Sábado 18 de agosto de 2001

 

Siguen los rastros de 250 kilos de explosivos

 

Al parecer fueron derivados de una petrolera al Batallón de Ingenieros. Sin embargo, el Ejército ya no puede hacerse cargo de esa tarea. Habría un documento adulterado y un mayor se encuentra detenido.

  NEUQUEN (AN).- La justicia federal está siguiendo el rastro de 250 kilos de explosivos que ingresaron al Batallón de Ingenieros de Montaña sin autorización, procedentes de una empresa petrolera. Aparentemente fueron destruidos, pero la investigación detectó que hay documentación apócrifa sobre los movimientos del peligroso material, cuyo paradero actual es incierto.
La justicia militar también está detrás del caso, y hasta ahora dispuso el arresto preventivo de un mayor del Ejército que habría tenido responsabilidad en la recepción y acopio de los explosivos sin estar autorizado para ello. Habría más personal involucrado bajo investigación.
Fuentes consultadas ayer por este diario explicaron cómo comenzó la investigación, sobre la cual se publicó el domingo y el jueves pasado.
El viernes 10 a la noche, un llamado advirtió que habían robado 50 kilos de explosivos del Batallón de Ingenieros de Montaña. Otro rumor que circuló en forma simultánea señalaba que en realidad habían ingresado esa cantidad de material.
Ante versiones sobre hechos tan graves se lanzó un alerta general a las policías provincial y federal.
Con el paso de las horas se descubrió la verdad: el jefe de la unidad había descubierto en depósito 50 kilos de explosivos de uso civil, parte vencido y parte sin vencimiento. "El vencido es el más peligroso porque pierde estabilidad", explicó una fuente.
El material estaba acopiado presuntamente para su destrucción, pese a que desde hace dos años el Ejército tiene prohibido dedicarse a esa tarea, que es responsabilidad de Gendarmería.
Los explosivos pertenecían a la empresa Halliburton, que fue allanada el miércoles al igual que la sede militar. Cotejando los libros de uno y otro, se determinó que en octubre del año pasado un camión cargado de explosivos ingresó al Batallón sin que nadie lo controlara. Hace pocos días la maniobra se repitió. Por una cuestión de confianza y de jerarquías, el personal de guardia consignó la entrada del vehículo pero no revisó su carga.
También se descubrió que un mayor del Ejército le cobró a Halliburton 1.400 pesos para destruir el material; recibió el cheque pero le entregó a cambio una factura que sería apócrifa aunque tiene un sello auténtico. Las fuentes agregaron que un trabajo de ese tipo se cobra alrededor de 6.000 pesos.
Otra irregularidad detectada está en un acta donde consta que el material fue destruido, pero estaría adulterada o los testigos que menciona serían inexistentes.
Por eso los investigadores no saben en realidad cuánto material explosivo ingresó al Ejército sin control, cuánto fue realmente destruido y dónde está el resto. Se estima que hay 250 kilos cuyo paradero es incierto.
Las fuentes explicaron que Gendarmería es la encargada de supervisar los polvorines de las empresas privadas con permiso para acopiar explosivos porque su actividad así lo requiere. Controla que se cumplan las medidas de seguridad correspondientes y que la capacidad de los depósitos no sobrepase los límites autorizados. También le corresponde destruir el material de rezago o supervisar a los particulares a quienes se encarga esa tarea.
Agregaron que los registros deben ser rigurosos para evitar que exista un tráfico de esa clase de materiales. Ahora se están revisando minuciosamente los libros de la petrolera y los del cuartel para seguir la pista de los explosivos.
   
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