Viernes 3 de agosto de 2001

 

Los presos y otra manera de cumplir sus penas

 

La chacra de la EMETA en Roca es una alternativa que los convictos con buena conducta valoran como pocas. En el lugar desarrollan distintas actividades que los ayudan a cumplir sus condenas lejos de las penurias de la alcaidía local.

  ROCA (AR).- "Comparado con la vida adentro de la alcaidía, esto es casi la libertad".
Carlos parece olvidado de la condena que lo mantendrá hasta diciembre sin la posibilidad de caminar tranquilo por las calles. Asegura que la chacra de la EMETA, donde convive junto a otros 23 presos, no tiene nada que ver con las húmedas y atestadas celdas de la unidad carcelaria del norte roquense.
Hace poco más de un año lo "premiaron" por su buena conducta con el traslado hacia el inmueble de la zona rural, al sur de la ruta 22 y al este de la ruta 6, y ayer -a pesar de que le había tocado cocinar para el resto de los internos- se lo notaba aliviado.
Todos saben que no es una cárcel modelo, pero al menos cuenta con las instalaciones mínimas para llevar adelante una vida digna. Y se nota que respetan esta oportunidad y la cuidan, porque sólo viven con dos celadores, que no tienen dificultades en coordinar las acciones y hasta un detenido los consideró "muy piolas".
Otro costado positivo de esta variante en el sistema carcelario rionegrino tiene que ver con la tan promocionada y pocas veces cumplida oportunidad de brindar la reinserción social a los condenados.
A la granja con animales, las frutas y hortalizas, se suman las tareas en el horno de ladrillos, que permitirán comercializar la producción en el futuro. Incluso ayer algunos internos aprovecharon la visita de autoridades locales y provinciales para hacer los primeros contactos y participar más adelante en las compulsas para transformarse en proveedores del municipio.
Por otra parte, una docena de los presos aprovechan los cursos de horticultura, maquinarias agrícolas y fruticultura que tres instructores dictan en el edificio ubicado al lado de su "cárcel". Francisco Alcázar, uno de los que enseñan las técnicas productivas, explicó que "los internos reciben nociones sobre cultivos bajo cubierta, uso de implementos y manejo y construcción de montes frutales". Además informó que en el futuro empezarán cursos de lombricultura y apicultura.
"No sabés lo que es la vida en la alcaidía. Bah... si se lo puede llamar vida. Acá también estamos presos, pero la diferencia es enorme", dice otro de los detenidos mientras convida un mate a los inusuales visitantes.
Esa diferencia de la que hablan es la que les permite hoy recuperarse de a poco. "Los que estamos acá sabemos que nos mandamos alguna macana y tenemos que pagar por eso. Lo entendemos bien y por eso no hace falta que nos tengan controlados todo el día", agrega otro antes de recordar que en los 14 meses que lleva adelante el proyecto sólo "un boludo" se escapó. "No sirve. Te agarran y volvés a la alcaidía y eso acá no lo quiere nadie", señala otro.
Además de varias pavas y mates, los que hoy conviven en Emeta cuentan con un televisor para hacer más amenas las jornadas cuando no trabajan en la chacra. El lugar es amplio y ellos creen que podría sumarse un grupo reducido de condenados porque "algo de lugar queda". Se turnan para cocinar y limpiar, mientras que los roles a la hora de trabajar la tierra están bien definidos.
El ejemplo de Emeta es difundido entre los condenados de la alcaidía, que no deberían estar allí pero ante la falta de infraestructura permanecen a la espera de un traslado. "La buena conducta se premia y eso es lo que fomentamos", señaló ayer el secretario de Seguridad, Rolando Martín.
Los presos de la Emeta entienden mejor que nadie esas palabras. Comparada con la alcaidía, el premio es "casi la libertad".

Gestionan más lugar para condenados

En la alcaidía de Roca conviven hoy alrededor de 230 condenados, que no deberían permanecer allí ya que la unidad carcelaria fue construida sólo para procesados. Con el paso de los años, la realidad superó las previsiones y no hubo más alternativas que alojar también allí a personas con condenas firmes.
Además, una deuda del Estado provincial con el Servicio Penitenciario Federal impide hoy que esas unidades reciban condenados de la justicia rionegrina, congelando al número de detenidos en 172 por mucho tiempo.
El secretario de Seguridad, Rolando Martín, informó ayer que el gobierno provincial inició acciones para lograr destrabar la situación y conseguir que las cárceles del SPF permitan el ingreso de condenados rionegrinos. "El resultado de las primeras reuniones con el Ministerio de Justicia fue una promesa de recibir a 50 personas, pero hasta el momento sólo se derivaron 14", señaló Martín, que ayer recorrió las instalaciones de la Emeta junto al intendente Ricardo Sarandría y otros funcionarios.
El funcionario destacó los logros obtenidos a partir de la ley impulsada por Sarandría cuando era legislador, que "permite hoy a muchos condenados contar con una mejor calidad de vida". (AR)

   
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