Lunes 10 de setiembre de 2001

 

Un "León" en Estados Unidos

 

Lleyton Hewitt vapuleó a Sampras en su propia casa y ganó el Abierto

  El australiano Lleyton Hewitt ganó ayer el primer torneo de Grand Slam de su carrera al conquistar el Abierto de Estados Unidos venciendo por 7-6 (7-4), 6-1 y 6-1 nada menos que al local Pete Sampras en la final.
Hewitt fue muy superior a un Sampras que pareció acusar haber jugado la semifinal el día anterior, y logró su cuarto triunfo en ocho partidos ante Sampras en su primera aparición en una final de Grand Slam.
"Es increíble, soñé con este momento, jugar una final de Grand Slam y ganarla. Le agradezco a la gente por el respaldo en esta semana. Le pegué a la pelota bien y fui mejorando con cada partido", dijo Hewitt tras celebrar su triunfo en una hora y 54 minutos, acostándose de espaldas sobre el cemento de la cancha central, arrojar su muñequera a la tribuna, saludar a su entrenador Darren Cahill y besar a su novia, la jugadora belga Kim Clijsters.
"Lleyton es increíble, el muchacho es tan rápido... Esas piernas, quisiera tener algo de esas piernas", dijo Sampras ante la sonrisa de Hewitt y la mirada melancólica de su esposa, Bridgette Wilson. "Perdí ante un gran campeón, un gran jugador demasiado bueno", agregó.
Número cuatro del ránking mundial, Hewitt llega a la cima con 20 años, en una ascensión prodigiosa desde su aparición en el circuito en enero de 1998, cuando ganó el torneo de Adelaida con 16 años en su segunda aparición en el cuadro principal de un torneo del circuito mayor. Sampras, décimo del ránking, perdió por segundo año consecutivo la final del torneo y vio frustrado su propósito de ganar su decimocuarto Grand Slam.
La clave del partido fue el primer set. Allí se dieron dos hechos decisivos: Sampras perdió -en el primer game- su saque tras 87 juegos consecutivos sin cederlo, y 40 minutos después cedía su cuarto tie break en 16 jugados desde Wimbledon. Dos golpes muy duros para el delicado edificio sobre el que se apoyaba la estructura del juego de Sampras.
El contraste entre ambos jugadores era notorio. Sampras, de inmaculado blanco como si jugara en Wimbledon. Hewitt, con la gorra invertida en su cabeza, pantalones negros y camiseta roja con una raya amarilla recorriendo su espalda a la altura de la columna.
Los sets siguientes fueron casi un monólogo del australiano, que devolvió cada pelota como un "león" y no dejó despertar a Sampras en ningún momento. (DPA)
   
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