Sábado 4 de agosto de 2001

 

Don Roque sigue navegando

 

Ex pescador de río y mar, construye réplicas de los barcos que marcaron su vida

  CARMEN DE PATAGONES (AV)- Don Roque Ursino es un nostálgico de su trabajo como pescador en el río y el mar cuando era joven. Hoy vuelca todas sus vivencias en la construcción de fieles réplicas de aquellas embarcaciones de madera que pelearon contra viento y marea en la pesca del cazón.
En su vivienda de la calle Buenos Aires existe poco ambiente de carpintería, sólo un banco para apoyar las maderas y un cuchillo gastado de tanto usarlo para retirar las escamas de pescado. Precisamente, esa punta es la única herramienta que emplea en el tallado de la madera para construir las barcazas que hasta fines de la década del "50 amarraban en el muelle Mihanovich de Patagones y en la Bahía San Blas.
Las réplicas de casi un metro de largo llevan en su proa el nombre original y Don Roque conoce cada historia. "Este es el "Lucero", uno de los tantos barquitos que anduvieron tras el cazón, pero si me pregunta me acuerdo el nombre de 100 que navegaban por aquí", contó a "Río Negro".
Lleva construidas unas 20 réplicas desde hace dos años. Apela a su memoria de elefante, y las describe una por una, mostrando la foto que les sacó antes de entregarlas en exhibición al Museo Francisco de Viedma y en venta a coleccionistas privados. "Estas son "La Rosita", "La Argentina" y la "San Giuseppe" que están enterradas entre los arbustos de la costa maragata", apunta mientras exhibe las imágenes.
Su especialidad es la construcción de "busetas" unas pequeñas embarcaciones de doble proa que se gobernaban con un timón pegado a la pala. Otra de las réplicas, denominada "La Sirena del Mar" con su clásico color amarillo, se puede ver diariamente en la vidriera de un comercio de Viedma. Don Roque contó que esa embarcación forma parte, aunque reformada y con otro nombre, de la flota pesquera artesanal que recala en la banquina de Mar del Plata.
El artesano sólo tiene fotos y recuerdos de cada navío, pero para construirlos en escala "me tuve que basar en la mente, porque no tengo el retrato de todas".
Los barcos quedaron grabados a fuego en sus vivencias ya que de adolescente comenzó a trabajar de marinero. A partir de 1930 y por una veintena de años, Patagones y San Blas vivieron épocas de esplendor económico, pues en ese entonces causaba furor la pesca del cazón para extraerle el hígado que constituía la materia prima de medicamentos norteamericanos destinados a desnutridos.
"Después vinieron los japoneses, y el pescado nuestro perdió precio, así que me fui a trabajar a los astilleros Río Santiago hasta que me jubilé. Como no tengo nada que hacer, vivo de la fabricación de réplicas y del tejido de redes", concluyó.
   
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