Jueves 27 de setiembre de 2001

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EE. UU. prefiere las "manos libres" para la represalia

 

Pakistán no participará de los ataques

 
  ISLAMABAD (ANSA) - Pakistán no se unirá a las hostilidades contra Afganistán, afirmó ayer la cancillería paquistaní, ni ofrecerá refugio a los seguidores del millonario saudita Osama ben Laden.
"La lucha -dijo el vocero del ministerio paquistaní, Riaz Mohammad Khan- no es contra un pueblo o país, la lucha es contra el terrorismo", y Pakistán "no puede unirse a acciones hostiles contra Afganistán o el pueblo afgano".
El vocero agregó: "nosotros no tenemos ninguna información sobre Osama ben Laden u otros líderes de Al Qaeda", la organización terrorista creada por el saudita refugiado en Afganistán. "No creo que ben Laden pueda pensar que encontrará un refugio seguro en Pakistán" si intenta huir de Afganistán , concluyó Khan.
El pronunciamiento paquistaní es un paso más en una posición ambigua, que parece hacerse eco de la resistencia opuesta hasta ahora por la población a las acciones operativas.
Por un lado, asociaciones de ciudadanos hicieron colocar en las calles de la capital de Pakistán cartelones de tono patriótico que se hacen eco de las palabras con que el presidente, Pervez Musharraf.
"Fuertes, decididos, seguros: Pakistán antes que nada", dice uno de los carteles, repitiendo las palabras con que Musharraf, en un dramático discurso, anunció la semana pasada que el país cambió de política y dejó librados a su destino a los talibanes afganos, antiguos aliados.

"Olvídense de la infantería", dicen expertos

LONDRES (Reuters).- Las palabras del general soviético Boris Gromov deberían de esculpirse en el corazón de cada planificador del Pentágono: "No fue un error sacar las tropas. El error fue insertarlas".
Esas fueron sus palabras al salir de Afganistán en 1989, después de que 13.000 soldados soviéticos murieran en combates contra un desaliñado puñado de guerrilleros. Fue la última gran batalla de la Guerra Fría, la ignominia definitiva para un imperio que se desmoronaba.
La historia ha demostrado, una y otra vez, que el despliegue de fuerzas de infantería en Afganistán es una catástrofe.
De la misma manera en que la senda hacia Moscú fue la receta del desastre para Napoleón y Hitler, la vía hacia Kabul se convirtió en la tumba de los soldados británicos en el Siglo XIX y de sus homólogos soviéticos en el Siglo XX. Analistas de temas de defensa, coinciden: ésta tendrá que ser una batalla guiada por operaciones de inteligencia, con ataques aéreos e incursiones de comandos.
En Vietnam, los estadounidenses aprendieron, a un costo elevado, cuán imposible es luchar contra un enemigo oculto en su propio terreno. Afganistán ofrece un escenario similar.
El despliegue de "fuerzas de infantería sería un disparate", dijo Martin Edmonds, director del Centro Internacional para Estudios sobre Defensa y Seguridad de la Universidad de Lancaster, en el norte de Inglaterra.
"No tendría absolutamente ningún sentido insertar tropas y tratar de ocupar y cubrir enormes áreas de territorio hostil", dijo.
"La logística de mantener ahí fuerzas sería horrenda. La tecnología occidental no está diseñada para funcionar en este tipo de terreno", dijo.
Phillip Mitchell, analista de fuerzas de infantería en el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, en Londres, concordó.
"Yo no preveo en manera alguna una operación a gran escala de fuerzas de infantería. Me parecer que será (un conflicto) de largo plazo, con fuerzas especiales identificando los blancos para los ataques de aeronaves. (La guerra) se ganará por (operaciones de) inteligencia", declaró el experto en temas estratégicos.

     
     
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