Domingo 19 de agosto de 2001 | ||
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"La ciencia usa mal los recursos" |
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Andrés Carrasco, presidente del Conicet, instó a los científicos a abandonar una actitud "de elite" y orientar el trabajo hacia el "producto social". También se manifestó contra el recorte de salarios en el Conicet y lo consideró ridículo. Carrasco sostuvo que la generación de conocimiento en la Argentina no está valorada ni jerarquizada. |
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BUENOS AIRES (Télam).- El presidente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), Andrés Carrasco, deploró el recorte de salarios en su área, aunque consideró que la ciencia argentina usa mal los recursos que tiene e instó a los científicos a aceptar que el Estado oriente su trabajo. "Podemos usar mejor los recursos", dijo Carrasco en una entrevista que concedió a Télam, durante la que instó a los científicos a abandonar una actitud "de elite" y a aceptar que el Estado debe orientar su trabajo, que definió como "producto social". Carrasco, un investigador en biología molecular de 55 años, asumió hace un año, tras una agitada salida de su antecesor Dante Caputo, y se ha planteado como objetivo que el Conicet y toda la ciencia argentina valoricen sus propios medios. El dinero no es garantía "Hay muchos laboratorios en Estados Unidos que tienen mucho dinero y donde se desperdicia también mucho dinero -argumenta Carrasco-. El dinero no garantiza ni la calidad ni la originalidad del producto. -¿El Estado debería orientar la inversión del poco dinero que tiene hacia fines que se consideren más productivos o de más alto impacto social? -Sí. El contribuyente pone la plata en este país. La inversión pública es el 90 por ciento de la inversión que se hace en ciencia y tecnología. Cuando un científico genera un producto llamado conocimiento lo está generando el individuo en el marco de una sociedad. No es su genialidad, es un producto social y se hace con el salario que le da la sociedad. El ciudadano tiene derecho a saber cuáles son las prioridades en ciencia, qué tipo de conocimiento se genera. El científico tiene el deber de comunicar para qué hace su ciencia. El conflicto entre la demanda social y la oferta se tiene que resolver en algún lado, y ese lugar es el Estado. -¿Y cómo ha terciado el Estado argentino históricamente? -No ha terciado. El Estado ha librado a la comunidad científica a su buen entender. Ahora estamos reflexionando sobre eso. Algunos decían "no hay política científica". Sí la había: dejar hacer los científicos, que se van configurando como una elite, que hagan los que se les dé la gana. Eso termina en una ciencia que puede no servir a la sociedad y que puede derivar hacia cualquier lado. Pero tampoco la generación del conocimiento en la Argentina está valorada ni jerarquizada. Esta visto como prestigio: "Qué buenos que somos, tenemos ciencia. Tenemos premios Nobel. Somos". Hay una cosa de figuración, y no de ver el conocimiento como producto social. En ese sentido, un científico no vale más que un zapatero: tiene una herramienta llamada cerebro. El conocimiento tiene valor agregado y con él debería generarse riqueza. -En ese sentido, ¿El Conicet está preocupado por evaluar y seguir la calidad de sus propios investigadores? -Las instituciones han sido funcionales a la política de "ustedes son los científicos, hagan lo que quieran", que es una política de fragmentación y de subdesarrollo. Podemos usar mejor los recursos. La escasez de recursos es importante, pero no están totalmente aprovechados. Las instituciones tienen que revisar su gestión. Se han generado asimetrías: hay áreas de conocimiento muy desarrolladas con alto nivel de repetición y otras reducidas a la mínima expresión. El Conicet, desde hace meses, toma en cuenta criterios de calidad y originalidad del producto para usar sus recursos. -La futura ley de ciencia considera que el Estado reciba aportes privados para la investigación. ¿El Estado podrá evitar que intereses privados orienten la investigación en el país? -Una cosa es que invierta Monsanto, con una semilla transgénica, y otra cosa que vengan de sectores privados a potenciar el desarrollo científico y tecnológico, o a desarrollar una patente. En otras partes del mundo hay mecenazgo, cultura de fundaciones, de descuentos impositivos. Nos faltan leyes para eso. -¿No debería haber un plan de competitividad para la actividad científica, con rebajas de impuestos o algo parecido? -Hay un proyecto de los diputados Jorge Viqueira e Irma Parentella (ambos del Frepaso) para exceptuar de impuestos a todos los bienes e insumos que se usen para ciencia que sean importados. Los subsidios son bajos y hay muchos insumos, sobre todo en las ciencias más caras. Mas allá de eso hay un problema salarial. Estoy en contra de que se haya descontado el 13 por ciento. El Conicet se ahorra en la franja de 500 a 1.000 pesos de salarios unos 250 mil pesos por mes. Es ridículo que se impacte el salario de 2.327 agentes a ese costo total. (Télam) La fuga de cerebros El presidente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), Andrés Carrasco, relativizó el fenómeno de la "fuga de cerebros" argentinos y también las posibilidades de éxito de los emigrantes. |
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