Miércoles 19 de setiembre de 2001

 

Las dueñas del fuego

 

"Fuego", un recorrido por España que se sustenta en coreografías muy trabajadas y una puesta impecable.

 
Los prejuicios tienen que ver, muchas veces, con el desconocimiento. Por eso estábamos el sábado pasado tan confiados en escuchar el lamento gitano, cuando en realidad el programa del Ballet Danzares insistía en que lo que íbamos a ver era un recorrido por España.
El asunto es que no aparecieron Camarón y sus huestes quejosas. Pero mejor así. Por el contrario, la primera imagen de "Fuego", el espectáculo que se presentó este fin de semana en Casa de la Cultura de Roca, fue el de un grupo de chicas atravesando el escenario raudas, graciosas y sonrientes. Nos levantaron el ánimo con tanta crisis -en el más extenso sentido de la palabra- que rodea al planeta Tierra. Un antídoto contra las cadenas de noticias.
En ese estado de éxtasis estaban contenidas Navarra, Asturias, Sevilla. Una rara mezcla que vista desde acá resulta divertida e interesante. Aunque se trata de expresiones típicas de un pueblo, es el modo correcto de mirarlas.
La compañía dirigida por María José Ruiz tiene la virtud de acercanos viejos y maravillosos espíritus. A su modo, la directora sirve de sacerdotisa invocadora de la pasión de otros que vivieron, amaron y encontraron en esos movimientos, en esas ropas, el canal de sus afectos.
A propósito de la ropa. "Fuego" tiene dulces detalles. El vestuario es uno. Cada tela acaba de salir de las manos de una abnegada modista. Un lujo que se nota y completa el espectáculo. También la música resulta muy apropiada. Aquí no podemos más que envidiarle a Ruiz su mente abierta, además de las posibilidades de su discografía. Esto se complementó muy bien con la participación de dos percusionistas en vivo.
La segunda parte nos envolvió en formas que no deberían escapársenos. Hubo castañuelas, mujeres de negro, miradas desafiantes, intensidad y destino. Muy propio de una cultura. "Fuego" consigue de este modo una relación distinta. Alegre en su principio y algo más oscura hacia el final.
En varios pasajes las coreografías muestran el esfuerzo y la búsqueda de originalidad a pesar de la tradición que dicta y manda. Se notan la garra cotidiana, las horas transpiradas detrás de la expresión correcta. El Ballet Danzares es sobre todo una muestra de búsqueda y librepensamiento.
El final de su espectáculo nos llevó de nuevo a las sensaciones iniciales. Pura pasión y entrega. Las chicas calentaron el ambiente y mostraron cuál es el temple de su decisión. Nadie puede negarles el fuego. (C.A.)
   
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