La kinesióloga fue brutalmente golpeada y recibió quince puñaladas

La pista más importante es la marca de una pisada con sangre.Una mujer dijo que sintió el disparo de un arma de fuego.

CIPOLLETTI (AC).- Un bestial ataque, con más de 15 puñaladas en todo el cuerpo y golpes en el rostro, signó la muerte de la kinesióloga Diana Del Frari de Scilipoti -de 47 años- ocurrida el martes en su consultorio ubicado en Nueve de Julio y Libertad. Lindante está su domicilio, aunque no hay comunicación interna entre ambas propiedades.
El juez Juan Torres contaba con la huella de una zapatilla con sangre, cerca del cadáver.
Hasta anoche no había un particular sospechoso apuntado, aunque "no se descarta ninguna hipótesis", según dijo el jefe de la comisaría Judicial, José Dutra.
Desde esa unidad se están canalizando las investigaciones, uno más en la larga lista del miedo que tiene acongojados y a los cipoleños y a la comunidad valletana en general (ver aparte).
La fiscal Alejandra Berenguer, siguiendo directivas de Torres, tomó declaraciones testimoniales durante la mañana y la tarde. Uno de ellos fue el marido, Pedro Scilipoti, quien fue la persona que halló el cuerpo sin vida de su esposa. También declararon otros familiares y vecinos.
Entre los móviles se descartaba el robo, porque incluso el reloj pulsera de la víctima quedó tirado junto a su cuerpo bañado en sangre, y su trabajo se manejaba en su mayor parte con obras sociales. Tampoco faltaba del consultorio ningún elemento en especial.
Estaba vestida, por lo que también se descartaba un ataque de tipo sexual.
Los familiares y amigos de Diana llegaron ayer al domicilio y había escenas de dolor y dramatismo. Los vecinos aseguraron no haber visto ni escuchado nada raro. Sin embargo, una mujer que vive a unos cien metros declaró ante la fiscal que oyó el estampido de un disparo, a las 23.10 del día de la muerte, pero que no salió de su casa por miedo (ver aparte).
Para muchos, fue como volver a recordar el crimen de la bioquímica Ana Zerdán, ya que en principio habría muchas cosas en común (ver aparte).
El salvaje crimen de la kinesióloga se habría producido entre las 19 y las 23 del martes. Fue en un ambiente del consultorio, detrás de la sala de espera.
La víctima tenía un turno a las 20 para atender a un paciente en una mutual, a la que nunca concurrió ni avisó sobre una cancelación, por lo que los pesquisas presumen que a esa hora podría haber ocurrido el hecho.
El Hospital "Pedro Moguillansky" está de "duelo administrativo" hasta hoy. La kinesióloga cumplía funciones en el nosocomio y su actividad fue resaltada por el director Rubén Mombrú (ver aparte).
La víctima era era madre de cuatro hijos: Florencia (22), Juan Pablo (19), Guillermo (14) y Paula (11). El marido, Pedro Scilipoti, arribó a su casa a las 23 aproximadamente, y estaba cuidando a su hija menor, aquejada de un cuadro gripal.
A las 23.15, como no llegaba su esposa, fue al consultorio y la encontró sin vida. Desesperado, llamó a un familiar y este corrió al cuartel de Bomberos, pidiendo ayuda. Concurrieron dos voluntarios mientras desde el cuartel se alertaba a la Policía y a la ambulancia del hospital.
A las 23.40 la Policía cercó con cintas una amplia zona, mientras personal de Criminalística comenzaba una minuciosa tarea de rescate de huellas.
Luego llegaron el juez Torres, el jefe de Zona de la Regional Segunda, Oscar Colmenares, Dutra, y numerosos efectivos.
Desde unos 50 metros, en medio del trajín policial y con la puerta de acceso entreabierta, se veía la cabeza de la víctima, pasando una sala de espera, cerca de una pared de la sala de trabajo y rodeada de un charco de sangre.
La mujer vestía pantalón negro y un suéter del mismo color, y tenía puestos sus zapatos, por lo que la marca de la zapatilla con sangre es seguramente la única prueba, por ahora, del autor de la muerte.
El cabello estaba húmedo, no de sangre, lo que intrigaba a los pesquisas y le añadía otro ingrediente de misterio a este tremendo ataque mortal.

