Jueves 16 de agosto de 2001

 

Doce años de prisión para los tres detenidos

 

Fueron detenidos tras el secuestro de un bebé y el pedido de rescate. El chiquito fue hallado mojado, sin abrigo y bajo una escarchilla.

  ROCA (AR).- Dos custodios privados y un policía fueron condenados ayer por el secuestro extorsivo y el posterior abandono de un bebé durante una fría noche, luego de que se frustrara el plan de cobrar el dinero exigido a un empresario roquense.
Los custodios Milton Daniel Castro y Ricardo Molina, y el policía Claudio Fabián Cáceres, recibieron 12 años de prisión, tras la lectura de la sentencia leída ayer en la Cámara Tercera del Crimen.
Según los camaristas hay pruebas suficientes para encontrar responsables a los tres imputados de la extorsión, el robo y posterior abandono de una criatura de 18 meses.
El calvario comenzó a las 7 de la mañana del 29 de junio de 2000, cuando "Castro y Cáceres -este último vestido de policía-, ingresaron a la casa de la madre del pequeño. Tras reducirla junto a su otro hijo y una sobrina, se llevaron el bebé. Antes le advirtieron que se comunique con el padre del chico -un reconocido empresario- y que junte 300.000 pesos para recuperar al pequeño".
Las tres personas fueron maniatadas, aunque a la madre del chiquito le dejaron un cuchillo cerca para que pueda cortar las ataduras. Mientras estuvieron en la vivienda, se comunicaban con otra persona a través de un teléfono celular, que los estaba esperando en las inmediaciones y en un vehículo.
Tras casi dos días de negociaciones, efectivos de la Policía Federal que habían llegado desde Buenos Aires, detuvieron a Castro en el momento en que negociaba desde un teléfono público la entrega de dinero.
Los efectivos, dijeron que cuando lograron la detención, un auto salió velozmente , y presumiblemente allí irían los cómplices del detenido.
Castro confesó su autoría ante el juez Pablo Iribarren. Brindó un relato detallado sobre cómo habían planeado el secuestro, cómo lo habían llevado a cabo y el rol que tuvieron Cáceres y Molina. Estos dos fueron detenidos pocas horas después que Castro.
Molina negó ante el juez su participación en el hecho, ya que argumentó que la mañana en que fue raptado el chiquito se encontraba en un campo de Mainqué con compañeros de trabajo. Sin embargo, para los jueces quedó probado que los horarios le permitían haber participado en el secuestro, y luego viajar a Mainqué.
Cáceres dijo conocer Molina y Castro, y que en una oportunidad lo invitaron a cazar a un campo. Allí le comentaron de un plan que tenía para "sacarle guita a un viejo". Dijo que Castro lo llamaba para que le cubra turnos de vigilancia y que el 30 de junio de 2000 fue a la noche le dijo "que no se podía abrir y que lo único que tenía que hacer era cubrirlos porque la cosa se había complicado. Que lo iban a llevar a "la virgen" (camino al aeropuerto) con el nene".
Sin embargo, dijo que en un momento llegó velozmente Molina en un auto quien le comunicó que Castro había sido detenido. Señaló también que veían dos luces, por lo que pensaron que eran perseguidos.
Cáceres manifestó que siguieron rumbo a J.J. Gómez con el chiquito, a quien dejaron sentado en una piedra. Luego volvieron a Roca, él se bajó y tomó un taxi para ir a su domicilio. En su declaración argumentó que sentía temor porque sus consortes de causa estaban armados y pensó "que sea lo que Dios quiera".
Horas más tarde fueron detenidos, y se logró el secuestro de algunos objetos de menor valor robados de la casa de la madre del pequeño, lo que complicó aún más sus situaciones.

Abandonado en plena noche

ROCA (AR).- El bebé de sólo 18 meses de vida, fue dejado abandonado en plena noche en un barrio alejado de Roca. La noche era muy fría, y el chiquito no tenía el suficiente abrigo. "Estaba como escarchillando", recordó el padre ante los jueces de la Cámara Tercera.
Marta Magdalena Aros y Rosa Yolanda Contreras caminaban el 30 de junio a las 23.30, por la calle Los Ceibos, en el barrio Alta Barda. Ambas aseguraron que vieron como un bulto que se movía en el medio de la calle y que al ser alumbrado por las luces de un taxi que se aproximaba, lograron distinguir que se trataba de un bebé. Una de ellas corrió hasta él, ya que caminaba directamente hacia una zanja con agua.
Las mujeres aseguraron que el chiquito estaba embarrado, como si se hubiera caído, helado por el frío y tembloroso. Les dio la impresión de que estaba perdido, por lo que lo abrigraron, lo alimentaron y avisaron a la Policía. Las dos mujeres indicaron que en una de sus manitos, el bebé tenía algo parecido a la quemadura de un cigarrillo y un rasguño en la cara.

   
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