Viernes 14 de setiembre de 2001

 

Bajo la lupa: Quedan tres años para mejorar

 
  A un año de los Juegos de Sydney, la primera pregunta que surge es qué pasó con el deporte argentino en este lapso y cuáles son las posibilidades para la próxima cita olímpica, dentro de tres años.
En Australia, se lograron cuatro medallas -dos plateadas y dos de bronce- y diez diplomas. Poco después, la Secretaría de Deportes lanzó la nueva planificación con una apuesta fuerte y un objetivo: siete medallas en los Juegos de Atenas 2004.
La respuesta a eso surge con sólo comparar con qué recursos se preparan los deportistas más importantes del mundo y cómo lo hacen nuestros atletas, quienes afrontan el desafío de la supervivencia, sin cobrar a tiempo sus becas y a veces desertando de competir por falta de dinero.
El secretario de Deportes, Marcelo Garrafo, dijo que "pese a la crisis, los últimos resultados obtenidos parecen de primer mundo". Es cierto. Los hubo así en muchos deportes, pero la secretaría no los acompañó con respaldo económico o lo hizo en forma ineficiente.
Los números son elocuentes: 21 de las 112 actividades programadas para este año fueron suspendidas por falta de dinero y, de las 91 que se realizaron, 66 fueron solventadas por los deportistas o las federaciones a la espera del reintegro del gobierno.
Ahí surge sola la siguiente pregunta: ¿Es posible sostener la meta de siete medallas olímpicas en Atenas? No es fácil saber que podría pasar en el 2004. Si el retraso en los pagos se hacen crónicos la pretensión oficial es demasiado ambiciosa y quizá compleja de cristalizar.
Los resultados, a veces, es cuestión de inmediatez o azar. Puede ser un gol, una brazada, un remate preciso, el viento que ayuda a la vela de yachting o al que pilotea el bote o la canoa. Una medalla o un diploma es eso, algo instantáneo. Pero el trabajo que está detrás, lo que apoya y justifica un resultado, es una cuestión muy distinta.
Y es ahí donde está el déficit del deporte nacional.

El mundo del revés

Hay sensaciones que deben ser incomparables. Y una de ellas es la que deben haber vivido los esquiadores que ofrecieron la exhibición de acrobacia en el sur de Nueva Zelanda. En realidad, un espectáculo impagable con piruetas de todo tipo, como este "looping" del japonés Takaya Maeda que es toda una postal. Para llegar al sitio de los saltos, los competidores deben ser trasladados en helicópteros, porque el acceso por tierra es imposible.

   
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