Martes 14 de agosto de 2001

 

Meschini salió indemne del juicio por abuso de autoridad

 

El jefe comunal de Vista Alegre sacó un crédito para pagarles a desocupados sin la visa del Concejo. La Justicia lo absolvió

  NEUQUEN (AN) - El intendente de Vista Alegre Sur, Ernesto David Meschini, festejó hasta las lágrimas el fallo que lo absolvió en el juicio que por presunto abuso de autoridad se le hizo ayer en el Juzgado Correccional 1.
Había sido procesado por sacar sin autorización del Concejo Deliberante un crédito de 25.000 pesos para pagar subsidios a desocupados de Centenario, que mantenían cortada la multitrocha. Alrededor de 200 seguidores lo esperaron frente a los tribunales con pancartas, bombos y platillos y mantuvieron cortada la calle durante las dos horas de la audiencia (ver aparte).
Meschini se sacó de encima lo que calificó "como una cruz que me martiriza desde hace dos años y medio", con relativa facilidad. El fiscal Wálter Trincheri, después de escuchar la emotiva declaración del imputado y de otros tres testigos, entendió que aún cuando se probó que el trámite para conseguir el dinero no siguió la normas legales, el funcionario no tuvo intención de cometer el delito, por lo tanto no lo acusó y pidió su absolución.
Como lo señala la jurisprudencia para estos casos, al no haber acusación, en el acto el juez Carlos Lardit dictó el sobreseimiento de Meschini y de su entonces subsecretario de Hacienda, Miguel Angel Aiello, quien también estaba acusado por el mismo hecho.
"Siempre confié en que me absolverían", dijo Meschini apretujado por los seguidores que lo acompañaron colmando la sala de audiencias y después lo aclamaron en la vereda del edificio de la calle Irigoyen.
El intendente de Centenario, Luis Castillo, el de El Chocón, José Luis Mazzone, el diputado provincial Eduardo Carbajo y varios de sus colaboradores, todos del MPN, festejaron el fallo como si el alivio fuera propio.
El contenido político signó este caso desde su inicio. Meschini fue llevado a juicio por una denuncia que hizo en su contra la concejal Provinda Hernández (PJ), quien lo cuestionó cuando en febrero del "99 libró 166 cheques para pagarle subsidios provinciales a los desocupados que mantenían cortada la ruta, sin la autorización del Deliberante.
"Pensaba poner el tema a consideración de los ediles, pero no estaban. Lo que no pensé en ningún momento es que estaba violando la ley. Era la necesidad de la gente, que reclamada 150 pesos de su trabajo, la que era necesario atender", dijo ayer el imputado al tribunal. Agregó que los desocupados habían ido a pedirle soluciones y que los chacareros de la zona, además, también exigían que les liberaran la ruta para llevar su producción a los galpones.
"No tuve maldad, se venía la represión y había que evitarla. Por eso actué como lo hice y lo volvería hacer... Tomando los recaudos legales", declaró Meschini.
Rolando López, en ese momento al frente del Ejecutivo de Centenario, dijo ayer "estábamos en medio de la interna. En gobierno -a cargo de Felipe Sapag- ni me atendían y tuve que pedirle ayuda a Meschini".
La llave que le permitió al intendente conseguir el dinero fue "Pipe" Sapag, en ese entonces referente máximo de la lista Roja del MPN, según se supo entonces.
"Este delito exige el dolo, y no cualquiera sino como mínimo el directo. Y por lo visto en el expediente, aquí no hubo dolo. Hubo una ignorancia, un desconocimento de la ley y no podemos decir que Meschini actuó de mala fe", argumentó el fiscal para sostener el pedido de absolución.

"Yo me juego por la gente"

NEUQUEN (AN).- "La gente está primero que nada. Si se me presenta una situación parecida lo volvería a hacer", dijo el intendente de Vista Alegre, Ernesto Meschini, en medio de los abrazos tras escuchar el fallo que lo absolvió en el juicio que se le hizo por abuso de autoridad.
Las lágrimas que le costó contener en su declaración ante el tribunal las derramó generosamente en medio de sus seguidores, que por dos horas le cambiaron el paisaje a la céntrica esquina de Irigoyen y Carlos H. Rodríguez, con decenas de multicolores pancartas -había hasta de la parroquia del pueblo-, bombos y, cuando se supo el desenlace, haciendo estallar las bombas de estruendo.
Mujeres, hombres y niños, de todas las edades, llegaron hasta el centro de la ciudad en cuatro grandes colectivos que habían sido especialmente fletados para transportarlos.

   
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