Viernes 14 de setiembre de 2001

 

Denuncian torturas policiales en comisarías de Roca

 
  ROCA (AR).- Un hombre de 35 años realizó una denuncia penal contra efectivos de las comisarías 21 y 31 de Roca, tras asegurar que sufrió "torturas y vejámenes para que confesara un robo" del que finalmente fue absuelto al dar negativo el reconocimiento en rueda de detenidos que realizó la víctima.
Tras la denuncia, Héctor Fabián Lang abandonó el trabajo que tenía en una empresa de Roca, y se radicó en la provincia de Buenos Aires por temor a represalias. Según la revisación médica, sufrió la fractura de tres costillas y golpes en la cabeza y la nuca.
Desde las unidades policiales 21 y 31 se informó que no estaban al tanto de la denuncia, y que hasta el momento desde la justicia no se había ordenado ningún tipo de informe. También se dijo que desconocían que haya ocurrido una agresión en un calabozo. La causa está en manos de la fiscal Norma Terbay.
Lang fue detenido por efectivos de la comisaría 21 el lunes 27 de agosto pasado, luego de que se tomara conocimiento que un desconocido habría querido asaltar a una taxista. El robo no se concretó, ya que durante el forcejeo, el taxi embistió a otro vehículo y el agresor salió corriendo.
El denunciante aseguró que lo detuvieron cuando iba caminando, y que primero lo llevaron a la comisaría 31.
"Me metieron en un calabozo y me mojaron completo. Luego me dieron una paliza, me sacaron la ropa, y continuaron los golpes. Los que me castigaban eran tres y me gritaban que no le mire las caras", aseguró.
Según Lang, esa misma madrugada lo trasladaron a la comisaría 21, donde según su relato, continuaron los tormentos. "Me pegaron fuertes golpes en el costado izquierdo y me dolía una enormidad. Después me llevaron a una oficina y me arrastraron de los pelos alrededor de una mesa", aseguró.
Pero según él, lo peor estaba por llegar. "En un momento me pusieron una bolsa de nylon en la cabeza y me retorcían los brazos hacia atrás. Trataba de romper la bolsa con los dientes porque me ahogaba. Me decían que diga donde estaba el arma porque era el único culpable".
Lang relató que las "visitas" al calabozo se repitieron. "No podía más. Les pedía por mi madre que me dejen de golpear, lloraba del dolor y temblaba como una hoja".
El miércoles lo revisó un médico en el hospital, le diagnosticó tres costillas quebradas e internación por seis días. El martes pasado quedó en libertad, tras reconocer la taxista que no era el agresor.
   
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