Dispusieron un asueto administrativo en el hospital

CIPOLLETTI (AC).- El director del hospital, Rubén Mombrú, en acuerdo con la comunidad sanitaria, dispuso un asueto administrativo que se prolongará durante el día de hoy, como duelo y pesar por la trágica muerte de la kinesióloga Diana Del Frari, quien cumplía tareas en ese centro asistencial.
"Sentimos un estado de impotencia, de dolor que no se puede transmitir", sostuvo.
Esto "genera una sensación de inseguridad. Es aterrador si nos ponemos en lugar de Diana, de lo que pudo haber sufrido en esos momentos de agonía".
Dijo Mombrú que Diana formaba parte del equipo que todos los días trabajaba en la recuperación de las víctimas de accidentes, y con las que tenían discapacidades.
"Era una trabajadora muy eficiente con mucha calidad humana. No hay cómo expresar lo buena gente que era Diana", manifestó el director.
Sus conceptos fueron asentidos por médicos, enfermeras y personal de todas las categorías. Nadie tenía ganas de hablar pero la expresión de pena que reflejaba el conjunto transmitía más impacto que mil palabras.

Algunas coincidencias con el caso de Ana Zerdán

CIPOLLETTI (AC).- Ambas eran reconocidas y queridas profesionales de esta ciudad. Los crímenes de la bioquímica Ana Zerdán, brutalmente asesinada en setiembre de 1999, y de Diana Del Frari de Scilipoti, guardan algunas coincidencias.
Las dos especialistas paramédicas perdieron la vida en sus respectivos lugares de trabajo, y en ninguno de los casos el móvil habría sido el robo. Los causales de los homicidios, durante los primeros días de investigación, tardan en aparecer al igual que los posibles responsables.
Las puertas de acceso a los consultorios, en ambos casos, no estaban forzadas.
Por otra parte los cuerpos de las profesionales fueron fuertemente golpeados y luego hallados tirados en el piso de los consultorios. Diana Del Frari presentaba además múltiples lesiones de arma blanca.
Sus familiares directos, salvando diferencias entre uno y otro caso, fueron quienes debieron enfrentarse en un primer término al macabro escenario del crimen.
También debido a la brutalidad con la cual se cometieron estos trágicos hechos, la comunidad cipoleña se vio sacudida, y atemorizada. (AC)

Una alarmante seguidilla que no deja de provocar temor

Indignación, impotencia, encubierta indiferencia -como escapismo tal vez- pero fundamentalmente un indisimulable temor, provoca la alarmante seguidilla de crímenes en Cipolletti.
Janet Opazo, María Emilia y Paula González, Verónica Villar, Carlos Aravena, Ana Zerdán, Jorge Ortiz y ahora Diana Del Frari son, entre otros, inquietantes y trágicos testimonios de la lista del miedo.
Eda Ginnóbili, una trabajadora comunitaria, dijo que lo sucedido con su amiga Diana es otro "mensaje" a la ciudadanía marcando que "en el tema seguridad, todo anda mal".
"La gente debe reaccionar para que esto no siga pasando. No se puede soportar la indiferencia", alegó.

"Algo haremos"

Jorge, comerciante, allegado a la familia Scilipoti, sostuvo que "los amigos y otros vecinos vamos a reunirnos. Y algo haremos. Al menos para que las autoridades entiendan que la seguridad es un asunto prioritario, y debe atenderse como corresponde".
A las tres de la mañana de ayer, frente al consultorio de la infortunada kinesióloga, un vecino del barrio San Pablo se descargaba con un "a estos que matan, hay que matarlos. ya no queda ninguna otra solución".
En los cafés, las oficinas, los paseos públicos, y en cualquier corrillo, la cuestión de la inseguridad, potenciado por el calvario de Diana, era el tema: cómo reaccionar, por qué no se hace más y a quién le tocará dentro de no mucho un lugar en la lista del miedo, en un contexto de muchas preguntas, silencios ominosos, justificada preocupación, y hasta ahora muy pocas respuestas. (AC).

foto: El cuerpo de la víctima es trasladado a la morgue judicial de Roca para realizar la autopsia.