Martes 18 de setiembre de 2001

 

La perfecta estética del Cuarteto

 

Este fin de semana se presentó en la región el Cuarteto Hugo Wolf, uno de los mejores de su generación. Con un programa equilibrado, brindaron el mejor concierto de cámara del año.

 
ROCA.- Bastó un fragmento del "Cuarteto en sol mayor" de Joseph Haydn para saber que lo dicho era verdad. Y que los presentes estábamos por asistir a un hecho artístico poco común en estas tierras. El Cuarteto Hugo Wolf es uno de los mejores conjuntos de su generación. No hizo falta esperar demasiado para confirmar lo que traían escritos sus pergaminos.
En principio desmintieron aquello tan mentado de que la pasión es un asunto latino. La pasión adquiere muchas formas, una de ellas es la nuestra, acaso más atolondrada, más inmediata pero mejor no entremos a comparar lo que sucede al sur del Río de la Plata con el calor a puro ron añejo del Caribe.
El cuarteto de Haydn es una espléndida fusión de sentimientos, dichos a salto de notas, en entregas dosificadas de ritmos y sensualidad. La ejecución del conjunto formado en la Escuela de Música de Viena sólo puede ser calificada de soberbia. Un movimiento nos puso en alerta de las posibilidades técnicas y estéticas de un grupo de músicos que han aprobado algunos de los exámenes más importantes de Europa. Esta riqueza se vio puesta en evidencia en la "Suite Lírica" de Alban Berg. No había lugar para otra sorpresa, pero la hubo.
Todavía estaba el alma recomponiéndose de la primavera que el Cuarteto de Hugo Wolf había dejado florecer minutos antes cuando emprendió la difícil cumbre de Berg. Un festín donde la arquitectura del universo musical adquirió innumerables formas en el aire que respiraba el público de Casa de la Cultura de Roca. Una experiencia para guardarla en el interior del saco y tenerla como amuleto. La versatilidad de los violinistas Jehi Bahk y Régis Bringolf desafía la tensión que explota de la viola de Wladimir Kossjanenko y el violoncello de Florian Berner.
El programa, muy equilibrado, también significó una buena noticia. El final con el Cuarteto de Schubert "La muerte y la doncella", sirvió, además, de lección acerca de lo que es capaz de conseguir un artista junto a un instrumento de estirpe: un sonido puro y pleno. Esta obra permite sondear el tiempo y la estética del perfecto cuarteto. De la delicada voz del violín a la voracidad de las cuerdas describiendo el conjunto de la composición.
Al final llegó el juego y la gracilidad, la Polka Pizzicatto de Johann Strauss. La yema de los dedos sobre las cuerdas y el cuerpo de madera moldeado por la sensibilidad. Un rato después, cuando la última nota se había ido, aún estábamos en la butaca inmóviles esperando el regreso.

Claudio Andrade
candrade@rionegro.com.ar

Foto: Los integrantes del Cuarteto Hugo Wolf demostraron porqué son considerados parte de la elite de la música de cámara.

   
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