Neuquén pagó y normalizan el servicio de diálisis

Los pacientes se movilizaron y fueron recibidos por el subsecretario de Salud.

NEUQUEN (AN).- La subsecretaría de Salud destrabó los fondos, acordó un cronograma de pagos y le entregó el cheque de la primera cuota a la empresa Fresenius, con lo cual se normalizó el servicio de hemodiálisis para 73 pacientes renales en esta capital, y un centenar en la provincia que dependen del sistema público.
El alivio llegó a los enfermos renales de la voz del subsecretario Fernando Gore, que los recibió ayer por la mañana al cabo de una movilización que unió el monumento a San Martín y la sede de la cartera sanitaria por las calles del centro.

La forma de pago

El responsable de la firma prestadora del servicio, el nefrólogo Osvaldo Nefa, confirmó el acuerdo alcanzado -que ya Gore había anticipado-, y que consiste en el pago del anticipo y luego diez cuotas consecutivas desde el 15 de septiembre hasta saldar la deuda de 1.140.000 pesos.
Nefa se entusiasmó: dijo que "ya está todo normalizado, pagaron la primera cuota y ahora volvimos a trabajar como antes". Una vocera de Arder -la Asociación regional del enfermo renal-, dijo ayer que "todo está solucionado y las diálisis se hacen como antes".
Los pacientes recuperaron sus turnos en los centros de atención de esta capital -dos establecimientos privados, además del Hospital Castro Rendón-; y uno en cada una de las siguientes ciudades: Cutral Co, Plaza Huincul, San Martín de los Andes y Zapala.
Los pacientes sin obra social, que reciben atención del sistema público de salud, son alrededor del 25% del total de enfermos renales registrados en la provincia que se atienden con la empresa Fresenius.
La deuda se arrastraba desde noviembre pasado.
Entre los padrones de Arder figura alrededor de un 10% de chicos o menores de 15 años. El costo de la prestación -que se realiza como máximo tres veces semanales- es de alrededor de 900 pesos mensuales.

Lo que cuesta la atención

Cada servicio individual cuesta 150 pesos en la capital y 95 pesos en el interior y, hasta que se logró el acuerdo, los pacientes corrían el riesgo de ser derivados al Castro Rendón, donde hay cinco equipos de diálisis "que no darían abasto para todos los pacientes".
Nora Vázquez, la presidenta de Arder, recordó que los equipos están instalados "en el viejo Hotel Huemul", que la subsecretaría de Salud destinó a consultorios externos -provisorios- para el Hospital Castro Rendón.
La sala de diálisis, dijo, "está en el cuarto del fondo", próxima al patio interior del edificio, donde antes funcionaban talleres literarios y de teatro, y posteriormente el departamento de estudios folklóricos, cuando allí estaba la sede de la subsecretaría de Cultura de la provincia.
La perspectiva de ver interrumpido el servicio desesperó a los pacientes porque el escaso margen de tolerancia que tienen sin diálisis. La mayoría de los enfermos atendidos por Salud Pública está sin trabajo o carece de cobertura social.
En esta situación económica, la enfermedad requiere alimentación sana, controlada por nutricionista, "y muchas veces no la podemos cumplir, porque no tenemos con qué, y tampoco recibimos apoyo".

Testimonios: Cómo es vivir esclavos de una máquina y sin recursos

NEUQUEN (AN).- María Eugenia Sandoval y su hija Zagal Denise, de 9 años, son de Loncopué pero viven en Neuquén, donde alquilan una casita. La madre está sin trabajo, debe dos meses de alquiler y su único sustento es la ayuda que recibe de acción social y el escaso dinero que puede enviarle la abuela de Denise, que es pensionada y quedó allá con el resto de los hijos.
Norma Vázquez, presidenta de la Asociación regional del enfermo renal, Arder, dice que "muchas recibimos ayuda del programa de jefas de familia, pero de pensiones, ni hablar". Algunos tienen que recibir atención en Buenos Aires, y otros deben viajar a sus lugares de origen.
La asociación los ayuda con una bolsa de comida, pero los fondos que hace dos años les otorgó Fundepa -la fundación que orientan el gobernador Jorge Sobisch y el presidente del BPN, Luis Manganaro- se están terminando y no tienen esperanzas de obtener una renovación, "porque el segundo subsidio es con devolución". La mayoría de los agrupados en Arder no tiene trabajo, ni pensión ni jubilación: son los enfermos renales atendidos por salud pública que aguardan eternamente turnos para un transplante, que es "la única solución verdadera del paciente", mientras viven contenidos por sus familiares más directos -hijos, padres, cónyuges-.
Además, "¿dónde vamos a encontrar trabajo, si nos discriminan?", se preguntan. Un paciente, recuerdan, tiene que someterse tres veces a la semana a diálisis, un proceso que dura no menos de cuatro horas y del cual terminan débiles "porque el aparato filtra todo: las impurezas y los nutrientes de la sangre", explica Mercedes Arias, y agrega que "nadie quiere darnos trabajo, porque además sólo estamos disponibles cuatro o seis horas diarias, como máximo", y los chicos tienen regímenes especiales para asistir a sus clases.
Ante el riesgo del corte del servicio, reiteraron los pedidos de ambulancias para trasladar a los enfermos dializados, como el de los sanatorios y clínicas privados, y cuestionaron "los viajes del gobernador (Jorge Sobisch) al exterior" y se preguntaron si el presupuesto del premundial de básquetbol "o los honorarios del pianista (Raúl) di Blasio no se podrían haber usado para pagarle a esa empresa y no estar pasando esto".
Denise, cuenta su madre, se descompensó en el último viaje desde Loncopué: el nivel de potasio en su cuerpo aumentó considerablemente, y a duras penas pudo llegar para "dializarse".
Eugenia Vera, ayudada por sus compañeros, cuenta que después de las 4 horas, "o cuatro y media, según el paciente", de estar con la cánula -una sonda del diámetro de un tanque de bolígrafo que se introduce en el brazo para extraer la sangre, que pasa por el equipo para filtrarse-, se pierden "entre 4 y 5 kilogramos de peso".