Miércoles 8 de agosto de 2001 | ||
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San Cayetano mostró otra cara de la crisis |
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Bergoglio lamentó que se persiga a los pobres y se aplauda a los que evaden |
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Cientos de miles de desocupados, subocupados y agradecidos, algunos en esperas de más de un mes, desfilaron ayer ante la imagen de San Cayetano, en el templo del barrio porteño de Liniers, para pedir "pan y trabajo". Este 7 de agosto, que convocó a fieles en todos los puntos del país, e incluso en Uruguay (ver pag. 28), coincidió con la movilización piquetera, versión más "pagana" de la protesta que tiene como personaje central a los desocupados de argentina, que superan el 17 % de la población. El arzobispo de Buenos Aires y primado de la Argentina, cardenal Jorge Bergoglio, lamentó durante su homilía en la misa de San Cayetano, las "contrastantes" imágenes de la realidad, con pobres "perseguidos por reclamar trabajo" y ricos que "eluden la justicia y encima los aplauden". En un discurso encendido, que podría competir con cualquiera de los discursos emitidos ayer en protesta por las consecuencias del modelo económico vigente, marcó las diferencias que existen entre la gente "pobre en la calle y la rica festejando fastuosamente", aquella que "llora la violencia y la que se divierte de lo lindo como si viviera en el mejor de los mundos, y entre la que "tiene hambre y la que tira comida". Ante los miles de peregrinos, el purpurado convocó a "mantener encendida la esperanza, mientras luchamos por la justicia y vivimos solidariamente", y utilizó las Bienaventuranzas para graficar "las cosas que duelen, dan miedo, preocupan y angustian" en los tiempos que corren. El Primado pidió "llorar por la Argentina" y valoró la entereza espiritual del pueblo que a pesar de tener "bronca que es hambre y sed de justicia, sabe reclamar y protestar, pero sin hacer daño a nadie", y criticó a quienes "pasan de largo o miran al necesitado de lejos". Tras comparar las lágrimas "silenciosas y mansas" del pueblo con las de la Virgen que, al pie de la Cruz, supo estar "al lado de su Hijo sin estallidos ni escándalos", el purpurado le dio la certeza a los peregrinos de que fueron escuchados y atendidos por San Cayetano . (DyN) |
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