Miércoles 29 de agosto de 2001

 

Odisea para trasladar el cuerpo de un puestero

 

José Rosales murió en Barril Niyeu. Sus perros, a su lado, lo cuidaban.

  EL CAIN (AV)- Una verdadera odisea vivió una comitiva para rescatar el cadáver de un anciano muerto por una descompensación cardíaca en la zona de Huichaniyeo, ubicada a unos 40 kilómetros al sur de este paraje. El grupo fue encabezado por el presidente de la Comisión de Fomento de El Caín, Hugo Melivilo, quien usó su vehículo particular para atravesar vados, arro- yos desbordados y cañadones al pie de la meseta de Somuncura.
El representante comunal tomó conocimiento el sábado de la muerte del peón rural José Rosales, y de inmediato preparó una comitiva con el propósito de trasladar el cuerpo a Maquinchao para darle sepultura. Lo acompañaron en esa verdadera travesía el oficial Suárez y personal del municipio de Maquinchao.
Según el parte médico, el hombre de 70 años falleció presuntamente por una afección cardíaca el miércoles 22 de agosto.
Melivilo contó a "Río Negro" que "me vino a avisar un gaucho de a caballo de la muerte pero recién el lunes pudimos viajar por- que los caminos rurales están muy malos, como consecuencia de los deshielos".
Para el operativo emplearon un utilitario que se ajusta a la zona, un Ford F350, que no tuvo inconvenientes en atravesar un arroyo cuyo pelo de agua llegaba a los faroles. "Tenía casi un metro de profundidad, y luego nos topamos con un pantano y debimos hacer varios kilómetros a campo traviesa", indicó.
La zona de Huichaniyeo tiene como única vía de comunicación una huella hasta el paraje Barril Niyeu, ubicado casi en el límite con la provincia del Chubut, y para llegar a El Caín hay que bordear la salina Tromen Niyeu.
Melivilo relató que a las 10 de la mañana se encontraban a cinco kilómetros del rancho de Rosales, y desde allí tuvieron que trasladarse a pie y de caballo porque la geografía -vallecitos y sierras- se tornaba intransitable, porque los arroyos y pantanos eran verdaderas lagunas.
Cuando llegaron al lugar, encontraron el cuerpo semicongelado, tirado a 300 metros del ran-cho. Los únicos seres vivos que había alrededor eran dos perros que cuidaban de su amo.
La vuelta se hizo con el cuer-po montado sobre un caballo y ellos caminando. Primero hasta el vehículo que quedó encajado, y luego hasta El Caín. Habían pasado 11 horas desde la partida.
Melivilo describió el lugar como patético. "Don Rosales -apuntó- vivía en condiciones inhumanas, el piso del rancho era de tierra y convertido en fangal por las filtraciones de nieve y agua, y todo el abrigo que tenía era un lienzo de enfardar lana y un quillango de chivo".
   
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