Jueves 30 de agosto de 2001

 

Crisis internacional por inmigrantes en Australia

 

Más de 400 en un barco reclaman asilo político.

  ISLA NAVIDAD, Australia (Reuters) - Tropas de Australia tomaron ayer un barco noruego y un desafiante primer ministro australiano prometió mantener fuera de las playas del país a los 434 refugiados que están a bordo.
En tanto, el Parlamento de Australia comenzar a debatir anoche una propuesta de Ley para expulsar de sus aguas territoriales al buque noruego cargado de inmigrantes, en su mayoría afganos, mientras crece la tensión entre Camberra, Yakarta y Oslo.
Noruega pidió la intervención de las Naciones Unidas en el caso, luego que se impidió por la fuerza al carguero atracar en un puerto australiano para desembarcar a los inmigrantes, que buscan asilo y varios de los cuales están enfermos.
El primer ministro de Australia, John Howard, dijo que la toma del barco indicaba claramente la determinación de su gobierno de impedir una creciente oleada de inmigrantes ilegales —la mayoría del Oriente Medio— que llegan a las costas australianas.
"Sigue siendo nuestra muy fuerte determinación no permitir que este barco o sus ocupantes, excepto en circunstancias exclusivamente humanitarias claramente demostradas, lleguen a tierra en Australia", dijo Howard ante un entusiasmado parlamento que lo aplaudió con frecuencia.
Howar dijo que presentará de inmediato nuevos proyectos de ley -haciendo que el parlamento permanezca reunido todo el fin de semana si es necesario para aprobarlas- con carácter retroactivo a fin de que justifiquen la medida.
Sin embargo, la decisión de Howard desató duras críticas contra Australia, un país que ha sido construido con un enorme apoyo de la inmigración.
Los propietarios del barco dijeron que el capitán de la nave decidió que la agria disputa de tres días sobre los inmigrantes ilegales se le había ido de las manos y necesitaba acercarse a la costa de la isla australiana de Navidad por el bienestar de los desesperados pasajeros.
Mientras tanto, el ministro de Relaciones Exteriores de Australia, Alexander Downer, dijo que su país estaba decidido a proteger su "integridad territorial" y que forzaría al carguero Tampa a regresar a aguas internacionales, a pesar de una ola de protestas de grupos de derechos humanos y de la solicitud de Noruega de que la ONU intervenga en el caso.
"Es importante que asumamos esta posición y es importante que no les permitamos entrar y ciertamente no vamos a ser engatusados para que cambiemos nuestra posición", precisó.
"Lo sacaremos fuera de aguas territoriales australianas si tenemos que hacerlo", agregó Downer en una entrevista con la cadena de televisión Australian Broadcasting Corporation, rehusando entrar en "detalles operativos".
Los 434 inmigrantes ilegales afganos, ceilandeses y paquistaníes y cuatro tripulantes indonesios han sido abandonados en contenedores vacíos sobre la cubierta del Tampa desde que el carguero los rescató en el Océano Indico el domingo de un transbordador indonesio que naufragó.
No sólo han sido rechazados por Australia -donde el sentimiento contra los inmigrantes ilegales está en ebullición-, sino que Indonesia, su más reciente país de tránsito, y Noruega, donde el barco está abanderado, también se han lavado las manos.
Hasta el Alto Comisionado de Naciones Unidas para Refugiados (ACNUR) dijo desconocer quién tiene la responsabilidad por la suerte de los refugiados, al indicar que el derecho internacional no está claro sobre el tema.
El buque permanecía anclado fuera de las costas de la Isla de Navidad, a unos 2.000 kilómetros del territorio continental australiano.
Las condiciones en el Tampa, construido para acomodar hasta 40 personas, se han ido deteriorando, dijeron los propietarios. Algunos de los refugiados amenazaron también con saltar por la borda si el barco regresaba a Indonesia.
El miércoles, Australia envió por aire médicos y medicinas después de que el capitán del barco informó que varios refugiados se habían desmayado de fatiga y deshidratación tras varios días en el mar.

La "isla del bienestar" amenazada

Sydney (dpa) - Cuando se trata de abordar el tema de los solicitantes de asilo, el ministro de Inmigración australiano, Philip Ruddock, apela a las imágenes que se le imprimieron durante una visita al campo de refugiados de Kakuma, en la frontera entre Kenia y Sudán.
Con esos argumentos defiende a capa y espada la posición sin compromisos de su gobierno con respecto a los 438 refugiados que Camberra se niega a acoger.
En su opinión, en Kakuma realmente se veía a gente sufriendo. Pero como refugiados, estas personas quedan en "una segunda línea" porque otras como las del "Tampa" consiguen asilo por motivos económicos gracias a que cuentan con cierto dinero y conexiones.
"Cada vez que se otorga asilo a una persona que llega de esta forma ilegal, esto se traduce en menos ayuda para otro que realmente lo necesita", consideró.
Ruddock calificó de "obsceno" un sistema de ayuda que según declaró destina cada año 10.000 millones de dólares para solicitantes de asilo procedentes de diversos lugares, pero sólo 1.000 millones para campos de refugiados del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) en donde son alojados 23 millones de personas.
El ministro, que dejó una prometedora carrera de abogado para entrar a la política hace 28 años, reconoció que Australia tiene pocas solicitudes, unas 10.000 al año, en comparación con muchos países europeos.
Pero la opinión pública australiana, temida por Ruddock y el primer ministro John Howard debido a las cercanas elecciones, ve a su país como una "isla de bienestar" en medio de "un mar de pobreza" que lo amenaza.
"Parece como si estuviéramos perdiendo el control sobre la oleada de gente que llega a nuestro país", declaró Ruddock teniendo en cuenta la reacción de los votantes.
Canberra hizo además duras acusaciones contra Indonesia, donde en su opinión hay un tráfico organizado de personas desde Afganistán y Pakistán en dirección a Australia. "Debemos encontrar un sistema que haga imposible a las personas conseguir mejores condiciones económicas mediante la táctica de ir del primer país al que huyeron -y donde se encuentran seguras- a otro, sólo porque allí los beneficios serán mayores, como en Australia", advirtió el ministro.
     
     
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