Viernes 17 de agosto de 2001

 

"Hubo una agresividad casi demencial, pocas veces vista"

 
  CIPOLLETTI (AC).- La autopsia realizada sobre el cuerpo de la kinesióloga asesinada en Cipolletti confirmó que la víctima sufrió 26 puñaladas y cortes profundos en todo el cuerpo. También presentaba lesiones cortantes producidas por un vidrio o algo similar.
"Hubo una agresividad casi demencial, pocas veces vista", dijo un hombre cercano a los forenses actuantes en el procedimiento.
La mayoría son puñaladas, con ingreso "de punta", pero ninguna de implicancia mortal por sí mismas, aunque sí por las hemorragias múltiples que potenciaron. "Murió desangrada", fue la terminante respuesta de la fuente.
Los golpes en el rostro pudieron haberla desvanecido, y aún más, provocarle un coma de grado máximo, porque se referenciaron lesiones cerebrales.
Hay heridas en las zonas pulmonar, hepática, renal, en el intestino, en el pecho, en las piernas, en los brazos, en las manos inclusive, al haber peleado posiblemente por la posesión del arma blanca que la estaba ultrajando.
Entre los dedos la víctima tenía pelos adheridos, que se analizaban. La estimación eran que podrían pertenecer al agresor. Se retiró, para análisis, sangre y otras sustancias adheridas a las uñas, cortas, sin pintura.
El cabello estaba mojado cuando los pesquisas vieron el cuerpo en el consultorio. No era sangre y ese intrigante dato también se evaluaba para el resultado final de la autopsia. El horario de la muerte se estima entre las 21 y las 23.
La impresión, por magullones en el cuerpo y la poca profundidad de los "puntazos" es que hubo un solo agresor, máxime por el lugar. El ataque no fue donde apareció el cuerpo tendido y sí en un pequeño pasillo que une el consultorio con el baño, porque el marido, Pedro Scilipoti, cuando llegó, arrastró a su mujer hacia el consultorio, en un intento tan desesperado como infructuoso para reanimarla, según habría dicho en su declaración.
"Todo esto es muy parecido a lo de la bioquímica Ana Zerdán", se dijo, aunque ni la policía ni en los ámbitos forenses se quiso avanzar sobre la hipótesis de la existencia de un psicópata serial con objetivo en paramédicas.
Entre el laboratorio donde murió Zerdán y el consultorio donde mataron a Del Frari no hay más de 400 metros.
   
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