios del Estado no cede. 2) Enrique Pescarmona. Un encuentro secreto. 3) Osvaldo Dagnino, legendario titular de Alpat. |
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