Martes 25 de setiembre de 2001

 

Emilio Saraco partió rodeado de reconocimiento

 

Amigos, artistas, discípulos y funcionarios lo despidieron en el sepelio, que tuvo lugar al mediodía de ayer. Todos rescataron el humor de un artista que fue maestro y recreador del Neuquén.

 
NEUQUEN (AN).- Todos lo recordaron en su faceta de humor. Emilio Saraco, artista plástico, fundador de la escuela superior de Bellas Artes, el pintor de las araucarias, los mapuches y la provincia toda, fue acompañado en su sepelio, ayer al mediodía por numerosos amigos, muchos compañeros de su paso por las aulas, montones de discípulos, músicos, teatrantes, funcionarios.
Murió en la madrugada del domingo. Allí estaba en vigilia su inseparable y dulce compañera peruana, su esposa Manuela, con quien se relacionó por carta y se enamoró en un viaje para conocerla en Lima.
Por Lima se casaron, por Bariloche y Neuquén sembraron hogar y tuvieron hijos, fama y unos pocos ahorros para una vejez digna y tranquila.
En medio de la tristeza por la despedida, casi todos recordaban la chispa de Saraco y la predisposición a bromear. "¿¡Vos sabés ché -le contaba hace un tiempo a "Río Negro"- que nunca le he tenido miedo a la muerte!?". "¡Conmigo no van a tener trabajo. Me cruzan la calle y ya está. Yo sí que no voy cambiar de barrio, apenas de dirección!". Quienes lo conocieron saben que esa era la vena del hombre.
Su hogar, el chalecito donde su taller tiene una puerta que abre frente mismo al cementerio, lo tenía acostumbrado a la cotidianeidad de largos coches negros, coronas y dolores.
Mas le anteponía su alegría de vivir y las ganas de calarse un gorro de lana y largarse a caminar por los alrededores, cuando ya el glaucoma le había impedido hacer lo que más le gustaba y fue su ocupación sin excepción: los pinceles, la carbonilla y cuanto material le sirviera para sus esculturas y murales.
El gobernador Jorge Sobisch, y el ministro Jorge Gorosito, lo despidieron. Sobisch, se disculpó: "Vengo como amigo, por el respeto que me merece, por los momentos compartidos". También estaban los diputados Ricardo Villar y Raúl Radonich.
Entre varios artistas, la directora teatral Alicia Fernández Rego, quien lo acompañó desde el departamento de arte dramático, cuando Saraco fue director de Bellas Artes, recordó cuando el pintor le decía: "¡Cómo nos peleábamos doña Alicia, pero cuánto hacíamos. Sí, Saraco fue protagonista de una época" y destacó su importante aporte.
La plástica Marta Such, tristísima, se remontó a cuando por 1976 lo conoció en Primeros Pinos, debajo de una araucaria, pintando días tras días. Fue el que le puso nombre a muchos rostros mapuches".
Fue cierto, Emilio tenía toda una galería de viejecitos de tierra adentro, que ya no están. Alicia Laraia es docente y artista, estaba allí, en los momentos últimos, rescató el amor de este hombre por la vegetación "la ternura y la alegría del hacer" y el placer de pintar marinas en Las Grutas, cuando el calor del desierto lo hacía emigrar en el verano al mar. Muy cerca de Alicia, estaba Mario Rivero Naveiro, a cargo de la sala de exposiciones Saraco , a la vera de las ferrovías. "Cuando la sala pasó a la órbita municipal, recibíamos sus visitas. Franco y humilde. Un honor trabajar en un lugar que lo reconoció en vida".
La pareja formada por Estela Provecho (pintora) y Chalo Bejarano (fotógrafo) lo recordó en su energía, sobre todo "Chalo", que sabía del trabajo de Saraco por la sala Conrado Villegas, sus escenografías, los afiches: "Un obrero del arte, un trabajador". Para el escultor Jorge Michelotti, Emilio fue un tipo sincero con lo que hizo y lo defendía a muerte. ¿Extrañarlo?, sobre todo su humor, que le permitió ser crítico con quien quisiera y en el momento que quisiera.
   
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