Viernes 31 de agosto de 2001

 

La historia oculta bajo Brasilia

 

Bajo la moderna capital del Brasil se esconde un nutrido acervo cultural.

  Bajo el trazado urbanístico de la capital brasileña, se esconde un rico acervo que da cuenta de etapas casi desconocidas de la historia del Brasil. Por la sabana del Altiplano Central brasileño, donde cuatro décadas atrás se inauguró Brasilia, pasaron hombres prehistóricos a la caza de grandes especies de animales, indígenas de tribus variadas, colonizadores en busca de oro y muchos agricultores y comerciantes.
Paulo Bertrán, un historiador, ha ocupado gran parte de su vida en investigar y documentar lo que ocurría en Brasilia antes de Brasilia, despejando la idea de que la capital brasileña fue levantada en medio de la nada en la árida sabana tropical, a 1.000 kilómetros del litoral. Autor del ya clásico libro "Historia de la tierra y del hombre en el Altiplano Central", Bertrán está convencido de que todavía queda mucho por conocer del pasado del corazón del Brasil.
"Estamos lejos de tener el cuadro completo de la historia de la región, principalmente en la prehistoria, hay mucho para excavar", comentó Bertrán en una entrevista en su casa, construida sobre una loma en las afueras de la capital.
Con las pocas excavaciones hechas en la región, pudieron encontrarse restos de cerámicas y herramientas de caza que dan cuenta de la presencia humana hace más de 8.000 años, según el historiador. Más recientemente, indígenas derivados del grupo macro-jé recorrieron la zona y establecieron pequeños cultivos. Algunos incluso todavía estaban en la zona cuando llegaron los colonizadores portugueses en el siglo XVIII, dijo Bertrán.
El historiador basó sus investigaciones en excavaciones y documentos históricos de los archivos del entorno de Brasilia, Sao Paulo y Lisboa. Uno de los documentos más antiguos que encontró fue el diario de viaje de dom José de Almeida e Vasconcelos de Soveral e Carvalho, capitán general de la capitanía de Goias, quien cruzó el actual Distrito Federal en dos ocasiones, en 1772 y 1773.
Desde antes de esa época, ya había una carretera que iba de Salvador de Bahía, en el litoral del nordeste, a Vila Bela da Santissima Trinidade, en la frontera con Bolivia, y cruzaba el actual Distrito Federal. De aquella carretera subsiste un puesto fiscal colonial, conocido como Contagem de Sao Joao, donde controlaban la salida de oro desde las ciudades vecinas de Pirinópolis y Luiziania. Ambas ciudades, situadas respectivamente a 200 y 150 kilómetros de la capital, fueron las últimas grandes minas de oro encontradas en el interior del Brasil. (Reuters)
   
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