Miércoles 15 de agosto de 2001
 

Comenzó con un patadón

 
  Pasaron los años y Melitón Arroyo seguía quejándose.
No podía olvidar el patadón que con el botín de suela de cuero y madera le estampó un policía en la zona baja del glúteo derecho.
Fue en Mendoza, una tarde de noviembre de 1866. Y con el patadón, Melitón Arroyo dejó de ser gobernador de la provincia.
Así arrancó en la Argentina el primer paro de significación de un cuerpo policial. Causa: atraso en el pago de los sueldos.
Con Melitón vociferando en la calle, frotándose el trasero y dando saltos debido al dolor, los policías se dividieron tareas.
Un grupo marchó a la cárcel. Abrió candados y puso en libertad a los presos. Hubo abrazos, disculpas y promesas de nunca más birlarse una gallina ni un recado. Y mucho menos un cerdo, que por aquel tiempo se comercializaba a Chile clandestinamente y a buen precio.
Otro contingente se dirigió a una zona de galpones y corrales. Ahí arengó a 280 jóvenes, a quienes Bartolomé Mitre había mandado a requisar para enviar a una guerra que -según él- duraría tres meses: la del Paraguay.
Duró más de tres años.
Los jóvenes no necesitaron mucho discurso para hacerle el corte de manga al enrolamiento forzoso. Luego, a la calle, a festejar.
El vecindario más humilde se sumó al revoltijo. El resto atrancó puertas y clausuró postigos.
El paro policial devino en lo que hoy sería una "movida" amplia y colorida. Su dialéctica pronto dejó de lado el reclamo salarial y transitó hacia la inorgánica revuelta contra el centralismo porteño.
Aparecieron cintas coloradas. Y algunas cargas adicionales de ginebra alentaron el "Viva la Santa Federación".
De Catamarca, La Rioja, San Juan, Jujuy, Salta, Tucumán y Santiago del Estero llegaron adhesiones y refuerzos. Y hasta Felipe Varela envió embajadores.
La histeria ganó al gobierno nacional. Llegó a imaginar que detrás de la revuelta mendocina estaba la mente de uno de los talentos más dignos que tuvo el país: Juan Bautista Alberdi. Era un enemigo pétreo de la decisión de Mitre de guerrear al Paraguay.
Al caer la tarde de aquel día de noviembre de 1866, don Melitón se dio un baño de malva para distender su trasero. Luego huyó. Y se perdió en la noche larga de la historia.
Y el paro policial derivado en revuelta se enjuagó en la guerra civil que ya campeaba en la Argentina...

Carlos Torrengo
   
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