Martes 25 de setiembre de 2001

 

Retrato de Pablo Escobar Gaviria

 

Alonso Salazar J. recurre a todas las voces posibles, muchas veces contradictorias, y a una profusa documentación de archivo y fotográfica para armar un retrato del narcotraficante Pablo Escobar Gaviria en "La parábola de Pablo".

 
Buenos Aires.- En "La parábola de Pablo" el periodista colombiano Alonso Salazar J. indaga, a partir de vastos y contradictorios testimonios y de una valiosa documentación de archivo, la saga humana y criminal del narcotraficante Pablo Escobar Gaviria.
"Procuré apartarme del maniqueísmo oficial urdido a partir de expedientes judiciales y centrarme en la construcción de un retrato humano sustentado por una diversidad miradas que pudieran ampliar el panorama y alejar su figura del estereotipo habitual o del prejuicio", manifestó el autor.
"Pero además de rastrear en los diversos perfiles de un personaje tan complejo -agregó-, me interesó que esa suerte de caleidoscopio de versiones sirviera para esbozar una pintura de la sociedad colombiana de los últimos años, de la cual Escobar no fue más que un emergente".
Publicado por Planeta, el libro desanda el ascenso y la caída del célebre narcotraficante, desde el malevito de barrio hasta el megalómano que construyó un fastuoso imperio basado en el negocio más prolífico de fines del siglo XX: la producción y el tráfico de cocaína.
A lo largo del texto se narran sus inicios en el contrabando y su afán por emular al clan Kennedy, su consagración a la familia sin renunciar a sus aires de donjuán enamoradizo, su adicción a la marihuana, sus aptitudes de estratega, su fugaz paso por la política, sus conexiones con el poder político y la guerrilla, sus gestos de narcisismo y demagogia o sus métodos de amedrentamiento.
"Escobar había creado una especie de teatro social donde se representaba al mismo tiempo como un hombre generoso y un guerrero temido; sin esta forma de exhibición pública su fortuna no hubiese tenido sentido: en eso contrasta con la ambiciones materiales de un burgués más tradicional o un aristócrata", apuntó el autor. "En el fondo, él quiso ser una suerte de Robin Hood de los "paisas" o el Salvatore Giuliano de Puzo -completó-, una figura que obraba a favor de los sectores más excluidos y desafiaba a los poderosos, llegando hasta formas extremas de rebeldía" La investigación de Salazar subraya también una rara cualidad: la obsesión del personaje por no defraudar ni a quienes lo admiraban como a un héroe ni a quienes lo erigían en un símbolo del mal.
Otra faceta que el autor destaca del personaje es "la combinación del instinto con una aguda inteligencia y una capacidad de organización empresarial impresionante".
Provisto de una profusa documentación fotográfica, en el volumen conviven más de sesenta voces, entre las que figuran capos narcos como los Rodríguez Orejuela (del Cartel de Cali), los Ochoa, hombres que trabajaron con él como "Pájaro", "Arete" y "El Mugre", militares que lo combatieron como el general Martínez u otros policías o miembros de los cuerpos de elite, y también sus familiares más cercanos. "Su familia fue el único refugio de sosiego que Escobar quiso preservar en un mundo marcado por la violencia, y sin duda fue también su talón de Aquiles, el flanco a través del cual su enemigo pudo derrotarlo", consideró Salazar. (Télam).

Gustavo Bernstein

   
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