Miércoles 1 de agosto de 2001 | ||
El raro optimismo de quien perdió todo |
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NEUQUEN (AN).- La crecida del arroyo Villa María lo echó de su casilla de chapas, le hizo perder los pocos muebles que tenía, la ropa y las bolsas de cal y de cemento con las que esperaba poder levantar paredes "de material". Desde hace diez días, David vive con su esposa y sus dos hijos en el centro Nayahue. Y sabe que es casi imposible que pueda volver a su casa, porque la villa será erradicada. Casi todos los días cuando sale de su trabajo va hasta el que fue su hogar para ver que nadie se lleve las pocas cosas que le quedan. "No es mucho lo que me pueden sacar, lo más valioso que tenía era un televisor que me robaron hace un mes y medio, era nuevo... este mes me tengo que pagar la cuota...", afirma el hombre sentado junto a su esposa Mirta y su hijo Samuel. Es curioso pero el hombre sobre el que parecen haber caído todas las desgracias apenas reniega, se muestra calmo y es optimista. "Estoy cerca de mi casa, cerca del trabajo, a mi hijo lo llevan a la escuela y lo traen de vuelta... nos dan de comer bien y no pasamos frío... Claro que me gustaría más estar en mi casa pero allá no se puede estar", razona el hombre que trabaja como soldador y que espera que se concrete la cesión de tierras en el barrio Confluencia. "No quiero que me regalen nada, lo que sea me lo quiero ganar, ojalá se haga rápido y que tengamos un lugar alto así empiezo a hacer mi casa", agrega David sentado en el centro del salón más grande del centro Nayahue, donde en los últimos días se recibió a 51 evacuados de la zona ribereña. "Acá estamos calentitos, allá estaba tullida de frío", dice Juana, una abuela de 62 años que padece cáncer. La mujer de piel transparente no quiere saber nada con volver a su casa en el barrio Confluencia, junto al arroyo. Juana es la mimada del centro donde están los evacuados. Viviana, una empleada legislativa que está colaborando con el ministerio de Desarrollo Social, está gestionando que la destinen a un hogar de ancianos. En el pabellón donde está Juana hay gran mayoría femenina, sobre todo nenas menores de diez años y algunos pibes con sus mamás. Entre las cuchetas, los chicos aparecen y desaparecen, gritan y juegan mientras los más grandes intentan estudiar. Los hombres permanecen en sus casas, a pesar de que fueron tapadas por el agua. La mayoría viene y va durante el día, y regresa a la villa que se levanta junto al hediondo arroyo Villa María, a hacer guardia. Descenso paulatino CIPOLLETTI (AC).- Como desde hace 72 horas se mantiene un paulatino descenso en los ríos. Solidaridad entre vecinos ROCA (AR).- Desde que los ríos comenzaron a ganar tierras y se metieron dentro de las viviendas, decenas de familias fueron asistidas por los municipios y otros organismos. Sin embargo, hay muchos afectados que aún no fueron socorridos porque habitan lugares aislados, de difícil acceso y hasta ahora sólo conocen de la solidaridad de sus vecinos para escaparle al agua. |
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