Jueves 9 de agosto de 2001

 

La lucha imposible

 

Richard Tesore cura y devuelve animales marinos en la costa uruguaya.

  En una rocosa playa de la costa este de Uruguay un hombre entabló, hace ocho años, una lucha diaria contra el tedio y la indiferencia para curar y devolver al mar a cientos de animales marinos.
Con el rostro marcado por el sol y el frío, Richard Tesore pasa sus días dedicado a atender S.O.S Rescate de Fauna Marina, un hospital único en Uruguay al que llegan sobre todo pingüinos, tortugas y lobos marinos. Estos últimos proceden principalmente de la cercana isla de Lobos, pocos kilómetros al sur del exclusivo balneario Punta del Este y donde se halla una de las principales reservas de lobos marinos del mundo, de casi 300.000 animales. Sin otro apoyo que algún ocasional voluntario, Tesore actualmente alimenta y da cuidados médicos a unos 70 pingüinos de la especie Magallanes, tres lobos marinos -dos cachorros y un adulto- y una tortuga, aún débiles para retornar a su hábitat natural.
En unos meses, cuando puedan valerse por sí mismos, los devolverá al mar. Pero llegarán otros. "Cuando se dan cuenta que se están mejorando, se ponen como locos por recuperarse e irse. A uno de los lobos ya lo tuve que alcanzar dos veces en la playa porque se había escapado para volver al agua", narró Tesore en una entrevista.
Asustados y cubiertos de petróleo, unos cien pingüinos llegaron en las últimas semanas a las playas del este uruguayo, sobre el océano Atlántico y procedentes del frío sur de Argentina sin que aún se sepa la causa de su estado. "En alguna parte, entre el sur argentino y Uruguay hay una gran mancha de petróleo y nadie se ha hecho responsable", señaló Tesore preocupado. Muchos de los animales, unos 30, murieron durante la primera semana de su estadía en la reserva por ingerir el petróleo adherido a sus plumas, pero Tesore, mientras hace milagros para alimentarlos a todos, se las ha ingeniado para evitar que se limpien a sí mismos. Les aplica aceite o manteca, detergente y luego agua caliente para aflojar el petróleo, para posteriormente colocarles un gracioso chaleco de lana, que evita que se coman el crudo. Pero limpiarlos es un juego de niños en comparación con obtener comida.
"Si siguen llegando no voy a tener el espacio suficiente y necesario para cuidarlos, además de que va a ser más difícil conseguir comida para todos", comentó Tesore.
Si bien Tesore recibe ayuda para transportar a los animales hasta la reserva, no ocurre lo mismo con su mantenimiento. El intendente de Maldonado, Enrique Antía, se interesó en la reserva pero el dinero aún no llega, dijo Tesore. (Reuters)
   
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